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Gafas de sol, artículos de fiesta, sombreros, objetos disparatados... y una vaca que da la bienvenida con el sonido de su cencerro cuando alguien cruza las acristaladas puertas de su tienda. Mostradores repletos de productos de todo estilo e imágenes de modelos que contrastan con las de otras tiendas. Allí parece que sea siempre una fiesta, quizás la música también ayuda.
Esta es la sensación que uno tiene al entrar en alguna de las 290 tiendas que la cadena alicantina Ale-Hop tiene repartidas entre España, Portugal, México, Croacia e Italia. Vinculada a la localidad natal de su fundador, Vicente Grimalt, la vaca alicantina más famosa del mundo lleva ya más de 30 años vendiendo sus peculiares y locos productos.
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La idea nació en 1968, cuando Grimalt, en Gata de Gorgos, comenzó en el mundo de la venta ambulante. Sombreros y capazos. Dos productos con el que el alicantino triunfó y decidió, en el 90, abrir la empresa Clave Denia, conocida a lo largo de España por la simpática vaca que está en todas y cada una de sus tiendas.
«Mi padre siempre había tenido la idea de crear una cadena de tiendas», explica Darío Grimalt, segunda generación y consejero de Ale-Hop. Aunque la empresa comenzó con la venta al por mayor con un gran local, no tardó, en 2001, en virar hacia la idea del fundador, de espacios «más pequeños y fáciles de replicar».
Aun con 290 tiendas y presentes en varios países, la empresa alicantina no pierde la referencia de lo que son: una empresa familiar. «Queremos continuar con ese ambiente [de la empresa familiar], somos de un pueblo pequeño y nos hemos criado todos jugando por las calles, yo continúo con mis amigos de guardería», asegura Grimalt hijo, quien califica a su padre como «su maestro» y sus hermanos como «unos cracks en sus áreas».
Darío Grimalt
Consejero de Ale-Hop
Ese ambiente familiar, tan característico de este tipo de empresas tan importantes en la provincia, es uno de los mantras. «Otra cosa que me gusta mucho de esto es nuestra visión a largo plazo», afirma el consejero, quien, entre risas, describe que «todas las decisiones que se plantean se toman pensando que sean las mejores para las generaciones futuras, y eso que mi hija aún tiene 3 años».
El símbolo de Ale-Hop no es otro que la vaca. Un animal que no es muy típico de la provincia. Quizás por eso sorprenda a muchos cuando se enteran de que la cadena de tiendas es originaria del norte de la provincia de Alicante.
«La vaca fue idea de mi padre y un amor a primera vista», relata entre risas Grimalt. El consejero de la cadena alicantina explica que fue en uno de los viajes del fundador cuando se encontró en un stand de animales a tamaño real, aquella escultura de la vaca en blanco y negro.
Fue en ese momento cuando el padre de Darío adoptó a este animal como santo y seña de la marca. «Como eran los mismos colores y es un animal vinculado a valores positivos mi padre quiso poner una en cada tienda». Una idea que a los Ale-Hopers (así llaman a sus clientes) les «encantó».
A pesar de ser una empresa familiar y haber crecido en el territorio, en Ale-Hop tienen las vistas puestas más allá de nuestras fronteras. Ya en 2021 se abrieron las primeras tiendas en Croacia y México siguiendo el modelo de Portugal, y este 2023 la vaca ha aterrizado en Italia.
«Uno de los objetivos de la compañía fue introducirnos en el mercado italiano con tiendas propias«, explica Grimalt, quien asegura que la tienda de Cesenatico está teniendo »un gran éxito«. Desde Ale-Hop esperan que pueda continuar por esta senda para así »extrapolarlo a las aperturas previstas en el país transalpino«.
«El impacto de la pandemia fue un duro golpe para la empresa», describe Darío Grimalt. El consejero de Ale-Hop asegura que a pesar de los resultados, «hemos cerrado 2022 sin llegar a las ventas del 2019».
Entre las principales razones se encuentra el turismo. Y es que los principales clientes de Ale-Hop son turistas que vienen a disfrutar de la provincia. «La pandemia y las últimas circunstancias acaecidas han afectado mucho a este sector y lo hemos podido comprobar en nuestros resultados».
Por ello desde la empresa llevan a cabo distintas estrategias de cara a poder recuperarse de este mazazo que supusieron las restricciones al sector. Estrategias que van desde nuevos productos a un ajuste de precios, pasando por la digitalización.
Sin embargo, expansión aparte, desde la cadena alicantina llevarán a cabo este año un «ambicioso proyecto de renovación», tal y como afirma el consejero de Ale-Hop. La empresa pretende renovar gran parte de las tiendas más antiguas para así proyectar «una imagen limpia, unificada y actualizada» de sus puntos de venta.
Otra de las grandes novedades es la apertura de su cuarto centro de logística y operaciones, que se suma al de Ondara y a los de Bellreguard, y que estará ubicado en Oliva y contará con más de 20.000 metros cuadrados.
Sin duda la vaca todavía tiene mucho que dar. Una tienda mítica que nació de la venta ambulante y ahora es uno de los referentes en este tipo de productos, que van desde ropa hasta los juegos más alocados que uno se pueda encontrar. Una empresa que quiere seguir creciendo sin perder el norte ni sus valores. Como dice Darío Griamalt, en Ale-Hop «cuidamos mucho de la vaca y queremos que siga dándonos leche».
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