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Pedro Soriano junto a las maquetas que almacena en su casa. AM
Pedro Soriano, el riesgo elevado a la máxima categoría

Pedro Soriano, el riesgo elevado a la máxima categoría

«Creo que el estilo de hogueras que planteaba cada años impresionó a los foguerers»

Miércoles, 19 de junio 2024, 17:59

El reloj marca la una de la tarde de un miércoles cualquiera en el distrito de Santa Isabel. El ambiente de las calles es el habitual. Las campanas de la parroquia de San Antonio de Padua, conocida como los Franciscanos, dan la hora mientras multitud de vehículos recorren la plaza de San Antonio. Con ello, el tumulto del gentío completa las calles, unos que van en solitario y otros que vuelven acompañados de niños recién salidos de las clases.

El sonido de las esquilas, junto al del paso del tránsito, se cuela en uno de los primeros pisos de esta céntrica plaza. Es ahí donde aguarda un auténtico mausoleo dedicado a las fiestas oficiales de Alicante, les Fogueres de Sant Joan; en el que todavía continúa la actividad artística. Es, nada más y nada menos, que la casa del artista Pedro Soriano Moll.

Nada más sonar el timbre de su residencia particular -su castillo protector en el que revive sus esplendorosos años dedicados a les fogueres y al arte efímero- Soriano corre a sus 75 años raudo a abrir las puertas. Es en ese momento cuando el esfuerzo y la dedicación a su gran pasión toma forma y se refleja plasmado entre bocetos, esbozos, maquetas, retratos, fotografías, cuadros, moldes, esculturas y pinceles.

Moldes de las hogueras de Pedro Soriano. AM

«Aquí no queda nada más que el diez por ciento de todo lo que he hecho», confiesa mientras recorre con una amplia mirada su salón, el epicentro de su faceta artística. En él se acumulan los recuerdos de más de cuatro décadas, con un elemento importante y casi olvidado en muchos hogares: un reproductor de vídeo y deuvedé que todavía reproduce sus grandes momentos durante las plantàs de las impresionantes fogueres con las que convirtió las calles de Alicante en un arriesgado y bello museo.

Pinturas de Soriano expuestas en el salón de su casa. AM

Son muchos los llibrets y artículos, con especial resalte a las portadas de los diarios locales -acumuladas sobre su sofá-, que recogen sus triunfos y victorias. Primeros premios, distintivos, entrevistas, fichajes y, también, algún que otro mal momento… Sin embargo, la historia que rodea al artista y su figura va más allá, donde sobresalen las numerosas anécdotas que definen a un Pedro Soriano que elevó el riesgo a su máxima categoría, muy por encima de la Especial.

Para arrancar con ellas es necesario asomarse por su ventana y dirigir la vista al cruce entre la plaza San Antonio y la desembocadura de la calle Maestro Caballero, donde planta su hoguera el distrito Santa Isabel. Con ello, el calendario retrocede 55 años, hasta 1969, la segunda ocasión -tras debutar un año antes- que el artista foguerer sacó su arte a la calle, en concreto a esta foguera con 'Señales de tráfico'.

En aquella época, Soriano todavía era menor de edad -hay que señalar que se rebajó a los 18 años con la Constitución de 1978-, la cual cosa no fue impedimento para dedicarse a su pasión como tampoco lo fueron las críticas. «Los artistas no me tragaban. Era un chiquillo». Así, no dudó en alquilar una nave donde construir sus fogueres. Su primer taller «eran las cuadras de los caballos de la basura, por la Zona Norte», la cual era «grandísima» y su suelo era todavía tierra. Al comprobar tales dimensiones, no dudó en construir enormes cuerpos centrales para sus fogueres, todas ellas en pocas piezas como fue el caso de un guardia de tráfico para Santa Isabel.

El problema vino a la hora de llevar a cabo la plantà. «Era una pieza grandísima y no salía por la puerta», recuerda con brillo en los ojos al reproducir en su memoria a aquel Soriano de 20 años. Por ello, aprovechando el material del suelo, no dudó en llamar a uno de sus amigos para cavar un agujero debajo de la puerta, con el que ampliar la salida de su primer taller. Este momento le sirve para explicar que «siempre he tenido mucho nervio», algo que le sirvió para aventurarse en más de un proyecto, factor que le permitió haber «hecho tanto trabajo» como ha quedado reflejado en los casi cien años de historia de les Fogueres de Sant Joan.

Soriano rematando una de sus hogueras en los años 80. ARCHIVO PEDRO SORIANO

Esta fue la primera de sus anécdotas como artista, a las que siguieron otras tantas y no solo por tierra, también por aire como sucedió en casi dos décadas después en San Blas. Fue en 1987 cuando Soriano plantó 'Terreta' en este distrito, una hoguera de la que guarda -en sus múltiples carpetas- numerosas fotografías en las que se aprecia «cómo el remate tocaba los balcones». No obstante, su gran aventura vino dada un año después, cuando le tocó subirse a lo alto de una grúa para enderezar 'Alicante, genio y cultura'.

Fue en esta época cuando el artista comenzó a experimentar con nuevos materiales. Uno de ellos el metacrilato, el cual colocó en barras para rematar esta faena. «Con ellas se aguantaba (la estructura) y parecía que flotaba», detalla antes de incidir en el temporal que vivió la ciudad de Alicante aquel 23 de junio. «Me llamaron diciendo que la hoguera de San Blas se había doblado», un mensaje que todavía le pone los pelos de punta al recordarlo. «Era un remate muy aparatoso» y se apreciaba doblado hacia uno de sus laterales debido al peso y a las rachas. Por ello, se embarcó a subir a sus 20 metros de altura y «fui tirando hasta ponerla recta».

Varias hogueras oficiales de Pedro Soriano. ARCHIVO PEDRO SORIANO

Una vez finalizada la intervención, no tuvo ganas de bajar de la grúa -ya tenía experiencia porque días antes había subido también para limpiar el metacrilato-. «Estaba contento y me quedé tan tranquilo arriba», además, para celebrarlo pidió un gin tonic. Así, 'Pepe Larios' -entonces presidente del distrito San Blas- le preparó uno y «me lo subieron con una caña de pescar y me lo tomé en lo más alto, más a gusto que Dios». Sin embargo, la tranquilidad se vio mermada muy pronto, pues aparecieron dos motocicletas de la policía municipal, órgano que requería su presencia en la plaza del Ayuntamiento.

«Baje usted porque la foguera (municipal) está doblada», se apresuraron a comentarle. Y es que el viento también afectó a 'Y la hoguera hace historia'. Una vez bajó de la grúa, se desplazó hasta las puertas de la casa consistorial, donde le aguardaba el alcalde José Luis Lassaletta junto al jefe de los talleres municipales, ambos subieron al balcón para insistir en que «el remate se ha doblado», recuerda Soriano. Por ello, el artista no dudó en meterse dentro del cuerpo central de la hoguera y reforzar la estructura con unos gatos. «La enderecé sin grúa, ahí se quedaron y se quemaron».

En lo alto de 'Crisol', «la foguera de mi vida»

El riesgo no quedó perenne en la trayectoria de Pedro Soriano. Fue tras ganar el primer premio de la categoría Especial en 1992 en el distrito Hernán Cortés cuando el Ayuntamiento de Alicante contrató al artista foguerer para plantar la hoguera oficial del siguiente año. De ahí nació 'Crisol', «la foguera de mi vida», confiesa sin dejar atrás sus otros proyectos de arte efímero. «Se me ocurrió una inmensa» que no hice grande porque sí, sino porque «tiene que tener el tamaño que tengas en tu cabeza».

Maqueta de la hoguera Hernán Cortés de 1992, obra de Soriano. AM

Así, el 15 de junio de 1993 Soriano arrancó con el acopio de materiales para la plantà de aquella hoguera que marcó un antes y un después en su vida. Es desde aquel día cuando llegan numerosas anécdotas a su memoria. La primera, tres días después. El alcalde Ángel Luna y su secretario Conrado Albaladejo estaban de viaje. El primer edil dio permiso para empezar con los trabajos, pero «un concejal se puso hecho un fiera y nos dijo que la plantà es el día 20 y hasta entonces no podíamos».

Por ello, sin duda alguna, el artista foguerer diseñó un cartel que dejó plantado a pie de plaza, en el que se rezaba: «Por culpa de un concejal no nos dejan transportar». En ese momento «lo pasé muy mal». Pese a ello, la plantà fue «histórica» y se ejecutó en tiempo récord. El primer día que permitieron ponerse manos a la obra «ya tenía la parte de abajo hecha» y a las siete de la mañana del día 21 «ya estaba el remate puesto». Ir a contrarreloj provocó sufrimiento y, según revela el propio Soriano, el alcalde Ángel Luna, a su vuelta, «le metió un rapapolvo al concejal».

Soriano luce el boceto original de 'Crisol'. AM

El trabajo de plantà fue posible también gracias a Grúas Cabeza, detalla Soriano. «Se portaron muy bien conmigo», y sabían trabajar con el artista gracias a la experiencia y relación personal que mantenían. De hecho, fue con ellos -y con la ayuda del veterano artista Ángel Martín- con los que el constructor alicantino volvió a llegar a las alturas. Y es que la anécdota de 'Crisol' arranca cuando «teníamos el remate amarrado y era imposible subirlo, había que sacarlo de dónde lo tenía puesto y cambiarlo de grúa en el aire». Por ello, Pedro Soriano se sentó sobre el remate de esta hoguera y con Martín pudo ejecutar la dificultad -»lo cambiamos de grúa y aquello se plantó»- y colocar la pieza en su sitio.

Soriano subido a lo alto del cuerpo de 'Crisol'. ARCHIVO PEDRO SORIANO

De ella, una vez plantada, destaca su preciosidad y sus dimensiones. «El remate era inmenso con más de 22 metros y medio de diámetro», como demuestran aquellas piezas que dieron forma al diámetro aéreo de 'Crisol', junto a su altura de 30 metros. Para su construcción, Soriano alquiló una nueva nave, pues tras un disgusto -provocado por un primer premio que no logró- en los años anteriores decidió dejar el oficio y vender «por cuatro perras» su anterior taller. «Dije que se jodan y el que se jodió fui yo», lamenta. No obstante, supo salir del paso y continuar con su arte. Para ello, alquiló una «nave vieja que era una fábrica de cubos de hielo» y, en uno de sus rincones, construyó 'Crisol' y también 'Gentes de fuego' en Hernán Cortés, entre otras tantas.

De curas a moros, y el bofetón de Lassaletta

Las anécdotas de Pedro Soriano no se centran solo en sus grandes y arriesgados remates, pues el artista se inició con fogueres lejanas a la categoría Especial. Para descubrirlas, es necesario remontarse de nuevo a 1969, en la foguera que plantó en Portuarios-Pla del Bon Repós, la cual se alzó con el segundo premio de la primera categoría. En ella se apreciaba «un tío sentado arriba que era para meterme con aquel Plan de Desarrollo de Franco», con el lema inicial 'Pla de Desembrollo'. Sin embargo, las posibles críticas que pudiera tener le obligaron a cambiarlo por 'Maravillas de España', el cual le pareció «estúpido».

El artista foguerer confiesa que «esto me ha pasado muchas veces», incluso con ninots que «tengo indultados» en el Museo de Fogueres en los bajos de la Casa de la Festa Manuel Ricarte. Uno de ellos es el que se salvó del fuego en 1982, perteneciente a la hoguera Benalúa. «La primera idea era de curas y monjas», la cual tuvo que cambiar por «un grupo de moros y moras», a través de un rediseño de sus pinturas y vestimentas. «Me tocó cambiarlo una vez hecho». Con esto no quería ser «irrespetuoso», sino dotar de crítica y sátira al arte efímero que caracteriza a les Fogueres de Sant Joan. «Gracias a Dios, hoy en día sí, dejan meterlo».

Ninot indultat de la hoguera Benalúa, obra de Pedro Soriano. ARCHIVO PEDRO SORIANO

Con el paso de los años Pedro Soriano fue perdiendo el miedo y ganando un estilo propio, ese que bautizó como 'Sorianismo'. Todo ello, así como el acercamiento a la clase política y el respeto ganado entre compañeros, le permitió plantar sin condiciones ni condicionantes. Sobre ello, el alicantino recuerda cuando metió la mano en una hoguera de José Muñoz Fructuoso. «Le ayudaba y fui a pintarle» y en aquellos años, 'Pepe, el de Torrellano' -como le llamaba- construyó un ninot de Lassaletta.

La figura del alcalde se construyó caricaturizada, siguiendo el estilo de sátira, y «se la pinté yo», recuerda Soriano. Una de las cosas que dijo en aquel entonces fue: «Pepe, no tienes cojones a ponerle una mano roja en la cara», en clara alusión a aquel episodio violento vivido entre el alcalde de la ciudad y el presidente de la Diputación, Antonio Fernández Valenzuela, antes de un pleno en 1991. Así, el alicantino no dudó en dibujar la seña de una mano y «se enteró de que la pinté yo. Ya procuré que se enterara», bromea tres décadas después. «La ciudad era un cachondeo, se me ocurrió a mí y la crítica nos gustaba mucho».

Ángel Luna, José Ángel Guirao, Camilo Sesto y otros bustos que guarda Soriano. AM

Fueron numerosas las anécdotas con José Luis Lassaletta las que Pedro Soriano también rememora. Desde trabajar juntos en la hoguera oficial 'La década de oro alicantina', dedicada a arquitectos, pintores y escultores; a ir con la mano vendada y echarle la culpa -en señal de broma- al alcalde. «Estrechaba la mano sin fuerza» y un día en la sede de la antigua Comisión Gestora, Soriano preguntado por su vendaje dijo «un apretón de mano de Lassaletta y me ha fastidiado la mano», con la suerte que el primer edil «estaba allí y me oyó». Entre otras, también destaca un 'dimes y diretes' por las burlas a José Ángel Guirao, las cuales «me jodían».

Maqueta de la hoguera pendiente de Pedro Soriano. AM

Con todo, la trayectoria de Pedro Soriano viene marcada por sus impresionantes fogueres, las cuales perduran en la memoria de los foguerers, barraquers y alicantinos. Todas y cada una de ellas ha sido capaz de impactar en la retina y sorprender a las miradas, dejando atónitas a todas las personas que alguna vez han paseado por sus bajos. Eso sí, el arte tiene sus secretos y, en ellos, se aventuran este tipo de anécdotas, de las cuales todavía quedan muchas por contar y descubrir. Será quizás, el día que el arte de Soriano vuelva a las calles -porque tiene intención como muestra su última maqueta y es su último deseo- lo que haga que todas ellas salgan con él y su legado a la luz.

Reportaje publicado en el llibret 'Geni' de la foguera Sèneca-Autobusos, galardonado con el primer premio de la Federació de les Fogueres de Sant Joan.

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