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A Jacobo Barchín, el guardia civil en silla de ruedas que había conseguido una plaza en la unidad de Seguridad Ciudadana de El Campello, le cambió la vida el 2 de diciembre de 2020 cuando, practicando el ciclismo, una de sus aficiones, sufrió un accidente que le provocó una lesión medular incompleta en la vértebra dorsal 12.
Desde ese día trabaja sin descanso en su recuperación para volver al Instituto Armado. Un proceso que está siendo interminable y que recibió un mazazo el pasado octubre, cuando la Benemérita le comunicó su pase a retiro.
La incredulidad de un joven de 34 años que se siente «totalmente capacitado» para volver al Instituto Armado en un puesto adaptado le llevó a presentarse en el Congreso y el Senado de la mano de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) para denunciar su caso.
Días más tarde, la Guardia Civil le pidió que antes de que recurriera a la vía judicial interpusiera el recurso potestativo de reposición ante la ministra de Defensa porque había «voluntad política de enmendar el error» y tenían intención de «dictar resolución favorable», tal y como expone Barchín en un comunicado en la cuenta de la AUGC.
Art. 49 Constitución española:
— AUGC Guardia Civil 🇪🇸 (@AUGC_Comunica) January 21, 2025
Las personas con discapacidad ejercen los derechos previstos en este Título en condiciones de libertad e igualdad reales y efectivas
Jacobo Barchin @guardiacivil se siente discriminado por su discapacidad, no le dejan trabajar y no percibe… pic.twitter.com/EnnioDyFpp
«Me han vuelto a tomar el pelo», denuncia el joven agente, quien asegura que Defensa desestimó este lunes, 20 de enero, el recurso potestativo de reposición. «Lo de la igualdad y la inclusión queda muy bonito, pero a la hora de la verdad es papel mojado, palabras vacías, panfletismo barato», sostiene Barchín.
El guardia civil, ahora apartado de sus funciones, no entiende por qué no se le adapta a un puesto cuando hay una usuaria en silla de ruedas en el Ejército de Tierra que sí que la han readmitido. «Hace unos años éramos más inclusivos que ahora. Los principios, los valores y la dignidad de una persona no se puede comprar con dinero, y eso está por encima de todo. Las mayores barreras a las que nos enfrentamos las personas con discapacidad cada día no son físicas, sino mentales», ha apostillado.
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