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Entrar en Toy Shop es hacerlo en un mundo lleno de tutús, de arlequines vestidos de tul y sedas y cascanueces gigantes, el paraíso de los juguetes tradicionales, de las muñecas de trapo con vestidos a medida y el de las casitas de muñecas con salones de muebles preciosistas de pan de oro.
Otro mundo, el de los niños, pero también el del coleccionismo que busca piezas únicas o al menos especiales. Porque eso es este comercio del centro de Alicante, una juguetería diferente, de las antiguas, de esas en las que no encontrarás ni rastro de 'maquinitas'.
«Por aquí no pasa nadie», explica su propietaria, Cayetana Rodríguez Berraondo. Hace apenas unas semanas que este comercio colgó el cartel de 'Se traspasa' en su escaparate.
La pandemia, la venta por internet o el turismo de borrachera son algunos de los males que aquejan a esta tienda y que han obligado a su propietaria a abandonar el negocio tras ocho años en esta localización. Aunque en sus 25 años de carrera sus jugueterías han pasado por diferentes ciudades como Madrid o Marbella.
«Pensaba jubilarme aquí y no me va a dar tiempo», explica esta mujer de 60 años que reconoce que cuando todo parecía ir mejor este verano, las obras del centro de la ciudad han acabado de 'matarles'. «Nos hemos convertido en catálogos de Amazon, es desmoralizante cuando estás dentro de tu tienda y oyes 'ay!, que globo tan bonito, hazle una foto y lo compramos desde casa'».
Y es que su tienda no es una juguetería al uso, ni una de esas en las que las grandes marcas que se anuncian en televisión aparecen en cada rincón. Su comercio es mucho más delicado. Juguetes para niños, como carritos de herramientas en madera, muñecas de trapo con cara simpática o disfraces hechos de tul seda y llenos de detalles. Pero también para adultos como habitaciones para casas de miniatura de coleccionistas, bebés de porcelana con sus carritos de época y otros juguetes mucho más pensados para las vitrinas de exposición que para el cuarto de los juegos.
«Aguantaré hasta que pueda marcharme», explica Cayetana con tristeza, «me gustaría que alguien cogiera el relevo para devolver el brillo que tuvo en otros tiempos, quizás si este verano fuera diferente y Alicante recupera un turismo más de calidad como siempre ha tenido».
Y es que justamente la calidad es uno de los sellos de esta tienda, donde se busca un juguete más clásico, vintage o romántico, donde las zapatillas de ballet y tutús se alternan con los disfraces de carnaval veneciano, una inspiración victoriana que Cayetana reconoce que adoptó de sus estudios de danza en Londres.
Fue entonces cuando decidió montar una tienda de juguetes, la primera de una historia de cinco años que le ha llevado incluso a vender juguetes en su tienda de Marbella al primer ministro inglés Tony Blair: «Le atendí yo misma, pero no es el único famoso que ha comprado en mis jugueterías».
Cayetana lamenta que el tardeo está acabando con el tejido comercial de la zona y que la fiesta continua hace que ni alicantinos ni turistas pasen por una calle peatonalizada que podría ser un eje comercial de la ciudad . «Prefieren ir por la avenida de la Constitución para evitar sorpresas», apunta. Ahora los clientes ya no son turistas que pasean por la ciudad o el cliente que 'baja a Alicante' desde otras ciudades de la provincia. «Los coleccionistas me buscan ellos por internet, porque alguien aficionado que llegue a la ciudad no va a pasar jamás por esta calle», señala.
Algo que considera «una pena» porque Toy Shop es más que una tienda, es una experiencia en la que los ojos saltan de un juguete a otro, de un detalle a otro. «Puedes no saber lo que quieres, pero ves algo diferente y lo compras», explica Cayetana. Un tipo de comercio que cada vez se pierde más entre la venta por internet y la rapidez del consumo.
Esta juguetería se traspasará con todo su contenido si Cayetana encuentra a quien se quiera hacer cargo del local, pero no es la única que ha cerrado en el centro de Alicante en los últimos años. Súper Juguete, en la calle Ángel Lozano, bajó la persiana en 2019. De momento, la única superviviente es la cadena Don Dino, en la calle Pintor Aparicio.
Con Toy Shop desaparecerá del centro de la ciudad una manera de comprar y de entender el mundo. Un mundo de rojos y cremas, de porcelana y labios carmesí, en el que las abuelas les compraban a sus nietas muñecas que pasaban de generación en generación.
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