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Luces y sombras para la próxima campaña de cítricos en la provincia de Alicante, donde todo queda a la expensa de los dos próximos trasvases de julio y agosto que tiene que aprobar la Comisión de Explotación del Tajo-Segura. El último desembalse, en junio, no llegó al límite legal ... previsto de 20 hectómetros cúbicos y tan solo llegaron 15 hectómetros cúbicos a los regantes.
En esta situación, con los frutos creciendo en los árboles, la necesidad de agua es perentoria en el campo alicantino, más en los meses más secos del año. Desde Asaja Alicante alertan de que «la falta de seguridad hídrica que vive el campo del Levante por la incertidumbre sobre la disponibilidad de agua en calidad y cantidad suficiente» puede «lastrar la campaña citrícola».
«La gran preocupación de los citricultores es que haya agua del Trasvase Tajo-Segura, algo que solo afectará a los de Levante y no a otros países productores y competidores, lo que nos coloca en una posición de desventaja que además nos hará tener que enfrentarnos a un aumento de costes de producción», explica el presidente de Asaja Alicante y productor de cítricos ecológicos de la Vega Baja, José Vicente Andreu.
950.000 toneladas
se podrían recoger en esta cosecha en la provincia de Alicante
La campaña en cítrico ecológico será peor que la anterior por dos motivos fundamentales: por un lado, hay fincas que han abandonado la certificación, y por otro, los agricultores de ecológico están descapitalizados y los huertos desnutridos, en muchos casos, lo que evidentemente provoca una merma en la producción.
En cuanto a los frutos, hay mayor optimismo en el limón que en la naranja y mandarina. Así, tras dos campañas de cosechas muy cortas y con precios bajos en origen, la previsión es que la producción del limón fino en 2023-2024 sea superior un 15% respecto al año anterior.
«Este año hay mucho limón fino adelantado, por lo que habrá suficiente oferta para atender la demanda desde septiembre», explican desde Asaja. En este sentido, la entidad calcula un incremento en torno al 15% de la producción de limón Fino respecto a la anterior campaña en Alicante, siendo el buen cuaje del fruto la principal causa. Aunque en la variedad Verna también se espera una mejora, no será tan evidente.
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José Vicente Pérez Pardo
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El tiempo fresco y húmedo de mayo y junio ha propiciado que el fruto evolucione bien y que los limones tengan para esta fecha calibres por encima de la media de los últimos años. Esto hace vaticinar una campaña normal con una producción que el mercado será capaz de absorber y con unos precios que, en principio, parecen optimistas.
En 2022-2023 se registraron tan solo 800.000 toneladas de limones. Para la entrante, la organización agraria prevé que superará las 950.000 toneladas, y si se retrasa la recolección, puede superar el millón, «siempre y cuando tengamos agua», puntualiza. El limonero es una planta que se adapta moderadamente bien a las variaciones climáticas y a las altas temperaturas, pero no al agua de poca calidad, salina o con alto contenido en boro, como es el caso del agua desalada. Precisamente el cultivo más importante en la cuenca del Segura, el limón, es el cultivo que se verá más afectado por el estrés hídrico derivado de las decisiones del Gobierno, y el que más sufrirá la mala calidad de las aguas.
En cuanto a las naranjas, a priori, la situación es más negativa que en el limón. Las condiciones climáticas del inicio de la primavera condicionarán mucho el cultivo: el extremo calor que se produjo en la provincia en marzo, con picos de temperaturas que superaron los 30 grados, provocó una floración adelantada, pero débil. En cambio, mayo nos sorprendió con un descenso térmico y abundantes precipitaciones que ha llevado a los árboles a comportarse como si fuera primavera, por lo que han vuelto a brotar y florecer, esta vez con fuerza.
Como consecuencia de esta alteración en la floración, la entidad agraria prevé una reducción de la producción y una peor calidad de la fruta, que como mucho serán aptas para la industria del zumo, hecho que repercutirá muy negativamente en la rentabilidad del agricultor.
Con este panorama, son muchos los citricultores de la Vega Baja que lamentan una escasa cantidad de naranjas de variedad de media estación en sus árboles, sobre todo en las variedades Lane Late y Powell. En cuanto a cotizaciones, la variedad Powell, que empezó su recolección en marzo, han registrado buenos precios en origen. «De forma global nos enfrentamos a una próxima cosecha corta de naranjas, incluso por debajo de la que acabamos de terminar, que ya fue muy escasa», lamenta Asaja.
Las clementinas de otoño se cultivan básicamente en la Comunidad Valenciana y en los últimos años han estado muy condicionadas por plagas como el cotonet de Sudáfrica y el envejecimiento de las plantaciones. Este año, la plaga empieza a estar más controlada y la previsión es que empiece a recuperarse algo la producción, si bien no se alcanzarán las cotas de años anteriores.
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