Borrar
ENRIC EJARQUE
Dolores sin causa médica: por qué a veces sentimos molestias sin que nos pase nada (y no nos creen)

Dolores sin causa médica: por qué a veces sentimos molestias sin que nos pase nada (y no nos creen)

El neurólogo Arturo Goicoechea se ha topado con multitud de incomprendidos. «Lo triste es que muchos de ellos estaban deseando que les saliese 'algo' en las pruebas físicas. Algunos a los que finalmente se les detectó una dolencia, incluso grave, dijeron sentir 'alivio'»

Martes, 23 de enero 2024, 18:16

Si perteneces a ese afortunado club de personas a las que nunca les ha dolido nada que no tuviese justificación en un análisis, una radiografía, un escáner o cualquier otra prueba médica... ¡enhorabuena!Porque el que más y el que menos ha sentido alguna vez ... en su vida desde molestias insidiosas hasta dolores fuertes –pasando por toda la escala del sufrimiento–... y no ha sabido por qué (y los médicos, tampoco).

Posiblemente, ese dolor acabó pasando. Pero hay personas que no se acaban de deshacer de él y se lo quedan de forma crónica. Estos casos desesperan al que lo sufre, desde luego, y causan en los médicos distintas reacciones: desconfianza, impotencia, hartazgo... Arturo Goicoechea, reconocido neurólogo y pionero en España en la investigación de los llamados 'síntomas sin explicación médica' y en neurobiología del dolor, nos explica por qué no debemos tachar a esta gente de quejica o decirle la frase maldita de 'eso es psicológico'. «Su dolor es real», recalca el experto, autor de 'El dolor crónico no es para siempre' (ed. Vergara).

¿Qué quiere decir con esto? Que lo mismo que una persona sin ninguna molestia puede ser diagnosticada de un cáncer ('¡pero si no me duele nada!', replican algunos pacientes), también se da el caso contrario: que, sin existir daño en el organismo, el cuerpo sufra sensaciones de dolor. ¿Cómo es posible? Goicoechea lo explica así: el dolor es subjetivo, es una respuesta de protección y siempre es real, haya detrás o no una causa objetiva. Así que el neurólogo aboga por un cambio de paradigma en la comunidad médica para abordar esta cuestión (ya se están dando algunos tímidos pasos, afirma).

Él mismo, a lo largo de décadas de ejercicio de la profesión, se ha topado con multitud de incomprendidos. «Lo triste es que muchos de ellos estaban deseando que les saliese 'algo' en las pruebas físicas. Algunos a los que finalmente se les detectó una dolencia, incluso grave, dijeron sentir 'alivio'», indica el neurólogo. ¿Por qué? Porque no hay nada que nos haga sentir más solos que sufrir y que no nos crean. Sobre todo suelen ser dolores de tipo migrañoso, musculares o de huesos. De ahí que Arturo Goicoechea se haya tomado como un reto explicar cómo funcionan los mecanismos del dolor crónico no explicado, algo que «hace a las personas más vulnerables, ya que dejan de practicar estilos de vida saludables, están más estresadas, gestionan mal sus emociones y el ajetreo de la vida moderna y se vuelven hipersensibles y demandantes». He aquí unas claves para afrontar la situación y evitar que la calidad de vida se resienta.

'Es psicológico'... Pues no

Desde siempre, si no hay causa física a un dolor, la explicación ha sido 'es algo psicológico'.Que venía a ser, en ese contexto, sinónimo de imaginario. Y no, el dolor es de verdad, «porque el organismo a veces actúa convencido de que el peligro existe». Cuando se le explica esto al paciente y su entorno lo entiende así (y deja de 'reñirle' por quejarse por nada), quien lo sufre ya ha dado un paso importante.Se siente validado y, por tanto, puede tomar las riendas de la situación.

Haz lo que tengas en mente

Aconsejarle a una persona que tiene un dolor crónico que centre su atención en otra cosa es lo acertado, pero... sumamente difícil de hacer.Hasta se puede molestar. Por eso, lo que cualquier profesional debería decirle es que «no está prohibido pensar en el dolor», sobre todo porque, «cuanto más queramos hacer esto, más presencia tendrá». Según Goicoechea, es beneficioso pensar en el dolor, pero «sabiendo que allí donde duele no sucede nada que impida moverse o hacer lo que teníamos en mente». Es decir, la consigna es centrarnos en nuestra actividad diaria, no quedarnos parados.

Tanto autorrevisarnos...

Si estamos en un estado permanente de alerta-protección, entramos en un «ronroneo cognitivo pesimista». «Un dolor, en ausencia de daño, expresa por parte del organismo un exceso de protección, de vigilancia y de catastrofismo», dice Goicoechea. ¿Y qué pasa si nos sometemos a un sinfín de pruebas, por ejemplo, porque nos duele la espalda? Que, claro, acabará apareciendo algún desgaste o alguna cosa propia de los años que sirva a los facultativos para justificar ese dolor, aunque posiblemente no se trate de la causa.

Cualquier persona sana, si se somete a multitud de exámenes físicos, encuentra 'excusa' para varios males que, posiblemente, no le estén dando 'guerra'. Pero obtiene una respuesta... «Hay quienes defienden que la evolución ha seleccionado genes hiperprotectores e hipervigilantes, atentos a la evitación del daño –argumenta el neurólogo–. La especie aumenta así la probabilidad de sobrevivir, aun a costa de padecer más dolores».

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

todoalicante Dolores sin causa médica: por qué a veces sentimos molestias sin que nos pase nada (y no nos creen)