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Lo tienes claro. De este año no pasa. Te has dado un pequeño margen para hacerte a la idea, pero ya es hora de empezar a entrenar para apuntarte a esa carrera popular que te has planteado como reto personal. Tus zapatillas de deporte piden ... la jubilación a gritos, así que te acercas a un centro comercial para comprar unas nuevas. Entras en una tienda, echas un vistazo y buscas a un empleado para que te aconseje. Lo primero que te pregunta es si eres pronador o supinador. A ti esas palabras te suenan, pero la verdad es que no lo tienes claro. «Cuando caminas, ¿desgastas el talón del zapato por el exterior o por el interior?», te plantea. «Por el exterior», resuelves. «Perfecto, entonces eres supinador», responde y se pone a buscar modelos adaptados a esa pisada para que te pruebes.
«Error», alerta Jorge Escoto, miembro de la Junta Directiva del Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) cuando se le pide que valore esta situación, tan habitual cuando nos acercamos a una tienda a comprar un par de zapatillas. «Los empleados de este tipo de espacios comerciales no suelen tener conocimientos suficientes de biomecánica como para diagnosticar y asesorar sobre el tipo de calzado más adecuado para cada cliente. La mayoría de veces se limitan a preguntar si eres pronador o supinador y, en función de la respuesta, te ofrecen unos modelos u otros. Pues bien, comprar una zapatilla de deporte basándose únicamente en ese parámetro es peligroso».
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«En primer lugar, porque hay más tipos de pisada que esas dos. De hecho, una misma persona puede pisar de una manera con el pie izquierdo y de otra con el derecho. Y en segundo lugar, porque una mala elección de la zapatilla también puede desencadenar múltiples lesiones, desde fascitis plantar a dolor lumbar o incluso rotura de huesos por estrés», argumenta el podólogo valenciano. Y pone varios ejemplos.
No todas las personas que son pronadoras o supinadoras lo son en el mismo grado. «Es decir, una zapatilla comercializada para deportistas que inclinan el tobillo hacia fuera puede funcionar bien en un corredor y causarle una lesión a otro aunque ambos sean supinadores. Lo que pasa en estos casos es que no lo son en la misma medida, por eso es importante hacer un estudio de la pisada antes de comprar el calzado deportivo», aconsejan los expertos.
Los pies que tienden a ir hacia fuera tienen una mayor predisposición a fracturas óseas y esguinces de tobillo. «En los supinadores también son habituales las fracturas por estrés en el cuarto y quinto metatarsiano y se pueden llegar a fracturar el peroné en los casos más extremos», aclara Jorge Escoto. En el caso de las personas en las que el talón tiende a ir hacia dentro (pronadores), las lesiones que les causa una mala elección del calzado son algo más complejas y no solo afectan a los pies.
«Al girar las rodillas hacia dentro, las rótulas se van hacia fuera, la pelvis se adelanta y aumenta la curvatura a nivel lumbar, lo que supone una alteración de todo el sistema músculo esquelético: desde el pie hasta el cuello , porque el cuerpo tiende a compensar el desequilibrio. Las personas con la pisada hacia dentro son más propensas a dolores lumbares y de cuello, por ejemplo», añade el podólogo valenciano. Los corredores con una pisada neutra suelen tener menos lesiones que el resto, «ya que el peso del cuerpo está distribuido a lo largo del pie sin sobrecargar las articulaciones».
La recomendación general de los especialistas para evitar lesiones por una mala elección de las zapatillas es «comprar un modelo de pisada neutra, que nos resulte cómodo y después adaptarlo a nuestras necesidades tanto físicas como de carrera con una plantilla personalizada para cada pie. «Para ello es necesario hacer antes un estudio biomecánico de la pisada», explican los podólogos. El precio de este tipo de plantillas oscila entre los 100 y los 200 euros aproximadamente y su durabilidad es similar a la del calzado.
Para correr: Una persona que se inicia en esta disciplina y corre por la ciudad necesita unas zapatillas que le den estabilidad y que no sean excesivamente blandas. Hay que fijarse en que la suela sea flexible por la zona de los dedos, pero no tanto en el centro, donde está nuestro arco plantar. Además, tienen que ser cómodas y no quedar ni apretadas ni demasiado sueltas: el pie necesita sujeción pero no estar constreñido. También se debería tener en cuenta el peso, la velocidad de carrera y por dónde se corre. Por ejemplo, una persona con mucho peso necesita una zapatilla que ofrezca amortiguación.
Para caminar: aunque cada vez se fabrican más modelos específicos para caminar, tampoco hace falta tener una zapatilla para cada disciplina. En este caso, se puede escoger una para correr. Como el asfalto es una superficie dura y los movimientos son repetitivos es importante elegir una zapatilla con una buena amortiguación para que las articulaciones no sufran. Los podólogos aconsejan huir de los modelos que prometen endurecer los glúteos o que nos ayudan a adelgazar.
Para el gimnasio: la zapatilla ideal debe tener en cuenta cuáles son nuestros movimientos habituales, que pueden ser verticales, horizontales, laterales... Si hacemos crossfit, por ejemplo, los podólogos aconsejan que el perfil del calzado sea bajo para tener mejores sensaciones al pisar.
Para el monte: la sujeción del tobillo es muy importante y la suela tiene que tener más relieve para darnos un mayor agarre en terrenos inestables, embarrados...
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