Demandan una ubicación racional de los parques solares ante la implantación «masiva» en Alicante

Sin ir más lejos, la Generalitat ha dado recientemente luz verde a 19 proyectos de estas características para nuestra provincia. Son los que han pasado el corte de la declaración ambiental y que permitirán aportar en su conjunto 348 megawatios de energía.

La mayoría de ellas estarán ubicadas en las comarcas de L'Alacantí, el Alto Vinalopó y la Vega Baja, y solo seis ofrecerán una potencia superior a los 20 MW. De todas ellas, destaca una de las dos plantas que se instalará Biar, con 49 MW de potencia; seguida por una de las tres de Monforte del Cid, con 40 MW. Ambos municipios serán los que más producción de energía limpia albergarán (77 y 114 MW respectivamente) en el marco de la veintena de instalaciones que han pasado recientemente el corte ambiental.

Villena es otra de las poblaciones alicantinas donde se repartirán parte de estos proyectos; dos concretamente. Es precisamente esa concentración geográfica de las instalaciones de energías renovables la que critican desde algunos colectivos. Uno de ellos es la asociación ecologista Salvatierra de Villena, una de las 45 instituciones que componen la Coordinadora Valenciana per la Ubicació Racional de les Energies Renovables.

David Molina, miembro de la asociación Salvatierra, asegura que no siempre se tiene suficiente en cuenta el valor agroecológico de una zona a la hora de autorizar este tipo de proyectos. «Existe un riesgo alto de perder biodiversidad debido al aislamiento de comunidades de fauna entre mares de placas solares», apunta el ecologista.

A su vez, recuerda que otro criterio para la ubicación de estas instalaciones tiene que ver con su proximidad a una estación donde evacuar la energía. Molina pone el ejemplo de Beneixama, y es que a pesar de que no se proyecte ninguna planta fotovoltaica en su término municipal, se postula como punto de paso para líneas de alta tensión. «Los vecinos tienen riesgo de ver su cielo cubierto por una maraña de cables», apunta el ecologista.

Al margen de grandes impactos ambientales, desde la Coordinadora Valenciana per la Ubicació Racional de les Energies Renovables consideran un «contrasentido» que estas infraestructuras se ubican lejos de donde se consume la mayor parte de la energía: las grandes ciudades, las industrias y las empresas de servicios, situadas mayoritariamente en las áreas litorales.

En estas zonas, proponen el aprovechamiento de polígonos industriales y áreas periurbanas degradadas para instalar equipaciones energéticas en el lugar que se consume la energía.

Por su parte, las empresas del sector aseguran que cada una de estas iniciativas tiene una casuística diferente, y que por tanto «no se puede generalizar». Así lo considera la CEO de Avaesen, Bianca Dragomir, una asociación que aglutina a 160 empresas valencianas dedicadas a las energías renovables y otras tecnologías limpias.

«Cuando se habla de plantas fotovoltaicas de suelo se suelen asociar erróneamente a grandes megaconstrucciones que, en la Comunitat, son la excepción y no la norma», asegura la también asesora de la Comisión Europea, y es que según apunta, el 80% de las instalaciones fotovoltaicas en territorio valenciano son inferiores a 20 MW.

Dragomir aclara que «la mayoría de estos proyectos son medianas y pequeñas empresas que se juegan mucho dinero, esfuerzo e incluso patrimonio para sacar estas iniciativas a cabo y generar empleo verde». En ese sentido, desde Avaesen calculan que en los próximos años se generarán hasta 7.000 empleos directos e indirectos a través del sector.

Una de las alternativas que existen a la ocupación de terreno para instalar plantas fotovoltaicas es ubicar los paneles en cubiertas de edificios o naves industriales. Algo que casa con las pretensiones conservacionistas de los colectivos ecologistas y de defensa del territorio.  

Desde Avasen constatan el aumento de las placas solares en cubiertas para el autoconsumo en los últimos años, propiciado por el precio al alza de la energía, el incremento de los costes, y la crisis energética. Todo eso se suma al ahorro derivado del autoconsumo (de hasta un 70%), y a las numerosas subvenciones que ofrece la administración pública para fomentar este tipo de energía.

A pesar de ello, la CEO asegura que el autoconsumo derivado de las placas en cubiertas «no es suficiente» para satisfacer la actual demanda de energía, por lo que, a su juicio, estas no pueden suplir la implantación «masiva» de renovables que se requiere para todo el territorio.