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Magdalena tiene 90 años y toma cuatro pastillas al día para mantener a raya el azúcar, la tensión, el colesterol... Dos con el desayuno, otra en la comida y la última a días alternos después de cenar. Su nuera es la encargada de organizarle el ... botiquín para que no se confunda con las dosis y las horas. A Juan le pasa algo parecido, pero no tiene familiares cercanos a los que recurrir para que le ayuden. Sufre una enfermedad crónica que le obliga a tomar tantos fármacos diferentes que a veces se lía «con tanta pildorita». Lo intentó con un pastillero casero, «pero ni con esas». «Me costaba organizarlo», confiesa este jubilado vizcaíno, que necesita 'gestionar' más de una veintena de pastillas a la semana.
Como tenía «miedo» de equivocarse con la medicación, lo comentó en su farmacia habitual y le dieron la solución al momento. «Juan, te lo podemos organizar nosotras sin mayor problema», le explicaron para su sorpresa. La boticaria se refería al Sistema Personalizado de Dosificación (SPD), un nuevo servicio que ya ofrecen farmacias autorizadas (la mayoría) para ayudar a los pacientes a gestionar su medicación.
«Este sistema se basa en el uso de unos envases desechables de diferentes modelos que contienen los fármacos organizados por tomas. Son como una especie de pastilleros, pero de farmacia. A diferencia de los tradicionales, estos se preparan en unas condiciones higiénicas y controladas y llevan toda la medicación identificada, además de la información necesaria para el paciente», indican en la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
¿Cómo se solicita? Según explican en el Consejo General de Colegios de Farmacéuticos, el paciente o su representante legal solo tienen que mantener una conversación con el boticario, «que recibe una formación específica para prestar este servicio». También hay que firmar un consentimiento para el tratamiento de los datos y después entregar en la farmacia autorizada la medicación o las recetas para que puedan organizar la medicación. Para conocer los establecimientos que ofrecen este servicio personalizado de dosificación se pueden consultar las páginas web de los colegios oficiales de farmacéuticos de cada provincia o preguntar directamente en las boticas.
En el mercado existen diferentes modelos de envases (blíster, tiras de bolsitas de plástico individuales, cajas rectangulares con compartimentos, circulares...) y generalmente vienen preparados para los siete días de la semana con cuatro tomas diarias, que corresponden a las tres comidas principales del día (desayuno, comida y cena) y a la noche, justo antes de ir a dormir. «También los hay específicos para el fin de semana, mensuales, troquelados para recortar o separar alguno de los compartimentos si el paciente tiene que salir de casa», enumeran los expertos.
El modelo compuesto por una tira de bolsitas individuales tiene la particularidad de que es un robot el que las prepara. «Introduce la medicación correspondiente a cada toma en uno de los compartimentos, que es etiquetado con el día y el momento de la toma, además de con el nombre de los fármacos», detallan.
No cabe duda de que la ventaja principal de este sistema de dosificación es que evita muchos errores y facilita la vida «a los pacientes polimedicados, con enfermedades crónicas, con medicaciones complejas o que viven solos». Pero también tiene algunos inconvenientes: el incremento de los desperdicios que se generan y su impacto medioambiental, «ya que el embalaje original se desecha y se sustituye por otro nuevo que, a su vez, hay que depositar igualmente en el punto SIGRE de la farmacia», aclaran en la OCU.
Este servicio personalizado tiene un coste, que varía en función de las comunidades autónomas y de las propias farmacias. Por ejemplo, hay boticas que no cobran nada a cambio de que el paciente compre siempre allí sus fármacos. Otras, en cambio, establecen un precio orientativo de cinco euros a la semana por dispositivo, con rebajas si el paciente se compromete usar un mínimo de envases al año. Servicios sanitarios de salud como el gallego hasta subvencionan este sistema si el paciente cumple una serie de requisitos.
Otra de las desventajas es que este sistema personalizado no sirve para todos los medicamentos. «En los SPD solo se pueden incluir fármacos que sean sólidos. Es decir, que se tomen por vía oral (comprimidos, cápsulas, pastillas, píldoras) y de forma repetida en momentos concretos del día (desayuno, comida, cena, noche). Y muy importante –advierten en la OCU–, deben ser compuestos que sean estables fuera de su envase original (efervescentes, masticables o sensibles al calor no servirían, ya que pueden cambiar de 'forma' según las condiciones)».
Fármacos no aptos
Los que sufren alteraciones fuera del envase original: comprimidos efervescentes, masticables, sublinguales, medicamentos en polvo o granulados, los que deben guardarse en la nevera y los sensibles al calor o la luz (aunque hay farmacias que disponen de compartimentos opacos).
Los que deben tomarse esporádicamente: analgésicos, antiinflamatorios o anticoagulantes como el Sintrom.
Los que se emplean en quimioterapia como el metotrexato o melfalán.
Medicamentos orales que requieran una forma especial de administración como los que se usan para la osteoporosis o algunos fármacos para el párkinson.
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