Les Fogueres, una fiesta única

El estallido de la última carcasa frente al mar puso fin a les Fogueres, una fiesta que he vivido con intensidad y de la que me siento orgulloso, incluso con sus contradicciones.

La ciudad se ha volcado en vivirlas y, en muchos momentos, ha sido imposible no agobiarse entre la gente, especialmente en el paseo de Soto, que se ha convertido en un botellón vespertino desplazando a las comisiones de su lugar de concentración. No es justificable que, en nombre de la Fiesta, 'el Mercadito' tenga la potestad de molestar a los vecinos desde la mañana a la noche y que los ciudadanos piensen que somos los foguerers quienes creamos ese problema. Y aquí soy tajante, en mi nombre, no.

Les fogueres que se han plantado este año, en general, han elevado el nivel, y la creatividad de sus artistas nos ha ofrecido grandes proyectos en todas las categorías. La asignatura pendiente es asumir el resultado de los premios, sobre todo en la categoría especial, en un claro ejemplo de falta de respeto de algunas comisiones. Gane quien gane, no sabemos aceptar que solo una se puede convertir en la 'millor foguera d'Alacant' por decisión de un jurado, que ha valorado algo diferente a nuestra valoración personal.

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Desde estas líneas quiero expresar, una vez más, mi respeto a los jurados y sus decisiones, aunque en alguna ocasión no las comparta, porque si dudamos de sus componentes no entiendo qué hacemos nombrando jurados. Si todos los años cuestionamos a las personas, elijamos el primer premio por sorteo, aunque estoy seguro que alguien diría que la mano que ha extraído la bola estaba comprada. Cuando te presentas a un concurso debes estar preparado para ganar y para perder y todos los años aparecen los que tienen mal perder.

Los foguerers somos especialistas en criticarlo todo y, en muchas ocasiones, sin ninguna base. Hay quienes solo miran lo suyo y no reparan en el daño que le hacen a la Fiesta con sus actitudes. Todos tenemos nuestro punto de vista personal, defendemos lo nuestro y hemos vivido lo que consideramos injusticias, pero traspasar la frontera de la descalificación pública es un flaco favor a nuestra propia imagen y credibilidad.

A pesar de todo, mi valoración personal es muy positiva, porque les Fogueres nos han permitido convivir e intercambiar opiniones con amigos y personas desconocidas. La foguera se ha convertido en ese punto de encuentro que siempre he reclamado y, alicantinos y visitantes, han inmortalizado nuestros proyectos con miles de fotografías, han reído con las críticas, han opinado y se han convertido en jurados particulares y anónimos.

Les Fogueres te dan la oportunidad de compartir en la mascletà, en los desfiles y en los racons, compartir el calor de las mañanas y la música estridente de la noche. Hay cosas que hemos perdido con el paso de los años y otras que hemos ganado. Me duele decir que el modelo actual no es el que me gustaría ya que está arrinconando a las tradiciones, pero si la gente es feliz, seamos felices con ellos. En mi comisión lo hemos sido, y mucho, porque una sonrisa es más importante que los disgustos por un banderín.

Feliz verano.