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El mayor encontronazo de la legislatura entre los dos partidos que conforman el Gobierno se hizo realidad este martes en el Congreso, en víspera de una fecha tan señalada y cargada de simbolismo para PSOE y Unidas Podemos como el 8-M y a menos ... de cien días para las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo. No por ser lo esperado la fractura evidenciada durante el debate de toma en consideración de la reforma del 'sí es sí' reviste menos importancia. El diputado del grupo confederal Javier Sánchez Serna llegó a admitir algo que hasta ahora los dos socios se resistían a considerar, que la decisión de los socialistas de modificar la norma estrella del Ministerio de Igualdad sin la conformidad de su principal responsable, Irene Montero, y con la ayuda de la derecha puede tener consecuencias. «Habrá que reflexionar», dijo.
Nadie había llegado a hacer una insinuación similar en el mes transcurrido desde que, tras ocho semanas de negociaciones infructuosas y apartadas de los focos entre Igualdad y Justicia, los socialistas dieron el paso de presentar la iniciativa con la que pretenden dar respuesta a la «alarma social» provocada por las más de 700 rebajas de condena de agresores sexuales contabilizadas por el Consejo General del Poder judicial desde el pasado octubre. El mensaje que se ha transmitido en todo momento, y en el que insistió a mediodía desde la Moncloa la ministra Portavoz, Isabel Rodríguez, es el de que la coalición continuará. Y también el presidente del Grupo Parlamentario de Unidas Podemos, Jaume Asens, llamó a no dramatizar. Al menos, por ahora. «No es el fin del mundo. Empieza el trámite parlamentario y esperamos poder llegar a un acuerdo en unas semanas o meses», dijo incluso.
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Lourdes Pérez
En efecto, el debate que por la tarde se celebró en la Cámara baja -y concluyó con 231 votos a favor de la toma en consideración (PSOE, PP, PNV, PRC, CC, PDeCAT), 56 en contra (Podemos, ERC, Bildu, CUP y BNG) y 58 abstenciones (Vox, Más País, Compromís y Junts)- es solo un punto de partida. La proposición socialista, que plantea recuperar las horquillas del anterior Código Penal y volver a dar una consideración más grave a las agresiones cometidas con violencia e intimidación que a aquellas en las que no concurran esos elementos, puede ser ahora enmendada antes de su aprobación definitiva. Pero los propios partidos del Gobierno son escépticos sobre la posibilidad de alcanzar un acuerdo que no ha sido posible hasta ahora. Y los puñales que ambos se clavaron, a la vista de todo el mundo, lo pusieron de manifiesto.
«Aquí no valen eslóganes. El PSOE lleva más de 40 años diseñando la arquitectura legal y política en materia de Igualdad (…) A quienes intenten jugar a desacreditar la hoja de servicio de este partido, lamento decirles que hacen el ridículo» advirtió durante su intervención la secretaria de Igualdad socialista, Andrea Fernández. «Estamos cansadas de sus peroratas. Dejen la hipérbole y hablen de soluciones. Es lo maduro -espetó además a sus socios- y lo serio».
8-M Los morados acusan a los socialistas de «traición» a las mujeres y llaman a movilizarse contra su texto.
Reproches Patxi López tilda de «impresentable», «irresponsable» y «fuera de la realidad» el discurso de sus socios.
Inquietud ERC, Bildu y Más País llaman a ambos partidos a alcanzar un acuerdo que se vislumbra imposible.
Bajo la atenta mirada de Irene Montero y Ione Belarra -las únicas ministras presentes durante un debate que coincidía con la sesión de control al Gobierno en el Senado–, la diputada de Podemos Lucía Muñoz se mostró incisiva. Llamó incluso a aprovechar las manifestaciones del Día de la Mujer para cargar contra la iniciativa socialista. «Quienes voten a favor de esta propuesta están diciendo a las mujeres que son ciudadanos de segunda y que defender sus derechos vale menos que la embestida de la derecha», recriminó.
El PSOE, tremendamente molesto con el tono empleado en sus críticas por los morados, sostiene que la naturaleza de sus discrepancias es meramente «técnico jurídica». Pero Podemos reitera que es la «política», que la proposición socialista desplaza el consentimiento del centro en el que su ley lo había situado y que obligará a las mujeres a demostrar «con las cicatrices de su cuerpo» que fueron agredidas, como hacía el «Código Penal 'la Manada». «No es solo una traición a su electorado, lo es a todas las mujeres», acusó Muñoz. En los pasillos, el portavoz socialista, Patxi López, replicó después airado: «Una intervención que no reconoce que hay un problema es una intervención que está fuera de la realidad; una intervención que no propone ninguna solución es irresponsable; y una intervención que acusa al PSOE de pactar con el PP y con Vox cuando saben que es mentira es simplemente impresentable».
Los socialistas tratan de sacudirse las implicaciones que conlleva el hecho de poder tramitar su propuesta gracias a los votos de los populares y Ciudadanos y la abstención de la ultraderecha con el argumento de que no ha existido negociación alguna con ellos y de que, como ocurre cuando pactan con otras fuerzas, lo importante es «el qué y no el quién». Además de con esas tres formaciones, el PSOE cuenta con el respaldo del PNV, de Coalición Canaria, del PdeCAT o del PCR. Pero no de fuerzas del bloque de investidura como ERC y Bildu, que ayer votaron no, o de Más País y Compromís, que se abstuvieron, El problema de estos partidos no es la reforma en sí sino la falta de acuerdo con Podemos, que tanto la diputada navarra Bel Pozueta como la catalana Pilar Vallugera exigieron desde la tribuna y a la que también Iñigo Errejón apeló en una comparecencia previa.
«No debatan en los medios de comunicación, no se lancen acusaciones, no utilicen el movimiento feminista para atacarse unos a otros –reclamó Pozueta– porque con esta actitud solo gana la derecha y pierden las mujeres y el movimiento feminista». Es obvio en todo caso que Pedro Sánchez sopesó los efectos podía tener su decisión de modificar la ley del 'sí es sí' para la coalición y para la legislatura y que decidió seguir adelante. Lo evidencian las palabras pronunciadas por Isabel Rodríguez en su habitual comparecencia de los martes. «Es más importante el ambiente social – defendió– que el ambiente en el Consejo de Ministros».
Por M. E. Alonso
El PP aprovechó la división en la coalición y los efectos indeseados de la ley del 'solo sí es sí' para arremeter con dureza contra el presidente del Gobierno, al que acusó de realizar esta reforma por puro afán electoralista. «La única causa de esta iniciativa es la alarma electoral. Ni más ni menos. Es el desplome de Pedro Sánchez en las encuestas», aseveró la portavoz parlamentaria Cuca Gamarra, tras confirmar que su partido salvaría con sus votos la reforma socialista. La número dos del PP cuestionó que todo pueda seguir «absolutamente igual» entre los dos socios tras los puñales que se lanzaron ayer en el Congreso y después de que el propio Gobierno haya impulsado «una enmienda a la totalidad a su coalición». «Sí se puede, claro que se puede, se puede dimitir», espetó Gamarra a la titular de Igualdad, Irene Montero, parafraseando el lema de Podemos. «Sí se puede, claro que se puede, se puede cesar», continuó después dirigiéndose a la bancada del PSOE y exigiendo nuevamente a Sánchez que saque a Montero del Ejecutivo.
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