Los comerciantes del Casco Antiguo de Alicante exigen más presión policial contra el botellón

Todo en el pequeño cuadrado de calles que conforman las la parte baja del Casco Antiguo, el conocido como el Barrio, la zona por excelencia de fiesta en Alicante y que en los últimos tiempos ha sufrido una degradación progresiva que solo parece empeorar.

O al menos así lo ven los vecinos, que, como adelantó Todo Alicante, denuncian vandalismo, peleas, incendios o pintadas en sus calles. Si bien reconocen que hace años las molestias se limitaban a los fines de semana hoy se han alargado a todos los días. En las ventanas de la calle del Carmen cuelgan varios carteles, en ellos se lee el malestar, «Solo queremos dormir«.

Una denuncia a la que también se suman los comerciantes de esta zona que ven cómo se va degradando poco a poco el barrio. «Es un círculo vicioso, si una zona tiene menos atractivo para el cliente el comerciante busca una nueva zona. Entonces los locales quedan al frente de personas que no son profesionales, que atraen a un perfil más bajo, en vez de aportar calidad y valor añadido», explica Nabil Miñarro, de la asociación de comerciantes del Casco Antiguo.

Esta entidad lleva meses reclamando actuaciones administrativas que pongan en valor esta zona. «Alicante es de las pocas ciudades de España, por no decir la única, en la que una joya como esta esté totalmente abandonada», insiste Miñarro, quien afirma que la mejora de las condiciones del barrio atraerá a más comerciantes de calidad y mejorará el ambiente.

La solución para los empresarios pasa por controlar las zonas de botellón y por imponer sanciones a los locales que incumplan la legislación o incluso retirar las licencias. «Hay varios locales, conocidos por la policía, que venden alcohol a menores de 18 años, lo que no entiendo es cuál es la dificultad por la que se les permite mantener la actividad», explica este comerciante.

Y es que, para los comerciantes del barrio estos locales atraen a un público compuesto principalmente por menores, con un perfil conflictivo, que no aporta valor añadido y que además ahuyenta al resto de la clientela.

Actuaciones policiales que reconoce que en los últimos meses han aumentado, como reflejan las cifras del Ayuntamiento. Tras una reunión mantenida en noviembre entre vecinos, comerciantes, el consistorio y los cuerpos de seguridad se ha puesto en marcha un dispositivo coordinado para actuar en la zona.

Las cifras son abrumadoras, con picos de hasta 400 identificados o 82 actas en una sola noche. Números que hablan de la magnitud de un problema que no es nuevo, aunque cíclicamente vuelve a la actualidad cuando empeoran las condiciones.

Entre las posibles soluciones, según los vecinos, la elaboración de una nueva regulación de la ordenanza del Ruido, la actual es de 1997. Una opción que de momento el gobierno municipal no tiene prevista, al menos así lo afirma el portavoz, Antonio Manresa; el último intento, que no llegó a aprobarse, se realizó en 2019.