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Ni diez días le ha durado a los socialistas valencianos el duelo por perder la Generaliat el pasado 28 de mayo tras ocho años en el Palau. El Botànic ha dejado de serlo justo cuando el PSPV ha obtenido el mejor resultado en votos de las tres últimas elecciones. Pedro Sánchez, el otrora noble córcel al que se montó en 2019 el secretario general de los socialistas valencianos, Ximo Puig, para firmar el segundo Botànic se tornó jamelgo a la hora del tercero y los socios que le encumbraron ahora le han hundido. Las cuentas del presidente casi le salen. Pese a que los socialistas han aumentado votos y escaños, el pueblo le ha cortado la tercera pata al Botànic, al no dar apoyos suficientes a Podemos para estar en Les Corts, lo que le ha trastabillado hasta caer estrepitosamente.
Con él, ha arrastrado el andamiaje que sujetaba al líder del PSPV, Ximo Puig, en lo alto de la cúspide de la organización. Puig lo ha sido todo en una formación en la que no creía, como él mismo reconoció en un comité nacional hace no muchos meses. «Bueno, sí, un poquito», apostilló entre risas a su comentario. Como el Rey Sol, el partido soy yo. Y todos los acataban porque, claro, «es el presidente». De hecho, este ha sido el lema de su última campaña electoral: «El president».
Como tal, ha ordenado y controlado toda la organización socialista del País Valencià. En dos legislaturas ha conseguido crear una corriente 'ximista' en torno a las instituciones. Ahora, que carece de ellas, empiezan a destaparse a todos aquellos arrinconados durante ocho años. Y que ven ahora el mejor momento para acabar una etapa en el PSPV.
Solo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha conseguido aplazar a otoño lo que iba a ser una barbacoa de verano. El PSPV se presenta dividido a unas elecciones generales en las que no cree y sus dirigentes descuentan el tiempo para el periodo congresual que se vislumbra en el último trimestre del año. Aún manteniendo Pedro Sánchez el poder, el futuro de Ximo Puig está muy en el aire.
«¿Cuándo se jodió el Perú?», se preguntaba Ximo Puig citando a Vargas Llosa en las elecciones de 2015. Pues el Perú se jodió nada más concluir las primarias socialistas de Alicante, en el mes de octubre. Barceló se imbuyó del poder que ostentaba Puig. Es su representante, su correa de transmisión y la interlocutora de Alicante con el Palau. El partido quedaba aparte.
El presidente de la Generalitat utilizó su potestad para elegir candidata a la Alcaldía de Alicante. Una desconocida en la política municipal, pero de máxima confianza del presidente: la exconsellera de Sanidad, Ana Barceló. Su bagaje político pasa de ser alcaldesa de Sax, en el Alto Vinalopó, a secretaria general del PSPV provincial de Alicante cuando Leire Pajín modernizó el antiguo esquema comarcal de las organización socialista. De ahí, al Consell y como portavoz en Les Corts.
Entonces, Puig volvió a tirar de la 'vieja guardia' para garantizarse la elección de Barceló y a renglón seguido se pusieron detrás porque, claro, «es el presidente». Los 'soleristas' presentaron a María José Adsuar como rival a las primarias de Alicante. El resultado final en porcentaje: 70%-30% y Barceló fue candidata. Infalible la corriente mayoritaria del PSOE de Alicante. Tras la noche de primarias, los derrotados hablaban de lograr dos-tres puestos en la candidatura municipal. Vamos, lo de toda la vida.
Aquí vino la traición. ¿De quién? Pues depende a quién preguntes, como siempre. El PSOE de Alicante se sintió traicionado porque esperaban controlar la candidatura local y la campaña. No en vano, Barceló no conocía para nada la ciudad. Fue muy sonada su ausencia en la elección de la Bellea del Foc de Alicante en noviembre, uno de los actos festeros más importantes del calendario.
Pero nadie hacía caso en el PSPV de lo que desde la capital se advertía. «Puig ha tratado Alicante como una pedanía», es el resumen de estos meses de conflicto según un destacado dirigente. Aquí viene la traición, según la otra parte, cuando desde la agrupación local se hicieron acercamientos a Soler a través de históricos socialistas ya retirados.
Porque no hay nada que una más en política que un enemigo común. Por elevación en los dos casos, Ximo Puig. Primero, el acuerdo entre el partido provincial y la dirección local de Alicante. Después, la unidad de las antiguamente enfrentadas sensibilidades socialistas contra su propia candidata. La provincia de Alicante contra Ximo Puig.
Pero, a meses de unas elecciones autonómicas y municipales, no era el momento. Porque, claro, «es el presidente». El PSOE de Alicante decretó la 'pax romana', un silencio sobre lo que ocurría en la agrupación, aunque las críticas fueran por dentro en uno u otro sentido. Unos, porque la candidata no se dejaba aconsejar; otros, porque la dirección del partido no permitía que nadie ayudara.
Desde el PSPV autonómico, sin embargo, se percibían los problemas. Las encuestas que llegaban al Palau periódicamente demostraban que Alicante caía sondeo tras sondeo. La campaña no remontaba en ningún momento. Y Puig volvió a tirar de la 'vieja guardia', de tal forma que dos altos cargos de Presidencia vinieron a Alicante en la misma campaña para pedirle a la organización local «movilización» para los actos del jefe del Consell en la ciudad y para completar los apoderados e interventores. Como San Pedro, Puig negó tres veces a la 'vieja guardia' pero siempre terminaban en el mismo sitio.
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José Vicente Pérez Pardo
Tere Compañy Martínez
Los resultados de las elecciones autonómicas y municipales fueron lo que fueron. Y Puig perdió la Generalitat. Se acabó la tregua instaurada en Alicante. Lo que nadie esperaba es que las hostilidades se desataran tan pronto, menos con una convocatoria de elecciones generales realizada 24 horas después de la debacle del 28M.
Pero ya no hay vuelta atrás. Alicante unida se quiere cobrar los desagravios de los últimos años. La local de la capital ha puesto miguitas, como la presencia de Ángel Franco en el Senado, que la dirección autonómica ha picado. Las candidaturas salidas del comité ejecutivo provincial fueron por unanimidad, a sabiendas de que iban a ser retocadas un día después por Valencia.
Pero se lanzaron con la confianza de que Puig, sabedor de que su debilidad tras perder el Palau, iba a negociarlas. Al contrario. El presidente de la Generalitat en funciones, pero secretario general hasta nuevo congreso, vetó a Franco de la lista del Senado «de manera personal», explican dirigentes socialistas. No solo eso, sino que ha cambiado cualquier propuesta de Alicante. Salvo Alejandro Soler y Patricia Blanquer, ambos respaldados desde la federal. Por eso, se mantienen como número 1 y 2 al Congreso.
Del resto, nadie. Ni de Alicante, Pinoso o Santa Pola. La dirección del PSPV ha desplazado a cualquiera que no estuviera en la órbita del Consell para darles una salida tras perder las instituciones. El comentario de un alto cargo del PSOE no es literal: «Han ido corriendo a salvarse el tipo», porque la frase es más gruesa. Sobre el presidente, es más publicable pero no menos contundente: «Quiere morir matando», afirmaba otro. La guerra está servida, pero, claro, con un matiz: «Ya no es el presidente».
La actitud de Puig respecto a Alicante provocó la intervención en contra del secretario general provincial, Alejandro Soler. Protestó por las formas en las que se habían realizado las modificaciones a unas listas aprobadas por la provincia de manera unánime y según los Estatutos. Pero lo más molestó fue que no hubo ninguna llamada antes para negociar. Pero también la del alcalde de Elda y presidente de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP), Rubén Alfaro, hombre de consenso y uno de los pocos referentes que le quedan al PSOE en la provincia.
El tercer acto de este drama lo firmó este viernes el comité de listas federal del PSOE después de darle un revolcón a Puig y devoler en buena medida las candidaturas propugnadas desde Alicante. Pedro Sánchez no está para bromas ahora, y menos para hacerle un guiño a quien hace años apoyó a Susana Díaz en las primarias frente al actual presidente del Gobierno.
La estrategia de Puig de pedir unidad y ponerse al lado de Pedro Sánchez frente a barones socialistas como Page o Lambán es eso, una estrategia, quizás para ganar tiempo. Que no se irá no se lo cree mucha gente. Por lo pronto, el líder socialista ya ha evidenciado que no será portavoz de su grupo en Les Corts. Lo hizo en una entrevista en 'La Sexta'.
El PSPV espera que terminen cuanto antes las elecciones generales antes de abrir, de verdad, las hostilidades contra Puig. Nadie confía que aguante mucho en el cargo. De hecho, ya se cuece este congreso, con todo lo que eso conlleva de llamadas, reuniones, conciabulos... No se puede descartar que algunos 'ximistas' que todavía conservan la Alcaldía se abran a una nueva etapa o vicerversa.
La opinión mayoritaria es que el PSOE abrirá después de las elecciones un periodo de congresos en todos los ámbitos y, en concreto, en el nacional esperan que Ximo Puig no se presente a la reelección porque, entonces, se articulará una alternativa.
La provincia de Alicante quiere contar en el futuro diseño del PSPV. Por lo menos, tener su autonomía respecto al secretario general y ejercerla sin interferencias. Por lo menos, hasta que haya un nuevo 'president' socialista al cargo. Como poco, dentro de cuatro años.
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Sara I. Belled y Clara Alba
Rocío Mendoza y Álex Sánchez
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