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P. Sellés
Alicante
Sábado, 25 de marzo 2023, 07:00
Inmersos ya en primavera, las reacciones alérgicas prometen ser un quebradero de cabeza para más de uno. No en vano, en nuestro país hay cerca de ocho millones de personas (una cuarta parte de la población) alérgicas al polen, que especialmente en época primaveral invade nuestra atmósfera. De ellos, siete millones son alérgicos a las gramíneas.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica prevé que la inminente temporada de alergias sea «leve» en el litoral mediterráneo, donde la concentración del polen de gramínea se espera que ronde valores de 1.200 granos/m3.
30% Cifra en aumento
Es la proporción de población que a lo largo de su vida acabará desarrollando una patología alérgica
El clima cuasi primaveral que se respira en Alicante buena parte del año, hace que la presencia de polen en su ambiente sea más frecuente que en otros puntos de la geografía española. «Alicante es la casa de la primavera», dijo una vez el escritor coruñés Wenceslao Fernández Flórez, gran enamorado de la capital alicantina. A esta cita alude el jefe del Servicio de Alergología del Hospital Dr. Balmis de Alicante, Javier Fernández, para ilustrar la incidencia de las alergias al polen en nuestra provincia.
«Con la llegada del buen tiempo se percibe un aumento de casos. Sin embargo, vemos sintomatología alérgica todo el año, ya que además de los alérgenos estacionales como los pólenes, existen alérgenos que consideramos perennes como pueden ser los ácaros, mohos, o epitelios de animales», asegura el doctor Antonio Ramón, alergólogo del Hospital General Universitario de Elche.
Los expertos recuerdan que en cada zona de la provincia existe una flora propia por el terreno y las condiciones climáticas, por lo que la incidencia de las alergias presenta variaciones. Mónica Antón, alergóloga del Hospital Universitario Sant Joan d'Alacant, apunta que en el área santjoanera «los pólenes que producen alergia con más frecuencia son el ciprés, las gramíneas, el olivo y la salsola, en menor frecuencia el plátano de sombra y la artemisia».
La población que habita en la zona de playa, como San Juan o El Campello, suele ser más propensa a la alergia a los ácaros del polvo. En la zona del casco urbano, en Alicante capital, donde hay más contaminación, hay más alérgicos de tipo respiratorio y la población que vive en el campo o zona semiurbana, como por ejemplo en Xixona, Tibi o Torremanzanas suele sufrir con más frecuencia las alergias a los pólenes. Y a todo esto hay que sumar las alergias a los epitelios de los animales y a los hongos.
Y en cuanto al número de pacientes que se ven el Hospital de Sant Joan por problemas de alergia, «va incrementándose año tras año, por el cambio climático, la contaminación y la exposición a alérgenos ambientales, lo que hace que haya más pacientes derivados del médico de Primaria o de otros especialistas» señala Mónica Antón.
Al igual que pasara con las infecciones respiratorias, esta primavera se espera un repunte en el número de atenciones derivadas por reacciones alérgicas. La razón no es otra que el decaimiento en el uso de la mascarilla, que más allá de contener la propagación del covid, también previno a muchos de reaccionar alérgicamente a la inhalación de polen. No obstante, el mismo confinamiento perjudicó a pacientes alérgicos a los alérgenos de interior o perennes, como ácaros o animales domésticos, según cuentan los especialistas.
Dr. Antonio Ramón
Alergólogo del Hospital General Universitario de Elche
Factores climáticos como las temporadas de lluvia o de sequía que hay en los meses previos a la primavera pueden influir en que la polinización sea más o menos intensa. Por eso, recuerda el alergólogo del hospital ilicitano, «muchas veces es muy difícil predecir cómo va a ser la temporada de primavera, por lo que se hace una valoración una vez pasada la misma».
El cambio climático y la contaminación también contribuyen a que se alargue la temporada de polinización. Según el doctor Antonio Ramón, «la contaminación ambiental favorece que el polen permanezca más tiempo suspendido, ya que el polen se adhiere a las partículas de diésel e incluso se vuelve así más 'agresivo'».
Para eludir sus efectos, la receta puede parecer sencilla: evitar la exposición a lugares o momentos en que la concentración de polen sea elevada. En ese sentido, los médicos recomiendan usar la mascarilla para la temporada primaveral, así como estar atento a la información sobre la polinización.
También puede ayudar el uso de gafas de sol, subir las ventanillas del coche cuando se viaje en el mismo, o revisar los filtros antipolen de los vehículos. Por su parte, en las viviendas se aconseja limpiar el polvo con bayetas húmedas, usar un aspirador con filtro HEPA, y ventilar la casa durante las horas centrales del día, cuando la concentración de polen es menor.
Usar la mascarilla
Consultar la información sobre polinización
Subir las ventanillas del coche
Revisar los filtros antipolen
Limpiar el polvo con bayetas húmedas o aspirador con filtro HEPA
Ventilar la casa durante las horas centrales del día
La idiosincrasia de nuestra provincia hace que en los hospitales alicantinos atienden con más frecuencia a personas alérgicas a dos o más tipos de pólenes, sumado a la alergia a ácaros, hongos ambientales o epitelios. «Es lo que llamamos polisensibización y en muchos casos complica el diagnóstico y el tratamiento», asegura el alergólogo de Elche.
Los tratamientos farmacológicos son los principales aliados en caso de exposición a los alérgenos, más concretamente los antihistamínicos y los antiinflamatorios de tipo corticoides. Entre estos últimos, se prioriza la prescripción de aquellos administrados por vía inhalada, ya que presentan menos efectos secundarios que los de vía oral, tal y como apunta el alergólogo del hospital alicantino.
Las vacunas son otro de los recursos médicos frente a las alergias, las cuales han visto mejoradas su efectividad con el paso de las décadas. A ello contribuyó enormemente que la ciencia médica identificara en la pasada década de los 70 una sustancia llamada inmunoglobina E. También conocida como IgE, se trata de un anticuerpo producido por nuestro organismo, cuya concentración en sangre aumenta cuando el cuerpo reacciona ante determinados alérgenos.
Mónica Antón
Alergóloga del Hospital Universitario Sant Joan d'Alacant
«La vacunación es el tratamiento curativo que tenemos en nuestras manos y aproximadamente el 80% de los pacientes que se administran esa vacuna mejoran y curan su enfermedad, evitando tener que tomar medicamento sintomático de forma diaria, con lo que mejora mucho su calidad de vida y están mucho más contentos», señala la alergóloga Mónica Antón.
Mediante las pruebas cutáneas de estudio de las alergias, la ciencia médica intenta averiguar el mecanismo que desencadena los síntomas. Otro método que tienen los médicos del Hospital Dr. Balmis para identificar estos mecanismos son los llamados estudios de provocación, mediante los cuales exponen al paciente a un alérgeno para ver cómo es su reacción.
El doctor Fernández apunta que estos tests se dejaron de hacer durante la pandemia, ya que la exposición al alérgeno desemboca en estornudos y eso resultaba desaconsejable para los pacientes convivientes con el covid. Dejados atrás los meses más crudos de la pandemia, esas pruebas ya se han retomado, hasta el punto de convertirse en una rutina diaria del Servicio de Alergología del hospital alicantino -a pesar de que inicialmente eran una herramienta de investigación-.
A través de una de las investigaciones en las que está inmerso el centro alicantino -en el marco del Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (ISABIAL)- se está estudiando la respuesta de las gramíneas a la contaminación ambiental, y cómo eso afecta a los alérgenos expresados en sus pólenes. Trabajos como este han hecho que el servicio dirigido por el doctor Javier Fernández aspire a convertirse en la unidad de referencia para otros hospitales de la provincia.
Su labor también les ha permitido identificar un repunte en la incidencia de las alergias alimentarias. El doctor Fernández alude a diferentes hipótesis para explicar este hecho, como la creciente incorporación a nuestra dieta de alimentos procedentes de otras partes del mundo, o el celo por la higiene alimentaria. Algo, esto último, que podría haberse traducido en una hipersensibilidad de nuestro organismo frente a determinados alérgenos.
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