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Imagina que una persona con demencia está en una habitación y olvida el motivo por el cual se encuentra allí. Quizás tenía sueño y se disponía a acostarse, quizás tan solo acudiese allí para coger alguna cosa. O puede que simplemente quisiera ordenarla. Imagina ahora que esa persona dispone de unas gafas inteligentes que, a través de una sofisticada tecnología, reconocen el tipo de habitáculo en el que se encuentran y deduce posibles motivos por los que la persona que las lleva puestas está allí. Entonces le propone a esa persona en cuestión: Justo frente a ti tienes un vaso con agua. ¿No tienes sed?
Esta tecnología, aunque parezca algo futurista, ya existe. Y en Alicante hay un grupo de investigadores que trabaja cada día para poder desarrollarla de manera exhaustiva. Lo hacen en el Centro de Inteligencia Digital de Alicante (CENID), que trabaja en colaboración con la Universidad de Alicante y la Diputación de Alicante.
¿El objetivo de todo esto? Mitigar el impacto del deterioro en individuos con demencia. Jose García Rodríguez, catedrático especializado en Inteligencia Artificial de la Universidad de Alicante, dirige esta investigación junto a un equipo formado por Ester Martínez, Javier Ferrández, Mª Flores Vizcaya, Angelo Araujo, Manuel Benavent y David Mulero. Esta tecnología tiene dos modalidades según el estadio de demencia en el que se encuentra el paciente. Se trata de programas informáticos que se aplican a las Microsoft HoloLens, las gafas de realidad aumentada de la compañía.
García explica que el primero de estos dispositivos, HoloDemtect, permite «detectar deterioros cognitivos y mantener a las personas activas de forma que estimulen su capacidad cognitiva y el deterioro se ralentice».
HoloDemtect funciona por medio de ejercicios y actividades cotidianas. «Una de ellas simula que la persona está haciendo la compra –cuenta Jose García–. Al usuario le aparece delante una lista con distintos productos, una serie de objetos y una cesta. La persona coge los objetos virtuales con su mano y los deposita en la cesta».
Una de las claves de este ejercicio es que se pueden medir muchas variables con él. Entre ellas, se observa que los objetos seleccionados sean los correctos y se tiene en cuenta el tiempo que el usuario tarda en terminar o incluso hacia dónde mira en cada momento. Todo ello permite medir capacidades tanto motoras como cognitivas. Conlleva, además, «un enfoque que no solo sirve como medio de rehabilitación para el paciente, sino también para personalizar los tratamientos y mejorar, por ende, la calidad de vida», añaden desde CENID.
En segundo lugar, el equipo de investigación del CENID ha desarrollado HoloYOLO, la aplicación que sirve, entre otras cosas, para ejemplos como el mencionado al principio. José García cuenta que la tecnología que han desarrollado «reconoce si la persona en cuestión está en el comedor, la cocina, el dormitorio… y le sugiere qué puede hacer con cada objeto que tiene cerca. Por ejemplo, si tiene un vaso al lado, le propone beber agua», añade.
Ambos sistemas han sido desarrollados con la ayuda de la inteligencia artificial. Todavía están en fase de validación científica, pero lo cierto es que hasta ahora los resultados han sido muy halagüeños. «Han permitido su validación como sistema de detección temprana», según el centro, y tienen «una tasa de aceptación mayor por parte de los usuarios que otras pruebas tradicionales, así como una reducción de la fatiga y el cansancio por parte de los usuarios que las han probado», añaden.
El equipo de investigación lleva años trabajando en este tipo de dolencias que afectan a la memoria o a las capacidades cognitivas. «Por ese motivo, llevamos mucho tiempo investigando alrededor de las técnicas de visionado y la visión artificial, y hemos llegado a la conclusión de que pueden ser muy beneficiosas», indica García.
La Confederación Española de Alzheimer y otras demencias (CEAFA) estima que a mediados de siglo los casos de demencia en España se habrán duplicado hasta alcanzar el millón y medio con respecto al pasado 2019. El investigador José García explica que la razón de este aumento desbocado es, básicamente, que la esperanza de vida «crece cada año». También explica que las facilidades que las tecnologías han ido implementando en la vida de las personas hacen que ejercitemos menos el cerebro. Pone como ejemplo el uso de Google Maps: «Ya no sabemos ir a ningún lado sin Google Maps, ya no ponemos a trabajar al cerebro en ese sentido».
No obstante, añade que los avances tecnológicos «son indudablemente beneficiosos siempre que se usen bien». En CENID, la Inteligencia Artificial ha aportado muchísimo a la solución de distintos problemas. García comenta que la IA posibilita la obtención de «muchísimos datos que se cruzan mucho más fácilmente, lo que hace que se trabaje mejor que con los sistemas tradicionales».
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