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Mikel Casal
La pasta de dátil no es azúcar, la fruta emborracha... y otros ocho mitos de la nutrición

Verdades y mentiras de la nutrición

La pasta de dátil no es azúcar, la fruta emborracha... y otros ocho mitos de la nutrición

Hablamos y disfrutamos de la comida a todas horas, pero no sabemos tanto como creemos. Seis dietistas-nutricionistas revisan varias creencias populares y nos desvelan si estamos en lo cierto o no

Julia Fernández

Viernes, 21 de junio 2024

La comida está omnipresente en nuestras vidas. Es verdad que sin ella no podríamos vivir, pero es que nos sirve para todo: para celebrar lo bueno, para quitar las penas, para ponernos fuertes, para adelgazar... Sin embargo, pese a esto, no sabemos tanto como creemos. A continuación, con la ayuda de la Academia de Nutrición y Dietética, te presentamos nueve mitos y una creencia falsa que a buen seguro te servirán en las conversaciones de sobremesa, a lo mejor te quita algún reparo y te saca de más de un error.

  1. La pasta de dátil es el endulzante ideal

Hace ya unos años que la pasta de dátil está de moda para hacer todo tipo de repostería, pero sobre todo la llamada 'fit'. «Ciertos influencers la usan bajo la premisa de que no son azúcares libres, sino intrínsecos y que, por tanto, no son un problema ya que los que hay limitar, según la OMS son los libres», relata el dietista–nutricionista Ramón de Cangas. Pues bien, nada más lejos de la realidad:«El proceso de producción de la pasta de dátil desestructura la matriz alimentaria y se convierten precisamente en azúcares libres». Así que sí, cuentan para la ingesta máxima diaria recomendada: 25 gramos al día para un adulto.

  1. La fruta alcoholiza la sangre

En muchas cuadrillas se ha debatido sobre si es posible dar positivo en un control de alcoholemia por tomar fruta. Sin embargo, la dietista-nutricionista Iva Marqués considera que es algo casi imposible. «La fermentación etílica en el colon es posible, pero se trata de una enfermedad rara denominada GFS y es poco prevalente». Las frutas sí fermentan en nuestro sistema digestivo, pero lo que generan no es alcohol. «En el colon existen diferentes tipos de bacterias: están las bacteroides, las firmicutes, las lácticas, las aeróbicas, las anaeróbicas… Y dan lugar a diferentes tipos de fermentación: la láctica, la acética y la butírica». Y lo que se genera ahí son gases.

– Y si sufrimos esa enfermedad rara, ¿nos emborrachamos de verdad?

– El alcohol en sangre sería una cantidad muy residual y no tendría efecto a nivel sistémico.

  1. El pescado no engorda, es agua nada más

¿Quién no ha oído esta frase alguna vez? Pues bueno, el pescado es muy saludable, pero no es solo agua. «Tiene otros componentes como vitaminas, minerales, proteínas y grasas», explica la dietista–nutricionista Alicia Salido. Además, ese agua que también contiene varía en función de la especie entre un 60 y un 80%. Si por la razón que sea necesitamos hacer una dieta para bajar de peso, hay algunos más recomendables que otros. «Los pescados azules tiene en su composición mayor cantidad de grasa que los pescados blancos y los mariscos. Unos 100 gramos pueden alcanzar hasta 280 kilocalorías», continúa la experta. No obstante, cualquier pescado es sano, no entremos en pánico.

  1. ¿Eres intolerante a la lactosa y tomas yogur? ¡No es posible!

«¡Claro que lo es!», defiende la dietista–nutricionista Paula Serrano. Y no es que te hayas curado ni mucho menos. «En la intolerancia a la lactosa hay grados». No es que no puedan tomar lactosa, como si fueran alérgicos a algún alimento, es que hay quien tolera menos cantidad que otra. «La mayor parte de los afectados pueden consumir yogur sin problemas ya que esa lactosa ha fermentado también a ácido láctico y, por si fuera poco, los probióticos ayudan a 'digerir' la que queda». Y algo parecido pasa con el kéfir, donde hay «más ácido láctico y cantidades despreciables de lactosa».

– Entonces el queso...

– Uno más fresco sí va a tener más lactosa que uno curado. Así que tomarlo dependerá del grado de intolerancia. Es algo individual que cada persona ha de valorar según lo que siente.

  1. Un diabético no puede comer ni pan ni plátano

«Una persona diabética puede consumir todos los grupos de alimentos como cualquier otra», defiende la dietista–nutricionista Amparo Bayarri. Es más, «debe» consumirlos para seguir una alimentación variada y equilibrada. Sin embargo, muchos creen que el pan tienen que evitarlo por activa y por pasiva:«En absoluto, lo puede consumir pero tendrá que cuidar la cantidad y la calidad», añade la experta.

Lo primero es para evitar picos de glucosa. Sobre la calidad:«Hay que buscar un buen pan con harina integral, que nos aporta fibra y nos ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre». Otro mito parecido es el de que deben evitar los plátanos: «Es una opción totalmente saludable ya que su alto contenido en fibra, vitaminas y minerales (como cualquier otra fruta) es beneficioso para su salud». Fuera falsas creencias.

  1. El chocolate negro es siempre saludable

El trabajo de divulgación nutricional nos ha convencido de cambiar el chocolate con leche por el negro porque es más saludable. Y efectivamente lo es, pero no siempre. «Ojo con las etiquetas, no debemos fijarnos en la palabra del frontal, sino en la información nutricional», sugiere Iva Marqués.

«Lo que conocemos como 'chocolate negro' puede variar, desde tener un 35% de la materia total del cacao, al 85, 90 o 95. Y solo con ver esas cifras ya podemos intuir que unos van a ser más saludables que otros», continúa. A partir del 80% podemos ya estar más tranquilos puesto que será «un chocolate con más compuestos flavonoides, que son los compuestos beneficiosos del cacao».

– ¿Cómo es posible un baremo tan amplio para llamar chocolate negro a un producto? ¿No hay una regulación al respecto?

– El chocolate negro como definición legal no existe. La definición del chocolate es que tiene que tener al menos 35% de materia seca de cacao, del cual 18% tiene que ser manteca de cacao. Eso son los mínimos que marca la normativa. A partir de aquí, el producto que se comercializa puede estar en diferentes formas. Puede tener más manteca, más cacao... O contener más avellanas, más azúcar o más leche.

  1. No comas fruta después de las comidas, que engorda

Los postres están tan demonizados que hay quien cree que hasta tomar fruta después de las comidas es malo. Bueno, concretamente que engorda. Amparo Bayarri lo desmiente: «Es un alimento con alto contenido en agua, vitaminas y fibra. Es un postre saludable».

– Pero tiene azúcar, ¿no?

– Son azúcares naturales, que junto con el alto contenido en fibra hacen de la fruta un alimento perfecto para ser consumido. Al contrario de lo que se piensa, no engorda, ya que esa fibra es un gran aliado en la pérdida de peso.

Y esto se aplica a todas, incluida el plátano. «Es que éste además nos aporta potasio, que tiene múltiples beneficios para la salud». Por cierto, no se corte, da igual si come la fruta antes, durante o después de las comidas. Eso no va a cambiar sus valores nutricionales.

  1. ¡La dieta de la piña funciona!

La fruta es muy sana, pero no es milagrosa. La dieta de la piña tiene mucho predicamento en quienes buscan atajos para bajar de peso, sobre todo en poco tiempo. «Es verdad que la piña tiene propiedades diuréticas», lo que quiere decir que ayuda con la retención de líquidos, pero «es de sentido común que comer piña todo el día no es saludable ni equilibrado», acota Alicia Salido.

La experta entiende que a veces, en momentos de desesperación, las personas nos agarramos a clavos ardiendo aun sabiendo que esto es totalmente desproporcionado», aunque remarca lo malas que son dietas como esta de la piña. Porque las hay del tomate, del puré de calabacín, de la sopa de apio... «Si las siguiéramos, lo que nos ocurriría es que a lo largo del día nos faltarían muchísimos nutrientes. Por lo tanto, quedan totalmente desaconsejadas en un tratamiento dietético para cualquier tipo de patología o para paciente sin patología».

  1. El agua en las comidas engorda, me siento fatal

Otro mito clásico que todavía circula es el de que el agua en las comidas engorda. «Es el que más me encuentro», sostiene la dietista–nutricionista Ingortze Zubieta. Pero es mentira porque no tiene calorías. «Si bebes mucha lo que haces es llenarte y saciarte antes, con lo que comerás menos».

– ¿Pero hay gente que dice que le sienta mal o que le da pesadez?

– Puede producirse malestar si tienes problemas con el ácido del estómago u otra patología digestiva. Sobre que estás pesado: si bebes mucho puedes tener por un momento esa sensación física porque el estómago está lleno de líquido, pero no hay mayor problema. Si te hincha, bebe a sorbitos y a lo largo de toda la comida, no todo de golpe.

Los niños con comida en el plato no se mueren de hambre

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«Nada aterra más a unos padres que ver que su bebé rechaza la comida», relata la dietista–nutricionista Mapi Herrero. Y ello genera mucha tensión. Mucha gente cree que si un niño no come, no le va a pasar nada, vaya, que no se va a morir de hambre. Lo dicen mucho las abuelas para serenar a hijos, nueras y yernos.

«La mayoría de las veces es cierto que no les va a pasar nada grave», tranquiliza la experta. Pero es inevitable preocuparse y, en algunos casos, además, nos lleva a descubrir algún problema. Entonces, ¿cómo acertar? ¿Entramos en pánico si el crío deja de comer dos días seguidos? «Si tu peque deja de comer, de repente, dos o tres días y después aparece una fiebre; no hay que hacer nada, verás que en cuanto el proceso se resuelva recupera el apetito».

Otra cosa es cuando se observan las siguientes características: «Rechaza los alimentos casi desde el principio de la alimentación complementaria, no es capaz de comer trozos pasados los diez meses, rechaza un tipo de elaboración concreta, su 'carta' de alimentos no incluye más de diez variedades diferentes y, además, notas cambios en su carácter». En esos casos, Herrero recomienda contactar con un dietista–nutricioniesta especializado en pediatría.

Lo que sí que no aconseja es algunas cosas que más de uno hemos sufrido en primera persona. La primera es forzar al niño a comer:«No sabes si le sienta mal, si le duele algo o si es desagradable». Tampoco aconseja usar pantallas o distracciones para que coma: como en los adultos, lo mejor es ser conscientes de este momento y disfrutar de él.

Por otro lado, un mala ambiente en la mesa no va a ayudar al crío a comer. Las malas caras, los enfados o los gritos actuarán como un elemento distorsionador y es probable que quiera huir de él cuanto antes, aunque sea sin probar bocado. Por último, «no creas que es tu culpa. Este pensamiento intrusivo no te hace bien. Recuerda que tu peque no come porque no puede, no porque no quiera», concluye Herrero.

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