La Universitat de Valencia quiere implantar en su campus de Ontinyent una facultad de Veterinaria. Sería la tercera facultad de estas características de la Comunitat, tras los grados que ya se imparten en otras dos universidades privadas de Valencia. En la práctica, eso convertiría a nuestra autonomía en la que más graduados de esta rama concentraría de todo el Estado, al menos 500 frente a los 423 de Madrid.
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El Consell Valencià de Col.legis Veterinaris (CVCV) rechaza la apertura de esa nueva facultad (la que sería la 17º del país), ya que a su juicio, alimentaría la «precariedad laboral que sufre la profesión». Esa precariedad a la que aluden se traduce en el hecho de que veterinaría está entre los grados superiores «peor pagados» y cuyos salarios, están a «enorme distancia de los de otros sanitarios» y unos 530 euros mensuales por debajo de la media general.
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Como muestra de este excedente de plazas formativas, explican que de materializarse la nueva facultad en Ontinyent, las plazas ofertadas entre Valencia y Murcia llegarían casi en número a las que concentra Francia: 650 por las 724 del país galo.
Explica el Colegio que España ya lideraba en 2019 - con 'solo' 13 facultades de Veterinaria y 1.638 plazas universitarias- la ratio de veterinarios en activo por millón de habitantes. Desde entonces se había hablado de la apertura de la facultad por parte de la UV, pero también con otras dos: una privada en el Campello y otra pública en Orihuela.
Nada de ello salió adelante pero, a nivel nacional, sí se inauguraron otras en Lleida, en la Universidad Europea de Madrid, y más recientemente en Salamanca (aprobada pero todavía no está puesta en marcha). Durante este tiempo, la Generalitat ha dado el visto bueno para ampliar en Valencia un 188% las plazas universitarias de las dos facultades privadas de la provincia: la U. Cardenal Herrera CEU logró en 2017 las autorizaciones para ser la que más plazas tiene de toda España -pasó de 120 a 300- y en 2022 la U. Católica de Valencia duplicó su oferta también (de 60 a 120).
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Para la entidad colegial, este panorama formativo ha convertido a la profesión veterinaria en «una de las más precarizadas». «Con salarios tan bajos y horarios y guardias tan complicados, esta profesión es una de las que más padece el llamado burn out (síndrome de estar 'quemado') y son también los jóvenes los que con mayor intensidad lo sufren» explican.
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