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La alicantina Andrea Piñero lució la camiseta del Hércules. a.p.
Andrea Piñero, ex futbolista del Hércules femenino: "No era normal que una niña jugara al fútbol en los años 70" | Hércules Club de Fútbol de Alicante
Andrea Piñero | Ex jugadora del Hércules femenino

«No era normal que una niña jugara al fútbol en los años 70»

La alicantina cuenta con el título de mujer emblemática de la ciudad gracias a su valentía por formar parte de un equipo y, sobre todo, de un deporte que no estaba bien visto para las mujeres | «Me parecía un sueño jugar en el Hércules y lo conseguí»

Adrián Mazón

Alicante

Lunes, 2 de enero 2023, 08:28

La grada estaba llena. El antiguo campo de La Viña rebosaba fervor ante un partido histórico. Aquel 25 de mayo de 1958 el Hércules Club de Fútbol se enfrentaba al Real Murcia. Los minutos fueron intensos hasta que el marcador anunció un trágico final del partido con un 0-1, una derrota para el primer equipo de la ciudad que, en aquel entonces, jugaba en la segunda división.

Pepe Piñero, como era habitual, cruzó con euforia y nerviosismo el par de calles que separaban su casa del campo de La Viña, ubicado en la actual plaza homónima. Sin embargo, el resultado final provocó en él una sensación de enfado al ver cómo ese único gol careció de celebración en su equipo. Tras guardar el balón, este aficionado regresó a la calle Asturias, donde le aguardaban sus dos hijas y su mujer, embarazada por tercera vez.

Una vez cruzó las puertas de la tienda de comestibles donde vivía junto a su familia, sus hijas salieron a recibirle con una noticia. «Papá, tenemos otra niña». Ese fue el titular, a lo que Pepe Piñero respondió: «otra niña, pues vengo yo bueno del fútbol». Y es que tanto él como su mujer, Fina, esperaban un niño. No obstante, al ver la cara de Andrea, su tercera hija, «se le pasó el disgusto y se entusiasmó conmigo».

Así fueron los primeros minutos de vida de Andrea Piñero (Alicante, 1958), una mujer emblemática por sus pinitos y su trayectoria en el deporte rey. Una disciplina que, desde sus inicios, era para hombres, según el pensamiento colectivo. Aunque ella, criada -como en muchos otros hogares alicantinos sucede- con el sentimiento herculano por bandera, lo tuvo claro: jugar al fútbol con sus primos y amigos, por diversión, sin complejos, y porque le gustaba y lo sigue disfrutando.

«Yo era feliz, corría como ellos, me tiraba al suelo si hacía falta, me rompía la ropa y llegaba a casa sucia», relata Piñero al recordar su niñez en aquel campo de La Viña -«era mi parque»- y en las calles perpendiculares del barrio de La Florida, donde improvisaban porterías con piedras para dedicar el tiempo libre a jugar con el balón. Allí, en sus inmediaciones se crió y, sobre todo, empezó.

Andrea Piñero en el campo de La Viña, su parque. t.a.

La pasión que Piñero siente por el primer equipo de Alicante le viene desde que nació, pues su padre se encargó de abonar a toda la familia con aquellos «carnes de cartón y de colores». «Mi papá me llevaba al fútbol, fue nacer y hacernos socias», a sus tres hijas, a su mujer, al novio de su hermana, incluso a los pequeños de la familia. Una tradición -la de pasar de generación en generación el amor por el Hércules y la pasión por el fútbol- que ha perdurado en el tiempo. Hasta tal punto que los hijos de Andrea Piñero han pasado por este equipo y, también, sus sobrino nietos, quienes forjan su trayectoria en otros dos clubs: Carlitos López en el Legia de Varsovia y Rubén López 'Rubio' en el CD Alcoyano.

Pero, en cuanto a ella y a su padre, «¿quién iba a pensar que su tercera hija iba a fichar por el Hércules femenino?», todavía se pregunta. Y es que «jugar en La Viña era impensable, para él y para mí». Sin embargo, su talento y maestría con el balón y la estrategia de juego le dieron la oportunidad de debutar en aquel campo en el año 1970, cuando un grupo de chicas se acercó a Piñero y le preguntaron si quería jugar con el Hércules. «¿Cómo? Si soy una chica», fue su respuesta cargada de asombro, a la que siguió: «somos unas niñas que vamos a hacer un equipo, te hemos visto jugar y lo haces muy bien».

Dedicarse al deporte por prescripción médica

No era extraño pasear por la década de los años 60 por el barrio de La Florida y ver cómo los niños inundaban las calles de risas y golpes de balones. En aquellos tiempos, el tranvía circulaba por el distrito y muchas pelotas que caían sobre las vías acababan reventadas. No obstante, el amplio número de niños y la ilusión de los padres al ver cómo se divertían jugando al balompié hacía que nunca se quedaran sin un balón con el que poder correr y chutar por el largo de las calzadas.

Entre la chavalería estaba ella, Andresina -como la llamaban sus amigos y familiares-. Desde pequeña se sentía atraída por la inercia del balón y sus efectos. Y eso que desde que nació ha probado varios deportes, como la natación e ir en bici, pero siempre se ha decantado por el fútbol. Consecuencia de ello fue el brote de poliomielitis que azotó a esta zona de Alicante en esta década, un foco de esta enfermedad que afectó a Piñero con tan solo dos años.

Varias integrantes del Hércules femenino junto a la afición. a.p.

«Mi mamá me vestía y yo me caía, pensaban que estaba jugando», pero no fue así. De hecho, su tía «muy adelantada a su tiempo» detectó un problema en la pequeña en varias ocasiones, una alerta que no tuvo éxito pues «el pediatra dijo que me caía porque estaba muy consentida». Sin embargo, tras ver que su comportamiento continuaba «me llevaron al hospital y detectaron que era polio». «Tuve suerte porque me cogieron a tiempo» y consiguieron paliar la enfermedad –«novedosa» en aquel entonces-. Los médicos, como recomendación, le dijeron a sus padres que practicara mucho ejercicio hasta que fuera mayor.

Eso sí, entre los deportes que comentaron «no dijeron fútbol porque no entraba en los parámetros de las mujeres», pero para Piñero rendirse no era una opción y se decantó por acompañar a sus primos y amigos en esta disciplina. «Veía que lo pasaban bien, que gritaban, que metían gol y me gustó», por ello salió con ellos a jugar y, desde entonces, asegura que «nunca me he visto discriminada, aunque yo llevaba vestido y falda y ellos iban con pantalones, me veían como a uno más». En este sentido las peleas entre compañeros eran constantes porque todos querían jugar con ella. «Cuando hacían 'chapí y chapó' para repartir los equipos, el que salía primero me pedía a mí».

Andrea Piñero con la camiseta del Hércules en el campo de La Viña. a.p.

A pesar de que la alicantina se juntaba con niños sin prejuicios, estos no tardaron en llegar a la tienda de sus padres quienes «aguantaron muchos insultos porque en los 70 no era normal que una niña -no era guapa, tampoco fea, sino una niña normal del montón- que con su falda o vestido, entonces no llevábamos pantalones, jugara al fútbol con los chicos». Unas reacciones a las que tanto Pepe como Fina e, incluso, la propia Andrea hicieron oídos sordos. «Yo era feliz».

Debutó con las botas de su primo

Si hay algo que recuerda Andrea Piñero de su niñez son los ratos que pasó jugando al fútbol en los alrededores del campo de La Viña. Por allí pasaron grandes promesas y figuras del primer equipo de Alicante que «iban a comer al restaurante del Betis Florida, justo detrás de mi casa». En uno de esos momentos, en los que la casualidad no es protagonista, varios de estos futbolistas y «unas amigas me vieron jugar». En esos partidos de niños, la que años después sería una joven promesa del Hércules femenino se dedicaba a «correr, jugar, centrar y rematar de cabeza como uno más».

Unos gestos y una manera de practicar este deporte que hizo que «unas niñas me dijeran si quería jugar con el Hércules». Su respuesta, ante tal proposición bastante ajena a la realidad, fue chocante: «si soy una chica», pese a lo cual estas le detallaron que «vamos a hacer un equipo, te hemos visto jugar y lo haces muy bien». Ahí empezó todo, unos meses después durante un torneo en el que el femenino del Hércules debutó.

El Hércules femenino luce un trofeo tras un partido. a.p.

Se trató del primer Trofeo Hogueras con motivo de San Pedro cuando «debuté en el año 71 con trece años», hace memoria la ex futbolista. «Me dijeron que fuera allí con el vestuario», pero ella no tenía botas por lo que su primo le prestó las suyas. «No sé si me estaban grandes o pequeñas, pero me calcé las botas con las medias gordas que nos daban». Una vez pisó el campo estaba «nerviosa», pues la voz de que iba a jugar se corrió «como la pólvora» a través de sus padres, sus hermanas y sus amigos. Finalmente, la «euforia» se apoderó de ella y con dos goles su equipo salió victorioso de esta competición.

Este partido lo recuerda con emoción -»me parecía un sueño y lo conseguí»-, igual que lo hace cuando menciona a la figura de Tomás Tarruella, presidente del Hércules en aquella época, de quien recuerda cómo subvencionó al primer equipo femenino para poder realizar salidas a otros campos, así como proporcionarles el vestuario y las dietas. Y es que tras él, «nadie más apostó por nosotras» porque los que llegaron después quisieron apostar por el equipo masculino «que estaba en tercera y nos dejaron de lado». A lo que hoy responde: «Si ni el primer equipo funciona, como para tener chicas», a pesar de que a Piñero le gustaría que se retomara la iniciativa de tener un club femenino dentro del Hércules, además de que «se apostara más por el primer equipo».

Andrea Piñero con varias de sus compañeras del Hércules femenino. a.p.

Cuatro años después, en los que se cosecharon muchos éxitos que compartió con sus compañeras -de todas las edades- locales y otros fichajes como Cubalita, el Hércules femenino se vio disuelto (tras triunfar en otros campeonatos como La Rosaleda o el trofeo Costa del Sol) y Piñero se centró en su carrera. «He cumplido un ciclo», afirma, y acto seguido metida de pleno en la adolescencia continuó sus estudios en el IES Figueras Pacheco hasta acceder a Magisterio. De su etapa en el instituto, antes de debutar con el Hércules, recuerda su participación en un torneo con las «chicas mayores», quienes le propusieron jugar para recaudar fondos con los que costear los gastos del viaje de fin de curso.

«Si te gusta el fútbol, practícalo»

Si algo destaca Piñero de su época en el Hércules es el sentimiento de hermandad que compartió con sus compañeras de equipo. «Si me dicen pionera, yo era un granito de arena», pues con ella han pasado hasta 30 compañeras con quienes compartió triunfos y victorias. De hecho, el día en el que la ciudad de Alicante la nombró mujer emblemática -también es embajadora del Hércules en su centenario-, quiso «hacer extensible a mis compañeras» este homenaje. A día de hoy, muchas de ellas son amigas y todavía quedan para comer de vez en cuando y comentar el fútbol y la situación del Hércules, además de recordar todos los momentos vividos.

Varias compañeras de equipo de Piñero, junto a aficionados del deporte y del Hércules. a.p.

Tanto Andrea como sus compañeras son mujeres pioneras por dejar de lado los prejuicios y apostar por su pasión, el fútbol, un deporte que no estaba pensado para ellas, pero que supieron dominar y demostrar que las mujeres pueden con todo lo que se propongan. Por ello, Piñero no se va sin lanzar un mensaje a todas las niñas que siguen su ejemplo.

«Quiero que las niñas de hoy en día no tengan miedo ni pudor. Que si en Reyes quieren una equipación de fútbol, que se la regalen sus padres», apunta y remata, pues «hablamos mucho de juegos sexistas, pero luego el papá o la mamá quienes dicen a una niña que se apunte a balé o baloncesto». Por ello, «si te gusta el fútbol, practícalo».

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