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Hacer negocio con la marca de otro: pros y contras de las franquicias

Hacer negocio con la marca de otro: pros y contras de las franquicias

Este tipo de negocio factura 33.000 euros anuales y da empleo a más de 400.000 personas en España

Iratxe Bernal

Domingo, 21 de abril 2024, 19:15

Ala ilusión que cualquier emprendedor pone en el estreno, ellos le suman el extra de la experiencia… Aunque no sea propia. En España, hay 87.610 negocios que pertenecen a una red de franquicias. Es decir, sus promotores han pagado por poder trabajar bajo una ... marca que, a veces, incluso les permite subir la persiana de su establecimiento con la garantía de que el nombre que han rotulado será reconocido por el público desde el primer día. Desde restaurantes de todo tipo a supermercados pasando por ópticas, lavanderías, gimnasios, inmobiliarias, tiendas de moda, agencias de viaje o academias de enseñanza. No hay actividad que quede excluida de este modelo

El funcionamiento del sistema de franquicias es muy sencillo; una firma que ya cuenta con un modelo de negocio consolidado concede a un empresario independiente el derecho a utilizar su marca a cambio del pago de un canon inicial y unos 'royalties' periódicos. Para el primero es una forma de expandirse y, para el segundo, de reducir los riesgos que implica emprender. «El negocio ya está en el mercado, así que ya sabemos que funciona, pero, además, antes de firmar el contrato, el franquiciador nos entregará un dossier con información financiera en el que también habrá una previsión de crecimiento», explica Laura Acosta, directora de Comunicación y Desarrollo de Negocio de la consultora especializada Tormo Franquicias Consulting.

El saber hacer

La viabilidad casi casi garantizada no es la única ventaja. Además, se 'compran' el saber hacer de la firma, que deberá ofrecernos la formación y herramientas necesarias para que podamos arrancar conociendo todas las claves para que el negocio también sea un éxito en nuestras manos, así como todos los recursos necesarios para iniciar la actividad, desde el software de gestión al logo y la decoración pasando por los proveedores. O proveedor, porque puede que el propio franquiciador funcione también como central de compras para que su red se beneficie de la economía de escala.

Sin embargo, lo que para algunos es una comodidad para otros puede resultar una imposición. Porque nuestro negocio será independiente, seremos los únicos responsables de su gestión y funcionamiento, pero en algunos aspectos tendremos una autonomía relativa. «No es una fórmula válida para todo el mundo. Va a depender de nuestro perfil, de cómo interpretemos esas condiciones. Por ejemplo, el local lo busca el franquiciado, pero es el franquiciador quien tiene la última palabra, el que decide si le parece adecuado para su marca. Si contar con esa valoración o que nos ahorren la búsqueda de proveedores o decisiones sobre decoración, nos parece bien, adelante. Si, en cambio, no vamos a estar cómodos dejando que otro asuma determinadas decisiones dentro de nuestro negocio...», matiza Acosta.

1.423 son las redes de franquicias que hay en España, 136 de ellas pertenecientes a negocios que acaban de iniciar su expansión

Donde ya no hay matices interpretativos es en las contrapartidas económicas, para todos el mayor inconveniente del sistema. En primer lugar deberemos pagar un canon, una especie de peaje de entrada que, según los datos de Tormo, el año pasado suponía un desembolso medio a los 9.200 euros, aunque en algunos sectores esta cifra se dispara hasta, por ejemplo, los 269.000 de la restauración. «La cantidad va a depender del tipo de negocio, de la reputación que ya tenga, de las previsiones de crecimiento que maneje y de la propia estrategia del franquiciador, que tiene marcas con las que competir. Además, no todas las enseñas incluyen lo mismo en este pago. De hecho, hay algunas que te dicen que no tienen canon como tal pero te exigen una inversión inicial y, otros, en cambio, incluyen todo lo necesario para la puesta a punto del establecimiento y apertura», señala Acosta.

Después, y ya de forma periódica durante toda la vida del negocio, hay que abonar unos 'royalties', que pueden ser una cantidad fija o un porcentaje de la facturación. Aquí, el importe de factores como el seguimiento, el acompañamiento que la central ofrezca a los negocios de su red, de la publicidad común que se haga desde la cadena o su inversión en innovación para lanzar nuevos productos, servicios o sistemas de gestión a los que, obviamente, el franquiciado tendrá acceso.

¿Y si hay problemas?

En cualquier caso, también los establece el franquiciador de forma unilateral y, además, sin ninguna normativa, de modo que conviene estar asesorado por alguien que conozca el mercado y tenga referencias de cómo trata cada cadena a los emprendedores de su red y qué servicios les ofrece para que pueda repasar todas las cifras –también las de previsión de crecimiento– y asegurarse de que, por ejemplo, no haya cláusulas que permitan incorporar después otros cobros.

Otro de los inconvenientes puede ser que el contrato tendrá establecida una duración mínima, lo que limita la posibilidad de cerrar, vender o traspasar el negocio si, por el motivo que sea, decidimos no seguir con él. «Si es porque las cosas no van bien, lo normal es que desde la central estudien el caso y nos ayuden a encauzar la situación», tranquiliza la experta, quien además nos recuerda la existencia de las cláusulas de no competencia. Éstas impiden que, al menos durante un periodo determinado, el franquiciado pueda realizar la misma actividad que venía desarrollando con la franquicia pero ya sin pertenecer a su red.

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