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Suena a enfermedad del pasado, pero los numerosos brotes de tosferina registrados desde principios de año en diferentes puntos del país, la han devuelto a la actualidad. La también llamada tos convulsa es una patología respiratoria tremendamente contagiosa, «que puede llegar a ser muy peligrosa ... e incluso mortal en el caso de los bebés más pequeños», alertan en la Asociación Española de Pediatría (AEP). De hecho, cuatro de cada diez pacientes afectados por esta enfermedad, de declaración obligatoria y causada por la bacteria Bordetella pertussis, tiene menos de un año, el 15% son adolescentes y el 13% adultos.
«En la inmensa mayoría de los casos, el contagio, que se produce por contacto directo con las secreciones respiratorias o a través de la gotas de saliva de la persona enferma, proviene de un adulto que convive con el bebé. Por tanto, mucho cuidado con los abuelos o padres tosedores», alerta la doctora Lucía Galán. En adolescentes y adultos, sin embargo, suele ser una patología leve.
Pese a que el número de casos graves de tosferina descendió significativamente desde que hace unos años se recomendó inmunizar a las embarazadas para proteger a los recién nacidos de las complicaciones de esta enfermedad durante sus primeras semanas de vida –la primera dosis de la vacuna se pone a los dos meses–, cada cierto tiempo aparecen nuevos brotes como los detectados en las últimas semanas en localidades y colegios de Castilla-La Mancha, Cataluña, País Vasco, Aragón o Madrid. «No es nada raro, esta enfermedad mantiene un patrón de ondas epidémicas que se repite entre cada tres y cinco años y ahora estamos en una de ellas», argumentan los expertos.
Según los datos del último informe de vigilancia de enfermedades transmisibles de declaración obligatoria del Instituto de Salud Carlos III, solo en la última semana de enero se detectaron un total de 482 casos, mientras que en el mismo periodo del año anterior apenas se registraron siete. Los expertos en epidemiología insisten en que la aparición de estos brotes –con más de un centenar de afectados en alguno de ellos– llama mucho la atención, pero no es nada fuera de lo común en este tipo de patologías. «Estamos viendo una especie de efecto rebote de algunas enfermedades vinculadas a la infancia que habían sido frenadas por efecto de la pandemia en mayor o menor medida; desde un aumento de los casos de asma, bronquilitis, neumonía o la propia tosferina», añaden.
La tos convulsa es especialmente contagiosa, por lo que no es de extrañar que cause brotes en cuanto una persona cae enferma, sobre todo en el entorno de colegios e institutos. La vacunación (a los 2, 4 y 11 meses y una dosis de recuerdo a los 6 años), es la mejor manera de prevenir el contagio y las complicaciones de esta patología, pero también tiene sus limitaciones puesto que su protección se desvanece con el paso del tiempo. En este sentido, la Asociación Española de Pediatría ha propuesto añadir una nueva dosis de recuerdo contra esta enfermedad entre los 12 y los 14 años, además de vacunar a los adultos que trabajen con niños pequeños para garantizar una mayor inmunidad.
«La evolución de las tosferina se divide en dos fases: la catarral (hasta 2 semanas) y la paroxística (de 4 a 6 semanas aproximadamente)», precisa la doctora Galán en 'El gran libro de Lucía, mi pediatra' (Ed. Planeta). La primera se caracteriza por unos síntomas similares a los de un resfriado común con mocos, congestión nasal, tos, fiebre... «Con el paso de los días, la tos empeora y adquiere un sonido muy peculiar. Viene en salvas. Es decir, en accesos continuos sin apenas tiempo para coger aire. De ahí que al final emita un sonido parecido a un pitido, un 'gallo' muy característico. Tras estos ataques de tos, los niños están agotados y con poca actividad. Las complicaciones en los más pequeños pueden ser importantes: otitis media, neumonía, insuficiencia respiratoria, encefalopatía, convulsiones, paradas respiratorias (apnea) e incluso la muerte en casos de lactantes menores de dos meses», enumera la especialista.
Otras enfermedades casi 'olvidadas'
Difteria: Se trata de una patología muy poco frecuente, pero a veces la bacteria causante de esta infección respiratoria encuentra un hueco para colarse, sobre todo en pequeñas bolsas de personas no vacunadas. Un niño de Olot (Girona) de 6 años murió en 2015 por las complicaciones derivadas de esta enfermedad, de la que no estaba inmunizado.
Tétanos: Pese a que en nuestro país apenas se registran unos diez casos al año, se debe tener muy presente que esta enfermedad puede acabar con la vida del paciente si no está vacunado.
Varicela: Es una patología propia de la infancia causada por un virus, aunque puede padecerse a cualquier edad. Cada año se comunican en España unos 100.000 casos, cuatro veces menos que los registrados antes de que la vacuna se generalizase.
Sarampión: Esta enfermedad también de origen vírico prácticamente se ha erradicado en nuestro país por la inmunización, pero de vez en cuando surgen pequeños brotes asociados a comunidades antivacunas.
Tuberculosis: Causada por una bacteria, sigue considerándose una enfermedad endémica en determinadas zonas de nuestro país, aunque ya está mucho más controlada. Cada año se registan unos 4.000 nuevos casos en España.
En cuanto al tratamiento, la tosferina se suele tratar con un antibiótico específico por vía oral (eritromicina o azitromizina) para combatir las infecciones que acompañan a la enfermedad.
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