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Ellas pueden con todo, desde llevar un camión de mercancías peligrosas hasta modernizar la explotación agrícola familiar. Las mujeres llegan a cuentagotas a algunas profesiones pero cada vez son más las taxistas o soldadoras. Las cifras son claras: ninguna de estas profesiones supera el 20% de mujeres ejerciendo. Sin embargo, todas coinciden en que el género no influye para nada en su desempeño laboral y consideran que las cosas están cambiando y cada vez encuentran a más compañeras.
Taxista
Raquel Ortiz ya no es un 'rara avis' en el mundo del taxi en Alicante. Cuando ella entró allá por 2011 eran apenas 20 mujeres conductoras de más de 500 licencias que hay actualmente: «Ahí todas nos conocíamos, estábamos muy unidas, hacíamos quedadas y en seguida me sentí integrada», explica. Ahora, cada vez hay más: «Somos 60 o más, hay veces que veo un coche con una chica que no conozco y digo: 'Mira, una más'», aunque reconoce que hay gente que todavía se sorprende cuando encuentra una conductora al volante.
Esta taxista explica que se ha sentido siempre arropada tanto por sus compañeras como por la mayoría de sus compañeros. «Cuando cogías a alguien que podía haber alguna cosa rara estaban ahí», cuenta. Considera que no hay ninguna diferencia entre ser hombre o mujer, aunque reconoce que algunas mujeres se sienten más a gusto con una taxista mujer. «Cuando me entra un servicio y veo que voy a recoger una chica voy más tranquila, sobre todo en según qué zonas», admite.
Reconoce que todos, conductores y conductoras, están expuestos a peligros como las agresiones o los robos, aunque es consciente de que alguna de sus compañeras pueden haber vivido otras situaciones de acoso más de índole sexual por parte de los clientes, aunque a ella nunca le ha pasado nada.
Raquel heredó el taxi de su padre. Ella no lo veía, pero le animaron sus amigos. «Recuerdo cuando todavía no tenía el carnet de conducir mi padre decía: 'Seguramente si Raquel fuera un chico no se lo pensaría y sería taxista', pero yo pensaba que eso era de hombres. Con 22 años decidí probar y ya no me fui«.
Agricultora
«Mis tomates no son la típica agricultura de mancharse de tierra, aquí es todo muy limpio, los sensores saben en todo momento lo que necesita la planta y le dan lo justo, no se desperdicia nada«, explica Clara Guilló. Ella heredó la explotación agrícola de cultivo hidropónico que habían creado sus padres cuando se jubilaron. De ahí pasó de trabajar en un supermercado a la otra punta de la cadena alimentaria, a la agricultura, un salto en el que ganó calidad de vida.
Insiste en que lo suyo no es lo habitual, «de los agricultores uno está muy bien y los otros 99 muy mal», tal y como ha denunciado recientemente la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA). Una diferencia que viene justo de la modalidad tan particular de cultivo hidropónico que trabaja. «En este sistema las plantas no están en contacto con la tierra, es como los que se quieren montar en las misiones a Marte». Un sistema que le permite conciliar a la perfección con la vida familiar: «Desde el móvil o el ordenador puedo saber si unas plantas tienen una crisis de sed y ordenar un riego mientras compro en un supermercado», explica.
AUX STEP FOR JS
Un sistema que le permite ser más libre, pero que, además, es muy sostenible. Cada planta recibe lo que necesita en agua y nutrientes y el poco sobrante que hay se usa para regar otros árboles de la producción. La agricultura del futuro pero para la que Clara reconoce que no hay ningún tipo de ayuda.
Sobre el papel de la mujer en el campo Clara lo tiene claro: «Había poquitas antes y ahora siguen siendo poquitas, el campo es algo que da miedo tanto a hombres como a mujeres y más si no tienes ni ayudas ni beneficios», reclama.
Conductora de mercancías peligrosas
Si apenas cinco de cada 100 transportistas son mujeres , la cifra baja mucho más cuando hablamos de mercancías peligrosas. Los trailers y camiones cisterna recorren las carreteras con materiales como gasolina, fósforo o butano con especial precaución por el material que transportan. Una de ellas es Elisabeth Sturla. Esta mujer lleva 20 años recorriendo las carreteras de España con 40 toneladas de butano a sus espaldas.
«Llevaba tres años conduciendo autobuses y tuve la oportunidad de cambiarme a este gremio y a mí me encanta conducir», explica esta profesional. «En mi época todo era nuevo, no había ninguna mujer al volante, todavía hoy cuando veo a alguna me alegra mucho», afirma.
Aunque ha pasado mucho tiempo y cada vez hay más mujeres en este sector, la igualdad todavía está lejos. Aunque, según reconoce Elisabeth, no hay ningún secreto para desarrollar esta labor: «Solo ponerle ganas y para adelante», insiste. Remarca que no hay ninguna diferencia entre que sean mujeres o hombres los que se pongan al frente de un camión. Muestra de ello es que esta mujer es una de las asociadas de la Federación Provincial de Transportes de Alicante (Fetrama).
Al preguntarle sobre su profesión, Elisabeth tiene claro que lo más importante es «ser muy responsable y estar muy pendiente del tráfico», además de cumplir y respetar todas las normativas respecto al material. Ella insiste que no se le hace pesado conducir hasta 9 horas al día, pero que es imprescindible «estar despejada y descansada», algo para lo que considera que hombres y mujeres son iguales.
Soldadora
Nora El Kanoun Rodríguez es todo chispa. Se nota en el ambiente desde el primer momento que esta joven de 21 años es un polvorín, todo energía y una pasión que transmite cuando habla de su profesión: la soldadura. Es una de las primeras mujeres en titularse en los cursos de formación en esta materia de la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Alicante (Fempa) y, aunque no es la única, lo cierto es que siguen siendo una minoría.
«Yo venía de artes y cuando empecé a estudiar esto pensaba que no me gustaría, pero descubrí que esto es un arte, le cogí mucha mano y me gustó mucho», reconoce Nora. Esta joven insiste en que este oficio, y otros del estilo, se están perdiendo porque «la gente ya no quiere trabajar en ellos», por lo que hay una gran oportunidad para cualquier hombre o mujer de formarse y encontrar un futuro profesional.
«En el mundo laboral lo que prima es tu calidad profesional, da igual que yo pueda levantar 50 kilos o no, tú vas a ir a soldar y siendo así no te van a poner una pega. También todo depende de las ganas que tengas de trabajar y de que te vean con interés, pero es un oficio en el que, como en cualquier otro, si te sabes mover bien nadie te va a decir que no», explica.
Aunque las cifras hablan de que tan solo un 6,2% de las profesionales del sector son mujeres, para Nora no hay ninguna diferencia entre ellas y ellos. «Mi madre me ha enseñado desde el minuto uno que hay que llegar hasta donde tú quieras, que nadie va a decirte lo contrario», afirma. Aunque considera que muchas veces los prejuicios o la sensación de que es un sector 'de hombres' hace que «seamos nosotras mismas la que nos ponemos las trabas». También reconoce que «te puedes encontrar a un descerebrado» que no quiera mujeres en su taller, pero que, por lo general, «si sabes soldar, si lo sabes defender y tienes buenos profesionales alrededor puedes aprender muchísimo».
Nora acaba de volver de representar a Alicante en el concurso nacional de Talgo, la segunda mujer en ocho años, una trayectoria en la que esta joven ha tratado de empaparse de todo el conocimiento a su alcance. Su proyecto vital pasa por trabajar en talleres pequeños, donde puede ver día a día esas piezas que va montando como pequeños puzzles, pero a futuro le gustaría poder enseñar a otras personas todo lo aprendido y ser maestra de cursos de soldadura. Un sector en el que ella ha encontrado su profesión y su pasión. «Es un oficio muy bonito, muy bueno, es un arte, lo puedes enfocar a mil cosas y al final te sientes orgullosa de decir: esto lo he hecho yo, porque el metal está absolutamente en todo», concluye.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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