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MATTIN
Mi hijo comete errores incomprensibles en el cole... ¿qué le pasa?

Mi hijo comete errores incomprensibles en el cole... ¿qué le pasa?

El inicio del curso es un buen momento para 'investigar' qué le pasa al peque: a veces no es solo despiste

Jueves, 10 de octubre 2024, 19:03

Para muchos padres y madres este es un pensamiento recurrente: 'no entiendo por qué el peque, con lo espabilado que es, no se entera de nada en clase'. Y vienen malas notas, advertencias de los profesores de que se queda atrás... la preocupación se instala en casa y el motivo de ese problema se convierte en un 'expediente X'. ¿Qué puede estar ocurriendo? Los logopedas señalan que ahora, al inicio del curso, es un buen momento para someter a los chavales a una pequeña 'ITV' para intentar desentrañar el misterio y afrontar el curso con los menores obstáculos posibles... o, al menos, con las mejores herramientas.

Ahora mismo, muchos estarán pensando que qué tendrán que ver los logopedas en todo esto si resulta que el niño en cuestión habla perfectamente... Es que solo solemos acudir a estos profesionales cuando detectamos problemas del habla, tan evidentes, aunque su cometido va mucho más allá.Veamos en qué terrenos nos pueden ayudar.

Hay bastantes críos que son un auténtico desastre con los números. Las mates se nos han atragantado a muchos, sí. Pero para muchos adultos resulta incomprensible que su hijo no de pie con bola con operaciones sumamente sencillas o, simplemente, al contar, al aprender las tablas de multiplicar...Y quizá el problema sea la discalculia, uno de los trastornos del aprendizaje matemático, que afecta a cerca de un 6% de los menores en edad escolar, un porcentaje nada desdeñable. «Este tipo de trastornos siguen siendo muy poco conocidos, no sólo en las propias familias, sino también en el ámbito escolar», indica Unai Pequeño, presidente del Colegio de Logopedas del País Vasco. Esto, obviamente, retrasa su detección y tratamiento, algo que agrava la situación. Tal y como explica la logopeda Patricia María Comíns, si no se tratan, «estas dificultades son persistentes y pueden afectar a uno o varios aspectos, como la comprensión de los números, el aprendizaje de operaciones aritméticas, la ejecución de cálculos y el uso de habilidades matemáticas en la vida cotidiana». Es decir, no se pasa solo.

Según estos expertos, el origen de la discalculia se encuentra en una alteración neurológica en las áreas del cerebro que sirven de base para el procesamiento matemático. Al parecer, tiene un fuerte componente genético. «Y no está ligado a la inteligencia general del individuo», aclaran.

Pero sí está asociado, muy a menudo, a otros problemas: según un metaanálisis publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry en 2021, el 45% de los niños con discalculia también presentan síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Además, poco después, en 2022, se descubrió que la discalculia 'convivía' con otros trastornos del aprendizaje como la dislexia en cerca del 50% de los casos (así lo recogió una investigación publicada el American Journal of Medical Genetics). Aunque que existan personas con una sola de estas dificultades de aprendizaje (un 7% con dislexia y un 6 % con discalculia) ya garantiza que son problemas independientes, con entidad propia.

Caos general

Pero como muchas veces el caos de números de los chavales se 'extiende' a aspectos relacionados con la lectoescritura –dislexia, disgrafía (dificultad para escribir de forma clara y correcta), problemas para aprender a leer y escribir o para hacerlo a cierta velocidad–, el lío ya cobra dimensiones importantes y el peque no solo falla en matemáticas, 'patina' en todo. De ahí que los expertos insistan a padres y profesores en la necesidad de vigilar si existen indicios de discalculia, que pueden ser sólo la punta del iceberg de algo más complicado.

Así, Patricia Comíns cita algunos de los signos más característicos de este trastorno, como «dificultades para identificar números o realizar operaciones básicas como sumas o restas; errores frecuentes en matemáticas, consistentes y persistentes a pesar de la práctica y la corrección; lentitud en procesar tareas matemáticas que para otros niños de su edad resultan sencillas; y expresión de ansiedad o aversión hacia las matemáticas, que puede manifestarse en evitación o angustia emocional». Y un rasgo muy llamativo: los afectados suelen ser incapaces de detectar sus errores al repasar.

Si apreciamos en el menor alguno de estos signos, hay que intervenir cuanto antes, ya que los logopedas pueden lograr, en siete de cada diez casos, una notable mejoría. La detección temprana –hay tests en Internet, pero siempre es preferible un profesional– y tratamiento «son esenciales para modificar las trayectorias de aprendizaje y mejorar los resultados a largo plazo», destaca la experta. Lo ideal abordar el problema de los 7 a los 9 años para obtener buenos resultados. La discalculia seguirá ahí, pero el chaval tendrá medios para compensar esas dificultades y, según los especialistas, no interferirá en su éxito académico.

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