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A veces, cuando las mujeres nos ponemos quisquillosas –o vamos de listillas–, decimos que a algunos hombres habría que darles un mapa anatómico para que encuentren nuestras zonas erógenas, porque los hay que no saben ni lo más básico. Aunque, haciendo de abogados de diablo, tenemos que decir que cada vez se les pone la tarea más complicada (a ellos y a nosotras con nosotras mismas): el afán por optimizar las actividades sexuales ha hecho que se dispare el interés por esas zonas de nuestro cuerpo casi 'milagrosas' y que nos llevan al clímax de forma infalible (¿?) y rápida, porque la 'productividad' sexual también está muy en boga (si algo requiere mucho tiempo o mucho ensayo-error, ya no interesa a casi nadie). En este contexto, cada vez se habla más de puntos 'mágicos'. Uno de los más misteriosos es el punto A, que algunos consideran el santo grial del sexo femenino. Sobre todo porque su localización no es tarea fácil y el desarrollo de la industria de la juguetería sexual ha permitido que muchas mujeres lo 'descubran', aunque muchas otras y muchos otros serían incapaces de ubicarlo. Tres expertas en bienestar sexual nos ayudan en esta tarea.
Al lío. «El punto A o AFE (Anterior Fornix Erogenous Zone o Zona Erógena Anterior al Fórnix vaginal) fue descrito por Chua Chee Ann, ginecólogo malayo, en 1996. Para algunas personas, esta zona es mucho más sensible que la G y activándola es mucho más fácil conseguir un orgasmo. El punto A –o, mejor dicho, la zona A– es un área muy sensible localizada a nivel profundo en la vagina, cuya estimulación está asociada a un gran aumento de la lubricación y a sensaciones muy intensas. Se encuentra en la cara anterior de la vagina, en la hendidura donde el cuello uterino desciende y forma un espacio entre éste y la vejiga», explica Lucía Jiménez, sexóloga de la firma de salud sexual Diversual.
Ufff, parece que hay que ser un especialista en ginecología para encontrar ese punto A tan maravilloso, que, según los expertos, tiene la peculiaridad de desatar muy rápido la excitación sexual y dar acceso al multiorgasmo. Jiménez aconseja «guiarse por las sensaciones y el tacto». «Introduce los dedos o un juguete por la vagina, siempre apuntando con la punta hacia la pared anterior, o sea, hacia el ombligo. La primera parada sería el punto G, una zona rugosa. Si continuamos más en profundidad, llegamos a la zona A. Lo sabremos porque reaccionaremos al entrar en contacto con ella y notaremos una punta redonda y suave, como abultada», explica con precisión de geógrafa.
A pesar de las indicaciones, las expertas admiten que llegar a este lugar es algo complicado. «Al encontrarse a unos 7 o 10 centímetros de la entrada vaginal... no siempre se puede alcanzar con los dedos», apunta Mónica Moreno, portavoz de EasyToys. Y si lo que pretendemos es estimularlo en pareja se precisa cierta profundidad. «Por eso puede ser muy útil apoyarnos en juguetes para estimularlos, algunos ya están expresamente diseñados para ello, como los dildos curvos o vibradores flexibles», señala. En ese sentido, Mónica Chang, experta en salud sexual de la marca iroha, también aconseja paciencia y juguetes para estimular esta zona, que merece la pena, ya que «aumenta la lubricación y prolonga el placer al estar conectada al clítoris indirectamente».
El caso es que los 'puntos', como el A, que están relacionados con el placer sexual suscitan interés. Para hacernos una idea, el punto G registra 8.100 búsquedas mensuales en Google desde España, mientras que el punto A tan solo suma 390. «Y otras zonas erógenas de la mujer como el punto U (una pequeña región ubicada entre el clítoris y la entrada de la vagina y que se llama así porque está muy cerca de la uretra), tampoco son muy conocidas, ya que tienen unas 500. Mientras, el llamado punto K (260 búsquedas), un lugar en la unión con el cuello uterino que debe su nombre a la sexóloga Barbara Keesling, quién lo descubrió en 1998, resulta aún más desconocido», repasa Molero.
¿Tan importantes son estas zonas concretas para el placer sexual? El neurocientífico Diego Redolar explica que «a lo largo de nuestro cuerpo tenemos receptores repartidos». Estos mandan señales al cerebro que marcan la conducta sexual. Tal y como explica, en el clítoris y el glande hay muchísimos, y también en los pezones. Y por eso estas son las zonas erógenas más o menos obvias y conocidas. «Pero en la piel también tenemos muchos receptores muy repartidos y ahí hay muchas diferencias individuales: por eso a unas personas les excita que les toquen en una parte y a otras, en otra», indica.
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