
Los de Pedreguer son muy de Pedreguer. Eso es lo que se dice por aquella tierra de apenas 7.000 habitantes pero con decenas de empresas referentes. Un sitio donde están muy arraigados a sus costumbres y a su modo de ver las cosas. De allí, las compañías familiares no se quieren ir. Pasan de padres a hijos pero no se mueven de este enclave del norte de la provincia.
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Un arraigo por una zona que ha visto nacer a empresas más que importantes en sectores tradicionales. Como es el caso de una compañía que nació hace 50 años para revolucionar la manera de hacer la compra en España con sus carritos: Rolser.
Fue en 1966 cuando Vicent Server y su esposa Isabel Pérez comenzaron a fabricar bolsas de mano y capazos con esparto, mimbre y otros materiales naturales de la época. Sin embargo, la gran revolución llegaría unos años más tarde, en el 72. «El primer carrito surge cuando se tiene la idea de poner unas ruedas con una estructura metálica a uno de nuestros capazos», comenta la actual CEO de Rolser y tercera generación, Mireia Server.
Mireia, que es nieta de Vicent e Isabel, siempre se ha sentido atraída por la «magia» que tiene la empresa que fundaron sus abuelos, y que ahora dirige junto con su primo, Vicent Server, y que lidera la industria de los carritos de compra en España. De hecho, según un informe elaborado por la consultora GFK, un 60% de los hogares del país cuentan con uno de los carros de la marca de Pedreguer.
Precisamente los hogares restantes son el próximo objetivo de la empresa. «Nos queda todvía un 40% de hogares que no tienen nuestros carritos, ese es nuestro objetivo, llegar a esos españoles que no los tienen todavía», explica la CEO de la empresa. Un objetivo que se ve reforzado por las cifras del último ejercicio, en el que esta compañía, presente en más de 60 países y 200 empleados, ha facturado 20 millones de euros.
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El éxito en los primero años fue arrollador, supermercados y marcas nacionales comenzaron a pedir los primeros modelos. Modelos como el Standart, que permitía sacar la bolsa del armatoste metálico. Todo iba sobre ruedas, pero en el 79, tan solo un año después de certificar la S.A, llegó la tragedia.
La idea de Rolser surge de juntar capazos y ruedas, pero su nombre tiene un nacimiento curioso. Al inicio del apellido Server se le añadió como prefijo Rol, del verbo rodar en inglés, que es lo que hacen sus carritos.
Vecinos del pueblo alertaron a la familia Server de una columna de humo que salía de la fábrica. Con cubos de agua intentaron que el fuego no llegase a las máquinas, objetivo que los bomberos lograron cuando llegaron desde Gandía.
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«Yo tenía tan solo un año cuando sucedió el incendio que arrasó toda la fábrica«, recuerda la actual CEO de Rolser, quien explica que fueron los trabajadores y la gente la primera en trabajar para arreglar la situación y en hacer presión para no cerrar la empresa. En tan solo »tres semanas ya estaba Rolser funcionando otra vez«, rememora Server.
La importancia de la familia siempre ha estado presente en Rolser. Y es que este tipo de empresas «tienen una magia especial», asegura Server, quien explica que «salvo que tengas un runrún por otra cosa, no concibes nada más que no sea estar trabajando y apostando por esto».
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En el 66 comenzaron sus abuelos, en el 78 fueron sus padres los que fundaron Rolser S.A y tomaron el relevo de la empresa y, en 2018, hace un lustro, Vicent y Mireia comenzaron su andadura dirigiendo la firma de Pedreguer.
Fue la segunda generación la que decidió continuar con esta aventura entre carritos. Un fondo de inversión presentó una buena oferta a por aquel entonces Joan y Paquibel Server, la segunda generación. Decidieron presentar la oferta a toda la familia y a los socios. Fueron sus hijos, los que animaron a sus padres a no aceptar la oferta y a «tirar para adelante», una reunión que emocionó a los propietarios y que les empujó a seguir en el mundo de los carritos.
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Con la ilusión del primer día, con su proyecto de vida, la empresa continuó con la familia por bandera apoyados en su eslogan «va de bo», porque en Rolser van a por todas, ahora y siempre. «La mejor experiencia ha sido poder vivir estos 50 años», explica Mireia Server, quien espera seguir celebrando hitos entre los carritos de la compra.
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