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La 'fatiga de las contraseñas': qué hacer cuando recordarla o cambiarla te genera malestar y estrés

La 'fatiga de las contraseñas': qué hacer cuando recordarla o cambiarla te genera malestar y estrés

Sentimos «estrés porque nos vemos forzados a recordar la contraseña cuando queremos llevar a cabo una acción concreta y sabemos que, si no lo conseguimos, las consecuencias serán negativas», advierten los expertos

Isabel Ibáñez

Sábado, 6 de abril 2024, 00:00

La expresión 'santo y seña' es una especie de antecedente de las decenas de combinaciones de letras, números y signos que cada día debemos teclear para poder realizar nuestro trabajo, acceder a webs o comprar por internet. Un mal menor para salvaguardar la seguridad que ... en ocasiones se vuelve mayor por la cantidad de ellas que necesitamos recordar, por el malestar que provoca si se olvidan y hay que gestionar su recuperación, o si estamos obligados a renovarlas cada tres meses. Un malestar real que tiene nombre: la fatiga de las contraseñas.

El escritor mexicano Arturo Ortega Morá, especializado en buscar el origen de expresiones del castellano, recuerda que, en las guerras de la España medieval, los jefes militares querían evitar que sus soldados cayeran abatidos por fuego amigo en medio de la noche. E idearon un sistema: elegían una palabra –la llamaban 'nombre'– que el soldado debía conocer y decir cuando era interpelado para evitar morir a manos de los suyos por error durante las rondas nocturnas. La palabra servía solo hasta el amanecer y cambiaba cada día. Con el tiempo y la vocación cristiana de los ejércitos, esa palabra la encontraban en el santoral, y por eso pasó a llamarse 'santo'. Después, para afianzar la seguridad, le añadieron un segundo vocablo, la 'seña'.

¿Nos suena, verdad? Cuando afrontamos la obligación de renovar nuestra contraseña cada pocos meses, cuando nos piden añadir a las letras (mayúsculas y minúsculas), un par de números y algún signo del teclado. A veces sucede que ni nos permiten ver la combinación que estamos escribiendo (aparece con asteriscos), manteniendo el secreto pero facilitando los errores. Y así con todo, ya sea el acceso al escritorio del ordenador del trabajo, el de casa, nuestro móvil y las redes sociales como a los sitios habituales donde hacemos compras 'online' de comida, ropa, etc, y también los menos habituales, de entradas a conciertos, festivales, cine y teatro, vuelos, hoteles...

Fácilmente una persona puede llegar a acumular medio centenar de contraseñas, si es que no ha caído en la desaconsejable práctica de utilizar la misma para todo, o leves variaciones sobre el mismo tema. Y acabamos haciendo eso por la llamada 'fatiga de las contraseñas'. Según Modesta Pousada, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Ouberta de Catalunya (UOC), sentimos «estrés porque nos vemos forzados a recordar la contraseña cuando queremos llevar a cabo una acción concreta y sabemos que, si no lo conseguimos, las consecuencias serán negativas. Si olvidamos la contraseña, tenemos que pedir otra, con el consiguiente gasto de tiempo y de esfuerzo, y, sobre todo, corremos el riesgo de perder información o no tener acceso a ella cuando la necesitamos».

«Si hemos tenido que cambiar una contraseña, no es raro que nos siga saliendo la original, se llama interferencia»

Modesta Pousada

Profesora de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universidad Ouberta de Catalunya (UOC)

La profesora habla de 'interferencias' para explicar los errores al recordar una combinación que ha sustituido a otra: «Si debemos eliminar de nuestra memoria una información que tenemos ya consolidada para sustituirla por otra, es frecuente que cuando la queremos recordar aparezca la primera en lugar de la segunda. Esto es lo que nos pasa cuando nos piden un cambio de contraseña».

Las empresas tecnológicas llevan tiempo buscando solución a este asunto, pero no es sencillo. Los datos biométricos como huellas dactilares, voz, patrones faciales o retina, que podemos usar para desbloquear el móvil o hacer pagos no están aún lo suficientemente extendidos y desarrollados para emplearlos en todos los casos. Y además pueden arrojar falsos negativos, es decir, que en ocasiones no reconozcan al propietario de los mismos, contribuyendo a esa fatiga y estrés al no permitirnos acceder a nuestros dispositivos o cuentas.

Gestor de contraseñas

Helena Rifà Pous, compañera de Pousada en la UOC, donde es profesora de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación, aporta algunas recomendaciones: «Tenemos un montón de inscripciones en muchos sitios, y resulta difícil controlar de memoria tal volumen de claves. Podríamos hacer uso de gestores de contraseñas (con una aplicación), donde entras con una sola contraseña, o la huella digital, y ahí te va generando automáticamente claves para acceder a todos los sitios que tienes allí agrupados».

También podemos apuntarlas nosotros mismos a mano, con papel y lápiz y guardarlo en algún sitio. Pero nunca en un documento dentro del ordenador o el móvil, accesible a piratas. La experta confiesa tener muchas contraseñas, «las de los sitios importantes no las repito nunca, pero con las de lugares no relevantes empleo variaciones de cinco o seis contraseñas, no más».

Cómo es la mejor contraseña

Longitud: Helena Rifà aconseja contraseñas largas, de más de 12 caracteres.

Elegir temas conocidos: La experta recomienda contraseñas difíciles de predecir y fáciles de recordar. Con letras de canciones o versos de poemas; colocamos la primera letra de cada palabra, «con lo que nos salen letras inconexas pero de las que podremos acordarnos». Por ejemplo: 'Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar'. Si escogemos la primera letra de cada palabra queda 'Vlogetbsnac'. Y si piden números o símbolos, al ser 11 palabras, pues 11, y una interrogación, por ejemplo.

No repetir la misma para todo: Si los piratas la descubren entrarían en todos los sitios. Podemos mantener la misma contraseña y añadir un 'sufijo' que tenga que ver con el asunto. Si es un sitio de conciertos, con la anterior contraseña sería 'Vlogetbsnac11?conci'.

Preguntas de recuperación: Ni el nombre del perro ni el lugar donde naciste. Es fácil que esa información esté en las redes sociales y se pueda rastrear.

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