Vista del incendio de Tárbena. EFE/Manuel Lorenzo

La sequía y las olas de calor amplían más allá de verano los incendios forestales en Alicante

Las condiciones de sequedad y las temperaturas más altas de lo normal aumentan la posibilidad de los incendios

Miércoles, 17 de abril 2024, 07:23

El fuego que asola Tárbena ha sacado a la palestra un nuevo debate. Junto con el de Villanueva y Montitxelvo, en Valencia, los tres grandes incendios forestales tienen un denominador común: se han producido fuera de verano, una temporada que suele ser propicia para que ... estos grandes incendios se originen debido al calor y la sequedad.

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Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), los tres incendios forestales llegan tras sendos periodos «anómalos muy secos y muy cálidos». De hecho, los vientos de poniente de la pasada primavera ya dejaron temperaturas muy elevadas y provocaron que la capa del suelo estuviese seca prácticamente en el 100% de la Comunitat.

En el caso de Tárbena, el contexto que precede a la tragedia es desolador. Desde principios de año hidrológico, es decir, desde octubre, la precipitación acumulada en la zona no llega a los 50 litros por metro cuadrado, cuando los valores normales para este periodo son 649 litros por metro cuadrado. La región tiene un déficit de lluvias del 92%, que ha afectado negativamente al suelo y a la vegetación.

Una situación inédita de la que tiene gran parte de la culpa el cambio climático. «Hemos entrado en un terreno inexplorado», admiten desde la Aemet, quienes aseguran que el cambio climático «inducido por las actividades humanas nos ha dejado en los últimos años situaciones climáticas extremas no antes registradas, como las que estamos inmersos en este año».

El año hidrológico está siendo «extremadamente seco y extremadamente cálido», con temperaturas especialmente altas en invierno y primavera. De hecho, las registradas el domingo en muchas zonas de la provincia son típicas de un diez de junio, no de mediados de abril, según confirmó la Aemet.

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La situación abre «un nuevo escenario de fenómenos extremos compuestos, que también son una de las consecuencias del cambio climático, que en este caso presentan calor anómalo y sequía meteorológica», admiten desde la Aemet. En este sentido, surgen nuevas necesidades para hacer frente a la temporada de incendios.

«Esta situación nos obliga a pensar en los protocolos de emergencia de los fenómenos atmosféricos», explica el director del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante (UA), Jorge Olcina, quien incide en que aunque los incendios no son causados normalmente por estos fenómenos, «sí que aprovechan el calor o el viento para propagarse».

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El catedrático de la UA insiste en que «hay que reflexionar, porque todos estos protocolos van a tener que estar activos prácticamente todo el año, al igual que otros como en el caso de las inundaciones«. Olcina remarca la necesidad de »ampliar sus calendarios«.

Por ejemplo, según el geógrafo, las medidas contra los grandes incendios forestales deberían estar vigentes «desde marzo a noviembre, con posibilidad de activarlas en caso necesario», mientras que otros como las lluvias torrenciales deben de estar preparadas «para prácticamente todo el año».

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Condiciones favorables

El hilo de la Aemet analiza el incendio de Tárbena y lo compara con los otros dos grandes incendios forestales ocurridos en la Comunitat en el último año. El de la provincia de Alicante ha tenido viento a favor, nunca mejor dicho.

Y es que la situación «de viento flojo y brisas como las del domingo» ha ayudado a que la propagación del fuego no fuese tan rápida. Estas condiciones, «típicas de gran parte de días de primavera y verano en nuestro territorio, junto con temperaturas por debajo de los 30 grados, no suelen ser condiciones de rápida propagación de incendios», explica la Aemet.

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Y es que a pesar de la gran sequedad del terreno, que aumenta los índices de ignición, los vientos fljos hacen «que la propagación no sea rápida, por lo que la meteorología no favorece esa rápida extensión del fuego», matizan en la agencia meteorológica. Una situación que se ha dado en Tárbena y que ha impedido, junto con el trabajo de los profesionales en el campo, males mayores.

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