Elche no se entiende sin sus palmeras, igual que no se entiende sin su Semana Santa. Y es que una de las tradiciones más antiguas del municipio es, precisamente, la palma blanca. Cada Domingo de Ramos, los ilicitanos y las ilicitanas acuden a ... las procesiones con su palma, que con los años ha ido llegando a diferentes ciudades a lo largo y ancho del país, y también ha cruzado fronteras hasta llegar a algunos territorios de Europa.
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La familia Serrano Valero lleva dedicándose al trabajo de la palmera datilera de Elche casi 150 años, y sus diferentes piezas elaboradas con palma blanca han llegado incluso hasta las manos del Papa, en la ciudad del Vaticano. El oficio familiar ha ido pasando de generación en generación hasta llegar a la cuarta, que regenta el negocio con la ilusión de quien ha crecido entre el huerto y el taller de artesanía.
Después de tanto tiempo, los métodos y la forma de trabajar la palma blanca ha ido evolucionando. «Cuando yo era pequeña se trabajaba la palma lisa para los chicos y las palmas trenzaditas para las chicas», ha asegurado Paqui Serrano, que forma parte de la cuarta generación de artesanos. Además, ha recordado que «antes no tenían cámaras ni medios» para conservar las piezas elaboradas con palma, por lo que «se trabajaban diez o doce días previos al Domingo de Ramos».
«Había que guardarlas en sitios oscuros, tapadas con lo que se podía, porque no existía ni el plástico», ha continuado explicando Paqui Serrano. Sin embargo, hace aproximadamente 60 años, sus antecesores descubrieron cómo mantenerlas, por lo que se consiguió alargar el período de trabajo. En la actualidad, la realidad es muy diferente a la de hace un siglo. Ahora, la palma blanca «cada vez se trabaja más, se le ponen más motivos y se hacen más tamaños», tal como ha expresado la responsable de Serrano Valero.
Una tendencia al alza son las solapas, trabajos de pequeño tamaño que la población puede portar en el pecho y que cada año se demandan más. ¿Por qué? Porque «es más barato y más cómodo», según ha expuesto Paqui Serrano, ya que, de esta forma «la gente ya no va cargada de la palma». Y es que, de acuerdo con la artesana, hay muchas personas que quieren participar en la tradición de la palma blanca el Domingo de Ramos pero no quieren llevar grandes objetos en las manos, por lo que encuentran en las solapas la mejor opción.
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En vistas de esta situación, «cada vez se hacen más modelos» de solapas, de acuerdo con Paqui Serrano. Todo ello sin desmerecer a las otras, que «se siguen haciendo». De hecho, en el taller de esta familia ilicitana se preparan palmas blancas de todos los tamaños. «Para niñas pequeñas, de carrito, de bastón con adornos, de espigas para los niños… De todo», ha afirmado la artesana.
Ángeles Pastor tiene 75 años y lleva toda su vida dedicándose a la artesanía de la palma blanca. «Mi madre ya lo hacía, y mi abuelo también, porque eran de huerto de palmeras, y me enseñé sola», ha explicado. A pesar de llevar años jubilada, no ha perdido el amor por el oficio, y en la actualidad colabora con los Serrano Valero. «Ahora me canso más porque soy mayor, pero siempre me ha gustado mucho», ha asegurado.
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Las palmas de tamaños medianos y grandes requieren de muchas horas de trabajo en el trenzado, y normalmente se elaboran entre varias personas. Se trata de una tarea que no entiende de horarios y en la que las artesanas invierten, en ocasiones, días completos. En la familia Serrano Valero todos han aprendido cómo hacerlo, por lo que, al margen de tener trabajos ajenos a la artesanía, suelen tender una mano en vísperas del Domingo de Ramos.
Un ejemplo de ello es Mari Carmen, la tía de Paqui y sus hermanos, que cuando se jubiló decidió colaborar en la elaboración de estos productos de palma blanca. Nunca había trabajado este tipo de artesanía, pero empezó a aprender hace nueve años y desde entonces es una más del proyecto. «Hago adornos y ayudo lo que puedo. Me gusta mucho todo, tanto lo que hago yo como lo que hacen ellas», ha explicado, haciendo referencia a sus compañeras de taller.
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Unas de las piezas más destacadas del trabajo artesano son las 'especiales', que se preparan exclusivamente para cofradías, catedrales y representantes de la Iglesia en las diócesis de toda España, o como encargos especiales de particulares. «Tengo clientas aquí en Elche desde siempre. Las abuelas se las compraban a las niñas pequeñas y siempre hay alguna nieta que sigue queriendo palma», ha explicado Paqui Serrano. Este tipo de diseños requieren de mucho tiempo de elaboración y cuentan con decenas de detalles, por lo que el precio puede llegar a alcanzar los 1.000 euros, según ha asegurado Paqui.
«Hace muchos años, había un empresario en Elche que las encargaba y las regalaba tanto al Papa como a Carmen Polo de Franco», ha relatado la responsable de Serrano Valero. SIn saberlo, el hombre instauró una tradición en el municipio, ya que tras su fallecimiento el Ayuntamiento decidió continuar con este gesto. Así, desde finales de los años 30, en cada campaña encarga a Serrano Valero una serie de palmas 'especiales' para enviar tanto al Papa como a la Casa Real. Y en la actualidad, también a la Moncloa.
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En este 2023, han sido cinco las 'palmas especiales' que la familia ilicitana de artesanos ha preparado para las diferentes autoridades. Las ha encargado el consistorio y se han dirigido al Papa Francisco; a la reina Letizia; al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; al obispo de la diócesis Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla; y al obispo de Solsona, Xavier Novell, que es ilicitano.
Y es que para tener listos los productos en vísperas del Domingo de Ramos, la familia Serrano Valero trabaja durante todo el año. Para llegar a confeccionar los productos con palma blanca, el proceso se inicia mucho antes. De hecho, en enero de este año se han empezado a preparar las palmeras que se utilizarán para obtener la palma para la Semana Santa de 2024, tal como ha explicado Pepe Serrano, otro de los hermanos que trabaja en la empresa familiar.
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En primer lugar, se ata la palmera para hacer lo que se denomina 'cono'. Dos o tres meses después se les pone un plástico negro para evitar que se oscurezcan con el sol y conseguir el tono claro característico. Así, pasan tapadas varios meses hasta que en diciembre se cortan. Según Pepe Serrano, luego se cepillan una a una «para ayudar a blanquear la palma», se les aplica «un tratamiento con cloro» y posteriormente se introducen en cámaras de azufre para que se mantengan frescas. Después, su última parada es el taller, donde se preparan para el Domingo de Ramos.
Paqui Serrano
Empresa Serrano Valero
Para Paqui Serrano, «participar en la tradición de portar la palma blanca el Domingo de Ramos representa el orgullo de pertenecer a Elche». «Es una seña muy nuestra de identidad», ha asegurado. Y es que solo hay que darse un paseo por Elche en Semana Santa para respirar la pasión de los ilicitanos en todos y cada uno de los actos. Empezando el día en que se celebra 'la puerta de entrada' a dicha festividad, cuando el municipio se llena de palmas blancas.
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«Es espectacular la participación que hay. Aunque no salgan en la procesión, aunque los veas en cafeterías, todo el mundo, todos los niños llevan su palmita y toda la gente mayor lleva su solapa», ha asegurado Paqui Serrano con visible emoción. Y es que algunas de ellas pueden adquirirse por un solo euro, lo cual facilita su venta y aumenta la participación ciudadana en la tradición.
Una tradición que ha perdurado durante un siglo y medio entre los Serrano Valero y que podría peligrar. Es un oficio que, tanto Paqui como Pepe Serrano califican de «complicado», ya que no genera un trabajo estable durante todo el año, «ni reporta grandes beneficios económicos», y además es «costoso de aprender».
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Por eso, temen que con el tiempo termine por desaparecer, ya que creen que la única forma de que continúe es que las próximas generaciones encuentren en este trabajo una pasión y, además, puedan compaginarlo con otros empleos. Eso sí, sus hijos conocen la artesanía que lleva en la familia casi 150 años, por lo que aún queda esperanza de que la tradición continúe.
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