Paula Nicolás Linares: «Durante la ofrenda pido a la Virgen del Remedio que nos proteja»

Adrián Mazón

Alicante

Miércoles, 19 de marzo 2025, 08:42

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Paula Nicolás Linares vive desde pequeña en las Hogueras de Alicante, vestida de alicantina por primera vez a los tres años. Al doblar esta edad, llegó la banda de dama d'honor infantil, que lució durante tres ejercicios consecutivos, los mismos que cuando fue adulta. El máximo orgullo lo ha sentido durante el pasado ejercicio, como bellea de su foguera, Santo Domingo-Plaza de Tomás Valcárcel. «Es un año que guardo para siempre en mi corazón».

Esta alicantina vive con ilusión el camino como candidata a bellea del foc. Lo hace con la vista puesta en los grandes momento vividos en las fiestas oficiales de Alicante. También con los más emotivos, para ella la ofrenda de flores a la Virgen del Remedio por «su profundo simbolismo y el sentimiento colectivo que despierta».

Cada año que sale al recorrido oficial «para encontrarme con ella», esta alicantina tiene una petición: «Voy pidiéndole que nos proteja y que durante todo el año solo nos ocurran cosas buenas»; una plegaria que, en su opinión, «imagino que nos pasará a todos los alicantinos compartiéndolo en nuestro interior».

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Otra de las cosas que destaca Paula Nicolás Linares sobre les Fogueres de Sant Joan, y que «me hace sentir orgullosa», es «el buen ambiente que se respira en las calles de Alicante cuando llega el mes de junio». En las calles y distritos conviven «alegría, compañerismo, entusiasmo, tradición y, sobre todo, ganas de Fogueres», cualidades que «siento y creo indispensables para vivir al máximo los días de Fiesta».

Lo hace junto a sus festeros, tanto de la foguera Santo Domingo-Plaza de Tomás Valcárcel como de otros distritos, siendo todos ellos «familia». Y es que esta alicantina reconoce la «suerte» que tiene al pertenecer a les Fogueres, las cuales «me han llevado a conocer a gente que a día de hoy es indispensable para mí».

De las fiestas oficiales de Alicante guarda numerosos recuerdos y, también anécdotas, como la que vivió con solo tres años al ponerse por primera vez el traje de alicantina. Lo llevó durante cinco horas para desfilar en la Entrada de bandas y para ella era «como ir vestida de princesa». Fue al fin del recorrido, en el autobús, cuando su madre vio que tenía las orejas «más rojas de lo normal» porque «el aderezo estaba presionando demasiado».

La emoción de lucir la indumentaria por primera vez permanecía en aquella niña que decidió aguantar con los aderezos hasta el final. «Hasta que no llegamos a casa no quise quitarme nada». Así, una vez abrió la puerta y guardó estos atavíos, «me puse a llorar y dije: 'mamá, lo estaba pasando muy mal, las orejas me dolían mucho y no aguantaba más». Después de aquello, su madre le pregunta cada año cómo están sus orejas.