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Muchos alicantinos conocerán a Manuel Lorenzo. Ya sea de verlo por las calles de la ciudad con su característica coleta y cámara en mano o por las numerosas ocasiones en las que su firma reposa bajo las fotografías de varios periódicos. También más allá del municipio, por sus innumerables aventuras en su Dolores natal o por llevar a otros tantos sus impresionantes exposiciones sobre el Mediterráneo y la guerra de Ucrania.
Son muchos los espacios en los que Lorenzo se deja ver y, también, conocer. Prueba de ello son sus aventuras, dignas de protagonizar una novela del siglo XIX. Entre las últimas, varios viajes a Ucrania para fotografiar las consecuencias de la guerra desde su Ford Focus. Antes otras tantas, como su expedición hasta el polo norte a través de Rusia, así cruzó la frontera entre Europa y Asia. Como en más de una ocasión narra, fue allí donde conoció a una población esquimal que «nunca antes había visto una moto». En este caso su 'cerda', una Harley Davidson que le ha acompañado en sus andanzas.
«He recorrido Europa entera en moto», a excepción de Reino Unido, Grecia y Bielorrusia, detalla a TodoAlicante mientras se encuentra inmerso en su nuevo propósito: hacerse las Américas de abajo a arriba. Esta ruta comenzó en diciembre desde Montevideo, donde -tras meses de gestiones y papeleos- viajó para recibir su moto, la cual desembarcó embalada en la costa atlántica. Una vez en sus manos, tras «problemas de retrasos y burocráticos», puedo comenzar la aventura de su Récord Guinness.
Lorenzo se desplazó casi 7.000 kilómetros al sur del continente americano para llegar a la punta del mundo: Ushuaia, en la isla de Tierra del Fuego. Ese fue el punto de partida de esta nueva expedición del fotógrafo alicantino, quien quiere convertirse en la primera persona del mundo en cruzar el continente con su moto e ir «más allá de los tres círculos polares árticos y el extremo antártico». «No hay registros de que nadie lo haya hecho», apunta.
Fue su primer suceso en Montevideo el que le arrebató «una cantidad de tiempo importante», además de «gran parte del presupuesto para el viaje». Sin embargo, los contratiempos no suponen un problema para el fotógrafo, que -quien lo conozca lo sabrá- siempre decide ir hacia delante. Así, en su primera travesía por las Américas ha logrado recorrer Uruguay, Argentina, Chile, Bolivia y Perú. Este último país es el que le ha dejado fuera de combate por los altercados que abaten el estado, a los que se suman problemas técnicos en su moto.
Tras aterrizar en la capital de Uruguay y esperar la llegada de su 'cerda', Lorenzo se coloca el casco y gira la manilla del acelerador. Poner rumbo a 1.400 kilómetros de ida y vuelta para viajar desde la Patagonia hasta Ushuaia, punto de partida de esta ruta de récord. Este «terreno extremo» cuenta con una climatología que «de por sí es dura» y se alza con extensas distancias en las que contaba con «poco suministro».
A todo ello el fotógrafo motero sufrió durante las dos semanas que duró el trayecto con rachas de viento de hasta 110 kilómetros por hora que «hacían la conducción extremadamente difícil». De hecho, su salida por ferry de la isla de Tierra del Fuego «estuvo cerrada durante días» y cuando logró salir hasta Puerto Gallego permaneció «bloqueado (por la gendarmería) por peligro extremo por viento».
Una vez retomado el rumbo «con éxito», inició desde Ushuaia el camino hacia el norte por «la famosa ruta 40». En ella se introduce de nuevo en la Patagonia, «mezclada con desierto y la cordillera de los Andes», hasta alcanzar la zona de los 'Malditos 73', punto en el que los vehículos «se suelen romper» y existe un «elevado número de accidentes en moto por caída». Lorenzo sufre una maldición en este tramo de la vía. «Para no ser menos rompo el protector de la correa debido a las vibraciones», lo que le provocó un «grave perjuicio» en la rueda trasera y en la correa de transmisión de la moto.
Fue la buena voluntad de otros viajeros que pasaban por la ruta lo que permitió a Lorenzo solventar este problema. No obstante, el trayecto continuó con «bastantes desperfectos que necesitaban de reparación mecánica específica en un servicio Harley». El más cercano se hallaba a unos 2.500 kilómetros de su ubicación, en Santiago de Chile, punto al que consiguió llegar «con la moto en mal estado» junto a «la economía y los tiempos del viaje de por sí tocados».
La ruta de las Américas de Lorenzo y su 'cerda' no iba bien. Tras una reparación de la moto y un cambio de rueda, el fotógrafo retornó para tomar el rumbo hacia San Pedro de los Andes y entrar en el altiplano argentino. Una ruta que desembocó en la entrada a Bolivia por el camino del Salar de Uyuni. Al anterior problema, se sumó otra nueva circunstancia que los «mecánicos consultados en Chile, Argentina, España y los propios de Bolivia no han podido descifrar». La Harley comenzó a soltar «aceite de motor por el filtro del aire hasta el punto de casi gripar».
Las andadas continuaron hasta poner el freno en un pueblo «de poco más de 600 habitantes» en mitad del altiplano boliviano. Allí, «en medio de la nada, una señora me hospedó». Entre sus reflexiones, Lorenzo explica que «Bolivia es de por sí un sitio complicado» debido a que la sociedad y las infraestructuras «funcionan de manera totalmente diferente, incluso al resto de Sudamérica».
Estas diferencias las notó en el déficit de uso de tarjeta de crédito, el precio de gasolina –«la cobran a precio diferente al extranjero»- y su venta. «La gente vende combustible en los pueblos en botellas de refresco». Fue por «mediación del hijo» de la mujer que le hospedó cómo el motero se hizo con un bidón de aceite en una tienda de comestibles. El lubricante «era para el motor diésel de un camión y seguramente llevaría allá años en el fondo de un armario». La decisión fue sencilla: «era eso o quedarme tirado indefinidamente y sin dinero en medio de la nada».
Tras intentar solventar el problema con este arreglo, el fotógrafo condujo entre largos puertos de «casi 5.000 metros y a una media de 3.800 de altitud», algo que «no puede sentar bien a un motor, ni a una persona», reconoce. Dicha dificultad provocó su salida «quemando aceite a litros cada 100 kilómetros». Un hecho peligroso durante el camino a la frontera de Chile a 4.600 metros de altitud. «Un infierno más» debido a las condiciones: «rodeado de volcanes nevados y con decenas de kilómetros de camiones atascados».
Al cruzar la separación entre países, todavía le quedaban 300 kilómetros hasta alcanzar la primera ciudad chilena «donde poder buscar dinero, hospedaje y que vieran la moto». Sin una gasolinera por delante, Lorenzo echó el último litro de aceite, «temiéndome lo peor». Con paciencia y rezando a la suerte, logró cruzar Chile y ascender hasta la frontera con Perú.
Ahí le resultó imposible pasar «porque las protestas con Puno están dejando numerosos episodios violentos con el triste resultado de bastante muertos». A pesar de otra desgracia humana, el fotógrafo cruzó su «enésima frontera para entrar a Perú con preocupación por el estado de la moto». En sus últimos kilómetros, la 'cerda' dejó de consumir aceite, un hecho que convenció al motero de que «lo que malogró la moto fue la altitud y no una rotura de anillos de compresión» como le explicaron los mecánicos consultados «en cinco países».
Su única esperanza al entrar en Perú era poder llegar a Lima, «donde hay mecánicos específicos de Harley para que la vean». A pesar de que la moto ha dejado de quemar aceite, es en ese momento cuando «empieza a hacer un ruido extraño». Este no era el único problema, lo peor todavía estaba por llegar, para él y para un país que comenzó a desquebrajarse hace unas semanas.
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Sara I. Belled y Clara Alba
Rocío Mendoza y Álex Sánchez
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