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Año 1938, día 25 de mayo, el reloj del Mercado Central de Alicante marca las 11.15 horas. Hora punta. Centenares de personas, sobre todo niños y mujeres, andaban comprando en sus galerías los pocos productos disponibles por la cruenta Guerra Civil. En ese mismo momento, surcan el aire varios bombarderos italianos, que descargan varios proyectiles sobre la infraestructura.
Así fue uno de los bombardeos más graves contra la población civil de Europa. Más de 300 personas perecieron en aquel ataque al corazón alicantino. No solo la memoria guarda aquel espantoso ataque, también lo hace una plaza, la del 25 de mayo, con un memorial en la parte trasera del mercado, y el reloj, afectado por los bombardeos, que todavía marca la hora de la tragedia.
La capital, uno de los últimos reductos de la República en la guerra, fue objeto de un ataque de otro bando. La sirena antiaérea no sonó aquel día, pero la ciudad estaba más que preparada. Fue bombardeada hasta 83 veces durante el transcurso de la guerra. Por lo tanto no es de extrañar la gran cantidad de refugios antiáreos que tiene la ciudad, hasta 94, siendo el municipio de España que más tiene.
Fue a partir de los primeros meses de guerra cuando se decidió fortificar la ciudad, pero hacia bajo, en soterrados refugios que permitían a la población civil escapar de las bombas arrojadas sobre la ciudad republicana. Se tuvo en cuenta los barrios de la ciudad, así como los servicios que tenían cerca.
Los primeros refugios aparecieron en las zonas céntricas de la ciudad, y se continuó hacia la periferia. Incluso hubo planes para costruir entramados de galerías que comunicasen los castillos, aunque nunca se llegaron a finalizar. En agosto de 1937 ya se contaba con 41 refugios. Una cifra que fue aumentando en cantidad y calidad, en relación con los continuos ataques que sufría la ciudad.
Tipos de refugios antiaéreos
Refugios con vigas, muros de mampostería y recubiertos con una losa de más de 1,25 m2 de hormigón armado. Sobre ella, una capa de arena y otra losa de piedra, para amortiguar los impactos de proyectiles y conformando el blindaje
El más eficaz en sitios con mucha exposición. No tiene muros, es la propia galería de piedra la que forma la pared y la que ayuda en el blindaje del refugio antiaéreo.
Macizo de hormigón en el que se moldean dos galerías en forma de semicírculo. Se alternan capas de arena con mampostería. Es clave en terrenos donde es complicado excavar por su cercanía con el mar.
Pero estos enclaves no son solo de la época de la Guerra Civil, con el fin de la II Guerra Mundial, y tras el apoyo de España al bando perdedor, el miedo se apodera de la población y se vuelve a optar por excavar para protegerse. Ya en los años 50, se construyen hasta 75 refugios públicos y particulares.
24.020 personas
podían refugiarse en los 41 refugios que habían en 1937
75 refugios
habían en los años 50 según el Plan Especial de Refugios, redactado en el 53
94 refugios
hay en Alicante, lo que le convierte en la ciudad española con más fortificaciones subterráneas
Bajo la superficie de Alicante, se encuentra un entramado de subterráneos. Sinuosos pasillos que servían de refugio para cientos de personas. Gruesas paredes soterradas que resistían las embestidas de las bombas. Esta es, la historia de la otra Alicante, la que no se ve, porque está bajo tierra.
Este pequeño refugio, al igual que los casi 100 que hay repartidos por la ciudad, fue construido para que los civiles pudiesen protegerse de los bombardeos. El subterráneo cuenta con cuatro galerías laterales y dos centrales. Abierto en 2017 para su utilización, este búnker dio cobijo y protección a unas 600 personas.
Emplazado en la plaza colindante a la antigua estación de autobuses, el subterráneo está conformado por una larga galería excavada bajo la plaza y a la que se puede acceder desde dos entradas. Se calcula que dio cobijo a entre 1.200 y 1.500 personas, a pesar de tener capacidad para más de 2.000. El refugio fue bombardeado el 12 de julio de 1938 por aviones italianos que intentaron destruir barcos del puerto de Alicante.
Situado al comienzo de la Avenida General Marvá, el refugio fue construido en 1937. Aunque cuenta con dos accesos, tan solo uno de ellos está abierto al público. Con 50 metros cuadrados de extensión, la galería fue construída para cobijar a 300 personas, aunque llegaba a triplicarse durante las alarmas. El Ayuntamiento de Alicante lo incluyó en 2021 como uno de los espacios antiaéreos a visitar.
La antigua tabacalera, que fue restaurada y convertida en un centro cultural, cuenta también con un refugio antiaéreo. Durante la Guerra Civil empresas y oficinas construían recintos bajo tierra para protegerse de los bombardeos. Estos pasadizos cuentan con dos entradas o salidas, así como con un banco de piedra que recorre la galería y permitía a los civiles descansar sentados. El refugio, abierto al público en enero de 2021, llegó a albergar a unas 1.500 personas.
Este búnker, localizado en la Plaza Músico Óscar Tordera, está cerca del Mercado Central. Formado por tan solo una galería, tiene dos entradas que dan a la calle. Aunque inicialmente se construyó con la idea de dar asilo a 400 personas, se calcula que llegaron a protegerse en este unas 800. Un problema común, ya que muchos duplicaban su aforo debido a los bajos presupuestos económicos para llevar a cabo nuevas construcciones.
En el barrio de Carolinas Bajas, en pleno centro de la Plaza Castellón (más conocida popularmente como Las Palmeretas), se encuentra la entrada a uno de los refugios habilitados recientemente por el ayuntamiento. La construcción del búnker fue llevada a cabo por vecinos del barrio para protegerse de los continuos ataques aéreos que sufría la ciudad. Recubierto por una gran losa de hormigón para amortiguar los proyectiles, dio protección a unos 400 civiles.
Los refugios también llegaron lejos del centro de Alicante, concretamente en la pedanía de Santa Faz. Allí, debajo del monasterio donde monjas de clausura guardaban las reliquias, se extendía un túnel de más de 60 metros de longitud que llevaba al subterráneo. Este búnker es distinto a los que se encuentran en el centro y fue construido por militares que tomaron el monasterio cuando estalló el conflicto.
Esta fortaleza, construida en 1813, sirvió al bando republicano como punto estratégico de defensa contra las tropas nacionales. Allí, se propuso construir durante la guerra un tunel de más de 500 metros de extensión para resguardar a unos 20.000 civiles. Aunque la galería jamás llegó a construirse, el castillo cuenta con otros búnkeres cercanos a el, como el número 4, en la Calle Padre Mariana, pegado al Monte Tossal. En 1939, tras el conflicto, la fortaleza fue utilizada como prisión y campo de concentración para los prisioneros de guerra republicanos.
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Rocío Mendoza | Madrid y Lidia Carvajal
Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
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