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Marta y Luis juegan con Laura
Marta y Luis juegan con Laura Tere Compañy

Marta, madre de 54 niños

Esta mujer y su marido son familia de acogida de urgencia | «Todos necesitan atención, que les cuiden; en definitiva, amor incondicional»

Domingo, 23 de abril 2023

En el pasillo de entrada de casa de Marta -nombre ficticio- hay un mural con 54 fotos. Pronto serán 55. Son los niños a los que ella y su marido, Luis -también ficticio-, han dado un hogar a lo largo de estos años, desde que en 2006 decidieron dar el paso a ser familia de acogida.

Un mural que refleja una realidad imprescindible pero muy desconocida: ¿qué ocurre con un menor cuando su familia no puede hacerse cargo de él, cuando las circunstancias hacen que entre en el sistema? La respuesta es larga y depende de los casos, pero para esta mujer, que dedica gran parte de su tiempo a cuidar de niños de 0 a 6 años, lo ideal es que pudieran tener una familia de acogida que dé un entorno de confianza y estabilidad hasta que la red de origen se recupera y pueden volver con sus padres, abuelos, tíos o las personas del entorno.

4.000 menores

tutelados por la Generalitat

2.500 en familia de acogida

42 menores de 0 a 3 años

en centros de acogida

Pero la realidad es que en la Comunitat Valenciana en 2019 había 4.000 menores bajo tutela de la Generalitat. De ellos tan solo 2.500 están en familias de acogida o familia extensa -cuando el acogimiento lo realiza alguien del entorno-, mientras que el resto permanecen en centros. Una situación especialmente complicada para los niños de 0 a 3 años que, aunque la ley recoge que deben estar siempre en un entorno familiar, en 2019 el Síndic de Greuges denunciaba que al menos 42 de ellos lo hacían en centros.

Marta y Luis son familia de acogida de urgencia, los que están disponibles 24/7 para las situaciones de emergencia, una de las modalidades de este sistema y que tiene un tiempo máximo de seis meses. Es decir, hasta que se diagnostica la situación del menor y del entorno familiar para decidir el recurso más adecuado para cada caso.

«Muchas veces llegan con lo puesto. Cuando vienen preparamos la casa para que todo sea amable y cómodo. Parece algo muy simple pero no lo es, no sabemos qué les gusta comer o beber, así que bajo a la panadería y le digo que me prepare una bandeja con una cosa de cada. Pongo agua, zumo, refrescos, música tranquila, organizamos los juguetes y los cuentos en el salón», explica Marta.

Una llegada que muchas veces es un auténtico aldabonazo para los menores. Esta mujer lo explica así: «Es como si te cogen a ti, te llevan a otro sitio y no hay nada que reconozcas como tuyo, ni de la casa, ni de las personas, no hay caras que te suenen. Eso a nivel emocional es durísimo. Muchos vienen asustados.»

Tipos de Acogimiento Familiar

De Urgencia

Duración máxima 6 meses. Busca determinar la medida de protección más adecuada para cada caso.

Temporal

Duración máxima 2 años. Por la previsión de la reintegración en su propia familia o en tanto se adopte una medida de protección más estable.

Permanente

Duración indeterminada. Cuando la reintegración familiar no sea posible o las circunstancias del menor así lo aconsejen.

A partir de ese momento empieza el trabajo de estas familias, tanto para atender a los menores -citas médicas, colegio, terapias, visitas familiares- como para comenzar un proceso en el que los niños se sientan acompañados y sientan el cariño de su nuevo hogar. «Cuando los trabajadores sociales empiezan a contactar con su familia muchas veces les pedimos que nos den algunas fotos de cuando eran pequeños, o si preguntan mucho por un peluche que nos lo hagan llegar o a veces es algo tan sencillo como que nos digan la marca de chupete que les gusta», afirma esta mujer mientras Laura -nombre ficticio-, la niña de acogida de la que cuidan en este momento juega con su pelo.

Fotografías de su familia que van a decorar la nevera de Marta y Luis o la mesita de noche de los niños, imágenes con las que poder explicarles que solo estarán allí unos meses, hasta que puedan volver a casa con papá o mamá o con una familia de acogida, temporal o definitiva. Las fotografías también formarán parte de la caja de recuerdos que esta mujer prepara para cada uno de los menores que han pasado por su casa.

«Cuando vienen lo hacen con lo puesto muchas veces, pero cuando se van se llevan un pedazo de caja enorme con todas las cosas que han vivido en nuestra casa»

«Lo hacemos todas las familias, a los tres o cuatro días de estar en casa les hablamos de esta caja que está en su habitación, y vamos guardando todos los tesoros que encontramos, un dibujo que han hecho en el cole, una hoja recogida en una excursión con ellos, o si son más pequeños su primer chupete con la fecha, algo que trajeron el primer día que vinieron, fotos y recuerdos. Cuando vienen lo hacen con lo puesto muchas veces, pero cuando se van se llevan un pedazo de caja enorme con todas las cosas que han vivido en nuestra casa y un álbum de fotos que vamos montando», explica Marta.

Un detalle que no es para nada nimio, ya que les ayudará después a ser capaces de ordenar las secuencias de su vida, a entender los recuerdos de cuando eran pequeños y a encajar las piezas del puzle su propia historia.

En los acogimientos de urgencia los menores están menos de seis meses con la familia de transición. Tere Compañy

Porque el objetivo del acogimiento familiar es justo ese, el ser un espacio de transición, lo más temporal posible, para que los menores puedan volver con su familia de origen -o a acogida en familia extensa- o pasar al sistema de adopción en caso de no ser posible. Y más en el caso de Marta, que forman parte de los recursos de urgencia y en la mayoría de los casos los niños no están más de 6 meses con ellos.

«La despedida la tenemos que vivir como una fiesta todos, les decimos '¡qué guay, que te vas otra vez con tu familia' o '¡mira esta familia que lleva mucho tiempo esperándote!', toda una película que les cuentas, igual tú por dentro estás muriéndote, pero como les acompañas así no les queda más remedio que decir '¡qué bien que me voy!'».

«La despedida la tenemos que vivir como una fiesta todos, aunque por dentro te estés muriendo»

Esta mujer explica que ella ha sentido todas y cada una de las 54 despedidas que ha hecho: «Nos morimos todos, pero tienes que entender el proceso y los niños están por encima de todo lo demás». Y es que el bienestar de los menores es lo prioritario y de eso cuidan mucho estas familias. «A uno nos lo llevamos a Conselleria en su bici, avisamos antes para que no nos parara el responsable de la puerta de acceso. Era su ilusión, la bicicleta, le decíamos 'vas a irte a Madrid con la bici, y vas a poder tocar el claxon en el tren'. Son detalles que ayudan a que se olviden un poco de toda la magnitud que tiene el 'espérate, que me vuelvo a ir'».

Este cambio está muy cuidado, y la familia de Marta y la nueva familia de los niños tienen un periodo de adaptación en el que empiezan a quedar para conocerse. Van al parque, hacen excursiones o incluso se quedan en casa de Marta y Luis unos días. Una transición que hace que «cuando la niña habla de su profe Clara, su mamá sabe quién es, no solo tienen el expediente médico sino también durante el proceso han conocido a los profesores, saben el champú favorito de los niños o los ejercicios que están haciendo con el neuropediatra». Cuando ese acogimiento es la vuelta al hogar o a familia extensa, las visitas se hacen mucho más habituales, así como empiezan a pasar temporadas o fines de semana con ellos.

Marta habla del acogimiento con pasión, de cómo hace falta más información para aumentar las familias y que todos los menores tutelados puedan estar en un entorno más amable, de los niños y niñas que han pasado por su hogar -algunos solo unos días, otros casi 4 años- «la gente a veces pregunta ¿no te los quedas?, pero no se trata de eso», del acompañamiento de Conselleria que nunca es suficiente, «yo siempre pediría más para ellos», y un sinfín de temas sobre una realidad muy invisibilizada pero que afecta a los más vulnerables, los niños. Una tarea en la que están acompañados por los técnicos de la Conselleria y asociaciones como Gaia, que agrupa a las familias de acogida.

¿Lo más complicado para ella? «aprender a no juzgar, a dejar a un lado las condiciones que han hecho que esos menores lleguen a ti, a decirles a los niños 'tu mamá se ha equivocado pero eso no quiere decir que no te quiera', yo no me atrevería a decir si un padre quiere a su hijo o no». Algo especialmente difícil cuando en ocasiones la retirada de urgencia la hace la misma Policía, que es quien lleva a los menores a su casa.

Situaciones complicadas pero que en casa de Marta tienen la misma respuesta: «Al final se trata de dar mucho cariño, que sepan que los viernes les vas a esperar en la puerta del colegio con un bocadillo de Nocilla, jugar a lo que les gusta, achucharles, elegir con ellos la ropa que se van a poner para ir a ver a sus abuelos en la visita familiar. Todos los niños necesitan atención, que les cuiden. En definitiva amor incondicional, punto final».

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