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El errático comportamiento del clima durante los primeros seis meses de este 2023, con un extremo calor en marzo y un lluvioso mes de mayo, ha provocado que hasta los árboles se vuelvan locos. Los cítricos han alterado su floración, lo que afectará la cantidad y calidad de las naranjas y mandarinas de la próxima campaña. Como consecuencia de esta alteración en la floración de los árboles, Asaja Alicante asegura que el resultado será una reducción de la producción y una peor calidad de los cítricos, sobre todo de las naranjas, que como mucho serán aptas para zumo.
«Las variaciones climáticas experimentadas en lo que llevamos de año están afectando al sector primario, a una actividad sin tejado ni techo, expuesta a todo tipo de inclemencias», afirma el presidente de Asaja y también productor de cítricos de la Vega Baja, José Vicente Andreu.
Las flores en todo su esplendor pueden caerse en cuando hayan temperaturas de 40 grados durante dos o tres días seguidos, de manera que, estas producirán fruta de muy baja calidad, no apta para el consumo en fresco y sin valor económico para el agricultor.
Andreu puntualiza que las condiciones climáticas cambiantes y adversas hacen que «los cítricos alicantinos, de la Comunidad Valenciana, ya no sean tan perfectos», pues aparecen marcas en la piel a consecuencia del viento o de alguna plaga. A pesar de ser aptos para el consumo, las exigencias estéticas que impone el comercio les cataloga cada vez más como destrío, hecho que afecta gravemente la rentabilidad del agricultor.
La organización agraria manifiesta que las lluvias torrenciales, olas de calor, plagas derivadas de las nuevas condiciones climáticas, heladas primaverales y sequías prolongadas están repercutiendo seriamente en las explotaciones agrícolas, «sobre todo porque no tenemos herramientas para poder defendernos; el agroseguro cada día es más caro y tiene menos cobertura, y lo que debería ser un paracaídas de socorro no termina de ser una garantía de certidumbre».
Asimismo, ASAJA Alicante reclama la concesión de ayudas directas que les permitan a los agricultores continuar a pesar de la adversidad y poder seguir llevando a cabo la actividad.
A este problema se añade la incertidumbre de la falta de agua, el factor que más va a condicionar al cultivo del limón. «Si se nos complica el aporte hídrico del Trasvase Tajo-Segura en julio o agosto sería una catástrofe, porque es cuando engorda el cítrico. En caso de que no tenga el suficiente riego, el limón será de poca calidad, con un menor calibre y menos zumo», concluye.
A la vista de la última reducción mensual «de carácter arbitrario» que ha anunciado el Ministerio de Transición Ecológica, por debajo de lo que autoriza la normativa, Asaja Alicante recuerda que nuestra provincia está siendo la más castigada, pues las últimas decisiones del Gobierno «condenan a más de 30.000 hectáreas y 25.000 agricultores alicantinos sin agua del trasvase ni de la desaladora».
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