El sufismo y el flamenco se unen para cantar y recitar en Casa Mediterráneo

La velada literario musical se dará cita este viernes 22 de marzo en la sede de la institución diplomática, ubicada en la antigua estación de Benalúa. Será ahí donde, a través de las notas y las palabras, se devele la íntima relación del sufismo con la música flamenca, la biocultura o ecología profunda y el peligro de la exposición a tóxicos que son disruptores hormonales.

Y es que esta obra de Burruezo se erige como un «auténtico revulsivo» contra el mundo moderno y sus implicaciones materiales, «cada vez más alejadas de la espiritualidad». La novela, aunque es una historia de ficción, mezcla personajes históricos reales y otros que son obra de la imaginación. «Habla del sufismo, de la espiritualidad, del islam, de personas que dan la espalda a la modernidad entendida como materialismo y superficialidad y abrazan un camino espiritual, lo que las convierte en personas periféricas», explica Burruezo.

La historia comienza en mayo del 68 y se prolonga hasta mediados de los 90. Ambientada en el Empordà catalán, Granada y la ciudad andalusí de Larache (Marruecos), se trata de una novela muy mediterránea que habla de personas que le dan la espalda a los paradigmas sobre los que se asienta la modernidad. Personas extremadamente sensibles que se guían por leyes antiguas que reivindican la postración a lo divino como la mayor liberación posible.

La singularidad de la historia radica en el hecho de que «los protagonistas de la novela no siguen las reglas de la sociedad; sólo en aquello que es obligatorio, pero, en lo que no lo es construyen un mundo propio. Como han dicho ya algunos críticos y lectores: se trata de una utopía sufí. Quizás la primera que aparece en una obra literaria española».

El tema fundamental de la novela es la espiritualidad más profunda y el sufismo. «Estoy hablando de vivir una cierta plenitud espiritual y un cierto bienestar, a pesar del caos que pueda haber en el exterior… El sufismo aporta calma y serenidad interior en un mundo de locos, como el actual», sostiene el autor.

La historia, al mismo tiempo, huye de todo tipo de fanatismos. «El camino de islam, y en particular el del sufismo, es un camino de en medio. Alejado de todo fanatismo. Alejado de toda vanidad espiritual. Alejado de toda consideración materialista. Incluye la justicia social y no va hacia ninguna parte sin humildad y sin enamoramiento. Es un camino disciplinado y estricto, pero estimulantemente compasivo y comprensivo», afirma.

En el libro la música está constantemente presente. A lo largo de sus páginas se constata que el flamenco tiene más de sufismo de lo que pensamos y se descubre la conexión oculta del islam y los cantaores. «En la novela el flamenco tiene un papel muy protagonista. Pero hay también otras músicas: perfumes andalusíes, sonidos gharnatis, melodías árabes o música clásica occidental. El flamenco (su origen más lejano sería gitano/rajastaní) es un crisol donde florecen diversas perspectivas e influencias, pero, sin duda, ahí hay una simiente inequívoca y quintaesencial, emblemática», afirma Burruezo.