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César Llaguno
Hay una razón (científica) por la que los adolescentes se van tan tarde a la cama

Sueño en adolescentes

Hay una razón (científica) por la que los adolescentes se van tan tarde a la cama

Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto

Julia Fernández

Jueves, 16 de mayo 2024, 18:33

Cuando se tienen hijos, la noche cambia de significado. Y da igual la edad que tengan, se convierte en un caballo de batalla. De bebés se tiene la esperanza de que más tarde o más temprano acaben regulando el sueño para poder dormir. Lo que ... uno no espera es que la batalla por irse a la cama dure hasta la adolescencia. «Es que en esta época se ven inmersos en la tormenta perfecta», ilustra Óscar Sans, neurofisiólogo clínico.

Los adolescentes tienen que dormir más que un adulto. La horquilla de horas que deberían descansar cada noche está entre las ocho y las diez. Pero pocos cumplen con esto.

– Con sinceridad, no hay quien los eche a la cama...

– Pero no es un capricho. Hay varios factores que influyen y uno es biológico.

Sans, coordinador del grupo de trabajo de Pediatría de la Sociedad Española del Sueño, lo explica con pausa: «Cuando llega la preadolescencia o la adolescencia, los jóvenes sufren muchos cambios físicos y hormonales. Y una de las cosas que les pasan es que se vuelven búhos desde el punto de vista de lo que se llama el cronotipo». Se transforman: «Su ritmo circadiano, este ritmo de 24 horas que nos marca el estar despierto y el estar dormido, se alarga. Y lo que vemos, dicho a grandes rasgos, es que se vuelven más nocturnos. Durante la tarde y la noche, que es cuando deberían estar en condiciones de irse a la cama, se activan».

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«No pueden fisiológicamente conciliar el sueño a la hora que era habitual», apoya María Ángeles Bonmatí, investigadora postdoctoral en CIBERFES y colaboradora de la Universidad de Murcia. Ella apela a la comprensión de este fenómeno para evitar esas broncas diarias que no benefician ni a padres ni a hijos. «Segregan melatonina, que es una hormona que secreta la glándula pineal y que nos da el pistoletazo de salida para el proceso del sueño, más tarde que los adultos», prosigue la también autora del libro 'Que nada te quite el sueño'. Eso quiere decir que el sueño le va a entrar sí o sí más tarde. Y da igual si hemos conseguido que se vayan a la cama o no.

«Los adolescentes segregan melatonina más tarde que los adultos»

Y precisamente aquí es donde entran en juego las pantallas. «Las del móvil y la tablet, sobre todo, tiene un luz del espectro azul que retrae la melatonina», advierte Sans. Y como no encuentran el sueño, pero sí el 'smartphone' y se ponen a enredar con él por puro aburrimiento, todavía retrasan más la aparición natural de la somnolencia.«Parece ser que son, además, más sensibles que los adultos a estos estímulos, incluida la pantalla de la televisión», añade Bonmatí. «Cuando aplicamos un estímulo de luz brillante a nuestro cerebro, a nuestro reloj central, que nos marca los ritmos de sueño y de vigilia, le estamos diciendo que es de día y eso es exactamente lo que hacen muchos adolescentes con el móvil», razona el neurofisiólogo. Aunque ojo, quitarles el iPhone no va solucionar el problema de base.

A clase, mejor andando

Los horarios normales de la sociedad también juegan en contra de los adolescentes. Si por biología les entra sueño más tarde y necesitan, además, dormir un par de horas más que un adulto, deberían poder levantarse más tarde, pero eso no ocurre. A las ocho ya suena el timbre de la primera clase del instituto.

– ¿Habría que cambiar el horario de entrada?

– Idealmente sí, pero claro, eso repercute también en los de los padres. Es complicado.

Lo que sí se puede hacer es intentar que los adolescentes no lleguen dormidos a clase.«Un buen consejo es que vayan andando al instituto», recomienda Sans. Si está muy lejos, pues un ratito a pie y otro en el medio de transporte que sea necesario. Así se 'despejan', como decimos cotidianamente.

«Son más sensibles a la luz de las pantallas, que altera nuestras hormonas»

Otra recomendación sería no poner a primera hora las asignaturas más duras o tediosas, sino las que les vayan a estimular: educación física, plástica, tecnología... Y fijar los exámenes en el momento de la semana en el que tengan un mayor rendimiento: «Mejor un miércoles que un lunes». Otra cosa interesante es intentar que, aunque coman tarde por el horario continuo, no se retrase todo el plan de comidas:«El intestino se dice que es nuestro segundo cerebro», defiende este experto. Y evitar las siestas, claro. Así como hacer deporte por la tarde.

Verdades y mentiras de dormir bien

  • La trampa del fin de semana. «El sueño que los adolescentes pierden entre semana no lo recuperan el fin de semana. No hay que dejarles que duerman todo lo que quieran. Aumenta el jet lag de las hormonas», alerta el neurofisiólogo Óscar Sans.

  • Ojo con la cena. Ni comidas muy copiosas y con grasas, ni mucho líquido en la cena. «Hay que evitar el sueño fragmentado y si toman mucho líquido van a tener que levantarse al baño por la noche».

  • Los amigos influyen. En la adolescencia «el contacto con tus pares es muy importante». Por eso, si ven que todos duermen poco, van a pensar que es lo normal. «Hay que trabajar para que entiendan la importancia de dormir», remarca la investigadora María Ángeles Bonmatí.

– Muchos adolescentes tienen entrenamientos en ese momento...

– Sí, y como son los más mayores, se les reservan siempre las últimas horas. Por eso decía que es la tormenta perfecta.

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