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Han colaborado en la elaboración de este reportaje Pau Sellés, Teresa Compañy y Susana Almenar.
El grifo está a punto de cerrarse. El agua dejará de correr por el acueducto del Trasvase Tajo-Segura, al que solo falta que el Consejo de Ministros certifique su defunción para el año 2027. Mientras tanto, Alicante deberá aprender a sobrevivir con menos agua, puesto que el plan de cuenca del Tajo supone un recorte de 105 hectómetros cúbicos, de los que 35 corresponden a la provincia.
El escenario que se presenta es demoledor. Menos agua supondrá paro, desierto y hasta desabastecimiento de alimentos. El Instituto del Agua de la Universidad de Alicante calcula que esta reducción provocará la pérdida de 5.692 millones de euros, más de 27.000 hectáreas de regadío y 15.300 puestos de trabajo.
Una decisión que nos afectará a todos de una manera u otra. Los agricultores, cómo no, serán los primeros perjudicados. La Huerta de Europa, enclavada entre las comarcas del Bajo Vinalopó y la Vega Baja, pasará de vergel a desierto. Miles de hectáreas de cultivo no tendrán quien las cuide, puesto que« el 95% de los cultivos no son rentables sin el agua del Trasvase», explica el presidente de Asaja-Alicante, José Vicente Andreu.
El coste del metro cúbico con el Trasvase es de 0,50 euros, que pasarían a ser 1,30 euros mínimo cuando los cultivos se abastezcan solo de agua desalinizada. El aumento de costes provocado por el incremento del precio del agua conlleva, de manera irremediable, que suban también los productos hortofrutícolas que todos consumimos.
Por ejemplo, un kilo de naranjas que hoy en día puede costar 1,30 euros casi duplicará su precio hasta 2,5 euros. Si les parece que los precios están caros, prepárense porque el 70% de las verduras que se consumen salen del Trasvase Tajo-Segura. «Lo que se necesita para comer lo producimos nosotros», afirma Andreu. De Alicante, Murcia y Almería sale la hortaliza que consume la gélida Europa del norte. No solo cítricos, como limones, también productos de primera necesidad como alcachofa, brócoli, apio, pimientos, lechugas...
Vayan diciendo adiós a la dieta mediterránea porque no habrá Mediterráneo que la produzca. ¿Puede haber desabastecimiento de estos productos? Pasaremos de exportar alimentos a tener que importarlos de terceros países como Marruecos, sin las mismas garantías sanitarias que obliga la Unión Europea. Los que haya propios serán a precios desorbitados, si es que llegan a España y no se mandan a Europa, donde se cotizan al doble o el triple de su precio de cercanía.
Quizás no sea agricultor, pero todos también somos parte de estos rostros afectados por el recorte del Trasvase Tajo-Segura.
Mari Antón
Mari Antón es una vecina de Elche, consumidora de frutas y verduras locales. Es hija de agricultores y lleva 38 años casada con su marido, quien también se dedica a la tierra. Juntos sacan adelante una empresa de invernaderos en los que cultivan tomates, pepinos, coliflor o napicol, además de alcachofas en las inmediaciones de su terreno.
Sin embargo, este arraigo familiar no pasará a las nuevas generaciones, pues sus hijos han emigrado a Australia y Suecia en busca de mejores oportunidades. «Teniendo yo una empresa agricultura, mira dónde tienen que irse. ¿Tú vas a poner a tu hijo aquí si cada vez está peor», se pregunta. Y es que al ver «esta situación, dicen que aquí no hay futuro». Una opinión que comparte al ver cómo los recortes del Trasvase Tajo-Segura «afectan a la cosecha».
Ante los últimos anuncios de reducir el agua de esta infraestructura y sustituirla por desalada, Antón explica que «nos cuesta más y no es de tan buena calidad como la otra». De hecho, «la planta lo nota» y el producto recolectado «es de peor calidad y perjudica en los kilos y en el precio». Y es que la inflación también afecta al campo -el precio de este agua «se ha disparado» debido a la cantidad de «energía, luz y recursos» que se emplean para su desalación-, ya que «al sacar menos cantidad pierdes dinero».
Algo que también se nota en la cesta de la compra. «Antes ibas con 50 euros y traías fruta. Ahora vas y no te traes nada», lamenta. El modelo de consumo ha cambiado, afirma, pues «antes ibas y decías ponme un kilo o kilo y medio y ahora solo pides tres piezas». Una situación que deriva en consumir «lo justo». En este sentido, «te tienes que ir apañando con lo mínimo» y el consumidor opta por comprar «un bote de tomate triturado» al ver «el disparate de precio» que se ha producido en la fruta.
Asimismo, el recorte del Trasvase Tajo-Segura afecta también al empleo. «Si tengo agua planto más, si no tengo hago recorte y la gente se va al paro». De hecho, denuncia «el control» al que están «sometidos en todos los niveles» y se muestra disgustada con el futuro que espera: las frutas y verduras llegarán «de otros países como Marruecos que tienen agua buena», pero estos productos llegan «fumigados con lo que a nosotros no nos dejan».
Una de sus conclusiones es que «están retirándonos a todos y lo van a conseguir». Esta semana su marido ha celebrado su 59 cumpleaños y uno de los mensajes que le ha trasladado ha sido: «te quedan seis o siete añitos, vamos a ver si te puedes mantener así y después cierras». La situación es, para ella, «una pena» porque tras jubilarse «puedes seguir», pero con el recorte «estás deseando que llegue el momento» de decir adiós a lo que durante décadas ha sido su vida.
Marcos López
Una finca de 60 hectáreas y 12.000 limoneros en La Murada. Este es el lastre al que se tiene que enfrentar Marcos López tras el inminente cierre del Trasvase Tajo-Segura. Tras toda una vida dedicada al cultivo de cítricos, este agricultor va «con la soga al cuello» en los últimos años debido a la «insostenibilidad» a la que se enfrenta el sector por la falta de agua.
«Hay poca y el precio es de 100 euros mínimos y 150 o 160 euros de máximo», unos costes a los que «el producto no puede subsistir». Sin embargo, tiene esperanzas de que en un futuro cercano, en los próximos meses, «haya agua». Al menos para el verano, época en la que la necesita para el cultivo. Aunque la realidad es que «veo cruda» esta situación porque «si nos quitan mucha agua, las cosechas se van a ir a noviembre y diciembre».
Un panorama bastante alentador, para una «comunidad que es deficiente de agua de por sí». Y es que si la cortan, «menos tendré» y menor cantidad de cítricos podrá cosechar, con lo que las deudas se multiplicarán. Unos impagos que este agricultor ya tiene con sus proveedores, debido a que en 2020 y 2021 «el precio no ha acompañado».
Para que la situación sea «rentable», los números tienen que ser 40% de cosecha, 40% de agua y un 20% para otros gastos, pero «ahora con todas las subidas de producto, de agua, de luz y todo, esto es insostenible», denuncia. «No puedes vender» con estos precios, así lo demuestran sus árboles en los que «quedan más del 70% de limones colgados».
A esta problemática del Trasvase también se suma la importación de cítricos de otros países como Argentina o Sudáfrica, «prefieren comprar esos limones a los nuestros», una decisión que aboca al producto local y a las empresas «a la ruina». También es la nueva reforma laboral la que hace incrementar sus gastos, pues «me obligan a hacer un contrato indefinido» en vez de temporal para los meses que dura la recogida de producto. «Tengo que despedir y pagar despido», por lo que obtiene «más pérdidas todavía».
Un contexto que podría ser diferente si el producto se pagara, también, al precio estipulado, no al «que ellos quieren». Al final, los agricultores tienen que ceder porque «si no te los compran a ti, se los compran al vecino y te quedas con los limones ahí colgados». Por ello, dada la situación, López prefiere «poca cosecha cara a tener mucha y que no la quiera nadie». Al final, sin ingresos no puede comprar agua con la que seguir labrando su futuro.
Francisco Manuel Royuela
Francisco Manuel Royuela es junto a sus dos hijas Carmen y Miriam el responsable de Eco-Citric, un negocio afincado en Orihuela que vende a través de internet productos ecológicos a toda España. Entre los tres se reparten diferentes hectáreas de cultivo entre Alicante (donde cultivan los productos ecológicos) y Murcia (con cultivos convencionales).
El empresario asegura que su negocio se verá mermado si se recorta el agua trasvasada. «El trabajo que da la agricultura aquí es inmenso. El año pasado tuve que dejar 15 hectáreas debido al recorte, y para este año tendré que sumar otras 13».
Royuela considera que recurrir al agua desalada puede ser una buena iniciativa, pero siempre que se limite su uso a unos pocos meses o una sola campaña azotada especialmente por la sequía. La razón por la que no se puede depender de las desaladoras, según apunta, es el elevado precio, que actualmente está a 1,30 € por metro cúbico de agua desalada.
De cara al futuro, las que deberán afrontar la caída del negocio serán las dos hijas de Francisco Manuel. «Les van a arruinar la vida. A mí me queda poco para jubilarme, pero a ellas aún les queda mucho por delante».
Toñi Fernández Ortiz
Toñi Fernández Ortiz es la secretaria de la Comunidad de Regantes Margen Derecha del Pilar de la Horadada, la más grande de la zona de La Pedrera, y a la cuál pertenecen 130 comuneros. Ella se encarga de gestionar la contabilidad y los repartos de agua y, de acuerdo con su testimonio, todos los comuneros se encuentran especialmente preocupados por el reducción de agua trasvasada. En el caso particular de su comunidad, que cuenta con 2.088 hectáreas, el aumento de los caudales ecológicos supone un recorte de 200.000 metros cúbicos anuales o, lo que es lo mismo, 32 hectómetros.
Además, afirma que sustituir el agua que va a dejar de llegar por agua procedente de la desaladora de Torrevieja no es viable. «No se puede regar un árbol solamente con agua desalada», o depurada, a la que también tienen acceso, sino que necesitan «poder mezclarla y que sea de buena calidad». Si no, asegura, a la larga, el producto que saldrá de los árboles «no va a ser bueno ni apto para el consumo».
Asimismo, asegura que muchos de los miembros de la comunidad, muchos de los cuáles define como «grandes propietarios que tienen grandes fincas» han empezado a cortar árboles porque no los pueden mantener con el agua de la que disponen ahora mismo, y que con la decisión de reducirla todavía más la situación será «insostenible». Y ante eso añade que ahora mismo tiene que estar haciendo «malabares para suministrar agua» a sus regantes y lo describe como «un problema grandísimo».
Fernández también expone que contar con menos agua se traduce directamente en que los agricultores «tendrán mucha menos producción y recogerán mucha menos cosecha», lo que supone «una merma muy importante para su manera de vivir», ya que, según resalta, en la comunidad la mayoría de la gente se dedica únicamente a la agricultura. Además, incide en que si se produce menos cantidad «lo que haya será más caro». Es decir, que «repercutirá directamente al consumidor». Y es que «si hay menos naranjas, limones y lechugas» por ese motivo, el precio será mayor y además «fomentará la entrada de productos de otros países que sean más baratos».
La secretaria también expone que desde el Gobierno no existe voluntad por solucionar el problema y que cada vez se está generando más división entre las comunidades autónomas. Y es que cuenta que tras la manifestación a favor del Trasvase que se llevó a cabo en Madrid, los trabajadores del campo volvieron a Alicante «con una sensación de derrota», porque a los dirigentes políticos «les daba lo mismo».
Además, la secretaria de la comunidad también declara que «como siga esta situación de ataque al Trasvase Tajo-Segura y al Levante se van a perder muchísimos puestos de trabajo», porque los agricultores y empresarios no tendrán cómo mantenerse. Así, califican su situación de «incertidumbre» ante su futuro laboral y personal como una «desesperación» absoluta.
Manuel Lloret
Manuel Lloret atiende en su puesto del mercadillo de Teulada de Alicante a un nutrido grupo de señoras que este jueves como cualquier otro acuden a por frutas y verduras. Entre las conversaciones se escuchan comentarios sobre cómo ha subido todo, el precio de las mandarinas o que la fruta ya no sabe como antes.
Sobre las cajas hay naranjas, berenjenas, pepinos, lechugas… todo tipo de frutas y verduras que este distribuidor trae desde la Vega Baja hasta la capital para vender durante la mañana. Cada día recorre los campos de su zona y compra lo que se conoce como segunda categoría, las piezas que los supermercados rechazan por no ser «perfectas».
Esta es una de las razones de los precios más ajustados de la fruta que vende, unos precios atractivos que no escapan de la subida de los costes. «Si el agua sube, los abonos suben y sube todo ¿a cuánto deberíamos subir nosotros el precio? Lo que pasa es que nos cuesta mucho subir, pero si no el agricultor nunca llega, siempre es el que más pierde», explica Lloret.
Este vendedor de frutas reconoce que no puede aventurar cómo afectará el cierre del Trasvase a sus ventas, sabe que el producto se encarecerá, pero todo dependerá de la subida que experimente el agua para el campo, «todo dependerá de si aumenta un 30% o un 300%», advierte.
Sin embargo, reconoce que los precios crecerán, «aunque digan en la tele que han bajado el IVA, un 4%, no sirve de nada si el agua te la suben un 300%», explica Lloret. «De cada euro te rebajan cuatro céntimos, casi no se nota», añade.
Con el fin del Trasvase la única fuente de agua para el campo alicantino será el agua desalada, mucho más cara de producir y con un precio mayor por hectómetro cúbico. Unos costes que restarán competitividad al campo, con unos precios en origen que dejan al productor muy poco margen de beneficio.
«Ahora mismo nosotros nos dedicamos a comprar y a vender, nos sale más rentable que producir y gano más», explica este frutero de Cox, que en su momento llegó a producir en su campo la mayor parte del producto que luego comercializaba. «Me he cansado de cultivar me va mejor comprando y vendiendo», concluye.
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Fernando Morales y Sara I. Belled
Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
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