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La complicada situación de sequía que atraviesa España está afectando a las distintas cuencas que abastecen la provincia de Alicante. Aunque la del Júcar está más saneada, la del Segura se encuentra al 36% de su capacidad y con 63 hectómetros cúbicos menos que el mismo mes del año pasado, según el Ministerio de Transición Ecológica.
El panorama en Alicante no es tan preocupante como en Barcelona o Andalucía. Sin embargo, de seguir la tendencia de escasez de lluvias, en verano podrían llegar las primeras restricciones, que irían a parar directamente al regadío, como explica el catedrático de Geografía y director del Laboratorio Climatológico de la Universidad de Alicante (UA), Jorge Olcina.
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Olcina comenta que, actualmente, la situación en Alicante «es de preemergencia y no es necesario cortes ni en ámbito urbano ni agricultura». Gracias a la bonanza de las lluvias durante marzo del 2022, «hemos podido resistir mejor la falta de chubascos generalizada», asegura el climatólogo.
A pesar de estas reservas, la situación preocupa. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), marzo ha sido un mes extremadamente seco, mientras que abril va por el mismo camino. Un panorama que hace necesario «un consumo prudente y estar vigilantes», advierte el experto.
Olcina avisa de que «si esta primavera resulta muy seca, como parece que va a ser y está siendo, habrá que pensar en algún tipo de actuación para los meses de verano». Aunque el director del Laboratorio Climatológico asegura que el agua de consumo urbano «está garantizada», las primeras actuaciones las viviría el sector agrícola, puesto que las restricciones al riego son las primeras en surgir en estos periodos de sequía.
La Comunitat Valenciana atraviesa un delicado momento en cuanto a lluvias. El mes de marzo, con una precipitación de 2,3 litros por metro cuadrado, se cerró en el territorio como el mas seco de la serie histórica, según la Aemet, que lo califica como «extremadamente seco».
Además, ha sido el segundo más cálido desde 1950, con una temperatura promedio de 13,6 grados. Marcas que complican aún más al sector agrícola, así como a los embalses y pantanos del territorio. Contrasta este mes con el mismo de 2022, que fue «extremadamente húmedo».
Ha sido el segundo mes de marzo más cálido desde que hay registros (sólo superado por marzo de 2001) y el más seco, más seco aún que marzo de 1966 y 1988, que tuvieron una precipitación media mensual ligeramente superior a 3 l/m2 (frente a los 2.3 de 2023).
— AEMET_C. Valenciana (@AEMET_CValencia) March 31, 2023
La Aemet prevé que la situación siga este cauce y abril continúe en contra de su refrán de «aguas mil». Un panorama que ya se ha dado otros años en la provincia. «La última sequía fue en 2014, pero llevamos ya varias situaciones de falta de agua prolongada», explica Olcina.
El experto recuerda crisis de este tipo, como la de entre 1990 y 1995, en la que se vivió la falta de agua en el territorio. Además, Olcina ha resaltado que «han habido años puntuales muy secos». Es por ello, que el catedrático de la UA asegura que «la provincia está habituada a este tipo de situaciones».
La Conferencia Hidrográfica del Segura (CHS) ya ha advertido de prudencia a la hora de regar. Su presidente, Mario Urrea, ha asegurado que las reservas son «muy escasas» y que de no ralizar los riegos de primavera y verano con control, podrían haber dificultades para afrontar el próximo año hidrológico.
Urrea ha resaltado que en este primer semestre del año hidrológico «las precipitaciones no han sido las esperadas en cuanto a su cantidad». El presidente ha lamentado que las precipitaciones no han sido abundantes durnate un semestre «contrario a lluvioso».
El buen mes de marzo del pasado año permite tener cierto márgen de maniobra, pero sin embargo amenaza con desvanecerse, puesto que la falta de precipitaciones ya obliga a los agricultores a tirar de recursos hídricos que, en aquel mes, se reservaban para verano.
Con todo ello, Olcina manda «un mensaje de tranquilidad pero de prudencia». Con el uso urbano de agua garantizado gracias a la presencia de desaladoras de las que «se puede echar mano y no habrá problema», la falta de lluvias si que preocupa, principalmente a los agricultores, que tienenen que consumir unos recursos que pueden verse con restricciones, de seguir así la sequía, en unos meses.
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