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Rocambolesca. Esa es la primera palabra que a uno le viene a la mente cuando se sumerge en 'Argylle', la nueva película del director Matthew Vaughn (Londres, 52 años). El realizador detrás de la franquicia 'Kingsman' y de títulos como 'Kick-Ass' o 'X-Men: ... primera generación' desarrolla un thriller de espías en el que, una vez más, la acción más explosiva y el humor van de la mano, pero en esta ocasión trufa la historia con multitud de giros de guion que pueden acabar agotando al espectador con menos paciencia.
Vaughn comenzó a pensar en esta historia en 2020, durante el confinamiento. Dado que la pandemia obligaba a su familia a permanecer en casa, decidió impartir unas clases de cine a su esposa, la modelo y actriz Claudia Schiffer, y sus dos hijas. Las películas que seleccionó fueron 'Todo en un día' (John Hughes, 1986), 'Tras el corazón verde' (Robert Zemeckis, 1984) y 'Con la muerte en los talones' (Alfred Hitchcock, 1959), una vibrante mezcla de comedia, aventuras y espionaje que encandiló a toda la familia. «Se me ocurrió que quería hacer una película así para mis hijas», desliza en las notas de producción el cineasta.
Y entonces apareció sobre la mesa de su despacho un manuscrito titulado 'Argylle', aún sin publicar, de una tal Elly Conway -ojo, que huele a argucia marketiniana y lo más seguro es que la autora ni exista-. Asegura Vaughn que la novela, que ha llegado este mismo mes a las librerías, «es el mejor thriller de espías» que ha leído hasta la fecha. Sin embargo, su estructura era tan clásica que optó por aprovechar su universo y los personajes de la novela como inspiración para una cinta nueva y original.
Una historia que arranca casi como una parodia de las películas de espías, con Henry Cavill en el papel de Argylle, un agente que al inicio de la cinta está a punto de atrapar a la villana LaGrange (Dua Lipa) en una peligrosa operación en Grecia. Pero las cosas se tuercen y después de una fantasiosa persecución -jamás había visto a un coche grindar por la barandilla de una escalera de piedra-, es su compañero Wyatt, al que da vida John Cena, quien atrapa a la susodicha. Antes de quitarse la vida, LaGrange les desvela que la organización para la que trabajan está corrupta.
Y en ese momento, el foco de la acción pasa a Elly Conway (Bryce Dallas Howard). Sí, la propia autora se convierte aquí en un personaje de ficción, que participa en una sesión de preguntas y respuestas junto a sus lectores. Descubrimos así que los eventos mostrados antes forman parte de su última novela, la cuarta entrega de la serie de libros dedicados a Argylle, un agente secreto. Incapaz de dar carpetazo a la quinta entrega, Elly toma un tren a Chicago, rumbo a casa de sus padres, con su gato Alfi en la mochila -una curiosidad, el gato es de la propia Schiffer-.
Pero el viaje en el tren se complica cuando conoce a Aidan (Sam Rockwell), un tipo de aspecto desaliñado, que se presenta como un fan y dice ser un espía de verdad. En el trayecto Elly recibirá el ataque de varias personas, mientras Aidan trata de protegerla. A partir de ahí arranca una historia en la que la escritora descubrirá que buena parte de sus novelas se han ido convirtiendo en realidad. A medida que crece el peligro, la frontera entre el mundo imaginario y el real se hace cada vez más difusa.
Así comienza esta cinta deudora de franquicias como 'James Bond' o 'Misión imposible', que a veces pasa la frontera a la parodia, merced a un humor quizá demasiado blanco y pueril. Hay poco sarcasmo en 'Argylle' y la mala leche ni se atisba, aunque sí tiene detalles divertidos -aquí los espías tienen que ducharse porque después de tanta secuencia de acción ya huelen un poquito, por ejemplo-, que se amplifican gracias al excelente trabajo que desempeñan Bryce Dallas Howard y Sam Rockwell, una pareja inicialmente mal avenida que poco a poco irá descubriendo sus cartas y acercando posturas hasta el habitual romance.
Como mandan los cánones de los thrillers de espías, el libreto escrito por Jason Fuchs salta de país en país, con la música casi siempre a tope -ojo a la irrupción de 'Now & Then', la última canción de los Beatles, en varios momentos-, hacia lugares cada vez más exóticos, poniendo el acento en unos insólitos giros de guion, que llevan al espectador de la sorpresa al agotamiento, y en unas secuencias de acción variopintas. Fantasmadas como la persecución inicial en Grecia -donde el CGI canta lo suyo- o la espectacular secuencia de patinaje sobre petróleo conviven con escenas algo más contundentes como la del tren o una pelea en un piso franco, en las que la acción, los golpes y las caídas sí parecen tener cierto peso y gravedad.
Mención aparte merece la coreografía -una de las últimas que diseñó Brad Allan, antes de morir en agosto de 2021- que aúna un romántico baile con movimientos de combate táctico: a algunos les maravillará y divertirá, a otros les parecerá, no sin falta de razón, una horterada un tanto macarra.
Distribuida por Apple TV+, a juzgar por la escena postcréditos 'Argylle' tiene intención de convertirse en franquicia. Hay elementos y personajes de peso para ello, aunque esta primera entrega se quede en un entretenimiento inofensivo de poco fuste. Sin duda, algo más de mala leche en el humor que sirve le hubiera sentado muy bien.
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