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El Corte Inglés llega tarde con sus anuncios de Navidad. Los filipinos se adelantan cada año. Al menos en su tierra, donde los festejos navideños arrancan en septiembre. Sí, el último mes del verano ya se viste con luces de color en esta isla ubicada en el Mar del Sur de China, cuyos habitantes celebran el nacimiento del niño Jesús durante cuatro meses. Hasta enero.
La duración de la fiesta más mágica del año no es lo único que impresiona de esta cultura, que podría ser ejemplo para todo el mundo. Y es que las luces y la decoración de sus calles y hogares supera cualquier película de Navidad recreada en el más recóndito pueblo de los Estados Unidos. Allí, a 11.850 kilómetros de España las guirnaldas ocupan todos los huecos, no dejan ni un solo ladrillo sin decorar. Algo que en una pequeña parcela de Xàbia se puede apreciar.
En una casa ubicada en pleno corazón del Montgó, en las inmediaciones del Cabo de San Antonio, se encuentra un trocito de este país. En ella vive Celeste Solares, una filipina que llegó hace 40 años a la tierra que enamoró a Sorolla por sus aguas cristalinas y su luz. Y es que de luces va la cosa, pues su jardín cuenta con una decoración espectacular que llama la atención de vecinos y turistas.
Convertirse en el centro de atención durante la Navidad es culpa de su marido, José Marcos Gil, un javiense de pies a cabeza que disfruta de vivir en su tierra, en su mar y en su montaña, junto a Celeste y su hijo Alejandro. Durante años, este vecino de la Marina Alta ya captó las miradas de los transeúntes con Belén monumental. En su jardín colocó una escena de 30 metros cuadrados que recordaba, en cada amanecer, la época del año en la que vivían.
Sin embargo, en los últimos años esta familia ha cambiado el belén por algo mejor: una iluminación tan impresionante que haga sentir a Celeste «estar en su tierra», explica a TodoAlicante su hijo, Alejandro Gil. Para ello, su padre -el impulsor de la iniciativa- ha colocado este 2022 un total de 50.000 bombillas LED que convierten esta parcela de Xàbia en un trozo de Filipinas.
Y al igual que los nativos de esta isla dan comienzo a la Navidad en septiembre, esta familia hispano-filipina cumple con la tradición. «Hemos tardado dos meses» en colocar toda esta decoración. «Ha sido a ratitos», detalla Gil. Un trabajo que ve su resultado en estas semanas navideñas, un jardín rebosante de luz, alegría y felicidad que sirve como «un homenaje a mi madre» y a su origen. Esto es lo primero que dijo ella durante el primer encendido: «Esto se parece a mi tierra».
Tras un viaje en 2012 al país de Celeste para celebrar junto a su hijo la Navidad, José Marcos tuvo la idea de «simular» la cultura y tradición de estas tierras a orillas del Mediterráneo. Todo ello con la colocación de elementos de luces y motivos que iban adquiriendo «a lo largo de años», además de los nuevos que «mi padre va comprando desde hace tres años».
Las luces de esta casa de Xàbia se encienden cuando cae la noche. Es a partir de este momento, cuando los vecinos que caminan por los alrededores de la vivienda tocan al timbre «y llaman» para preguntar si pueden pasar a verlo. De hecho, cuando la familia está en su interior dejan las puertas abiertas para que la gente de la zona y los turistas puedan disfrutar con ellos de este trozo de Filipinas en la Marina Alta.
Entre todos ellos, el hijo del matrimonio, Alejandro Gil, señala que hay gente que pasa las navidades en Xàbia, «muchos de Madrid, otros de Alicante, hasta de Galicia». Personas que disfrutan de las vacaciones en el municipio de la comarca y «cada año vienen de visita a esta casa para apreciar las luces».
Un auténtico espectáculo de color que atrae también a otras personas de localidades vecinas como «Gandia, Calpe, Valencia que vienen solo a ver la decoración». Estos se enteran por «amigos, porque oyeron hablar de esto». Incluso en este 2022, hace apenas unas semanas, en el jardín se realizó un reportaje fotográfico con este fondo que sirvió como escenario para captar y grabar unos bailes de 'Pole Dance'.
Asimismo, sus familiares que residen en la isla «se quedan flipando» cuando ven vídeos y fotografías de la casa. «¿Esto es Filipinas?», preguntan a la familia Gil Solares al apreciar este show visual que llena de color uno de los rincones de la montaña.
Por el momento, cuando llega enero comienzan a desmontar la decoración y guardan todo «en una habitación pequeña y bien arreglado». Un trabajo similar al tetris, del que «somos expertos», bromea Gil. Y deberán seguir practicando, pues para «próximos años estamos pensando en hacer algún carruaje de luces más típico de Navidad», avanza.
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