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El presidente de Andalucía, Juanma Moreno. EFE
Los partidos acusan aún el seísmo de las andaluzas de hace tres meses

Los partidos acusan aún el seísmo de las andaluzas de hace tres meses

El PP se aferra a que ocupa «todo el espacio entre la izquierda y Vox» y Sánchez ha pasado de despreciar el 'efecto Feijóo' a intentar desmontarlo

Lunes, 19 de septiembre 2022, 00:07

El pulso que Macarena Olona pretende entablar con el presidente de Vox, Santiago Abascal, tras haber abandonado hace apenas dos meses la política por motivos de salud constituye el último estrago que han dejado tras de sí las elecciones en Andalucía de las que hoy ... se cumplen tres meses. Su marcha y el desafío que ha lanzado ahora al líder de su todavía partido están preñados por las tensiones internas. Pero fue la irrelevancia en la que quedó la candidatura de Vox encabezada por su exdiputada frente a la fulgurante mayoría absoluta del PP la que precipitó lo que ha venido después. Un efecto proyectado en ondas concéntricas que se deja sentir también sobre el partido de Feijóo, el PSOE y Unidas Podemos cuando todos se asoman a un decisivo ciclo en las urnas.

El estudio postelectoral del CIS cifró en el 15,6% –unos 150.000 votos– el trasvase desde los caladeros socialistas hacia la lista de Juanma Moreno. El inquilino del palacio de San Telmo catapultó a los suyos hasta una hegemonía de 58 escaños y un 43% de los sufragios impensable no hace tanto en la 'autonomía roja' con un triple impacto aquella veraniega noche de hace tres meses: Moreno se erigió en el 'barón de barones' del PP de Feijóo; el jefe de filas de los populares vio apuntaladas sus expectativas de un cambio de ciclo frente a Pedro Sánchez; y el PSOE entró en un estado político depresivo, agravado por la escalada inflacionista.

El 19-J afianzó la convicción en el líder de la oposición de que la gestión sin estridencias y el discurso de la templanza podían desembarazarle de la sombra de Vox y de que las políticas y las 'amistades peligrosas' de Sánchez en el Congreso decantan hacia el PP el centro político y sociológico. «Ocupamos todo el espacio entre la izquierda y Vox», han venido congratulándose en Génova. Y si la ultraderecha no ha levantado ni cabeza ni voz desde el traspié andaluz, el histórico escrutinio destapó una relevante novedad: la agitación del miedo a la extrema derecha ya no solo no favorecía a las izquierdas, sino que alimentaba la mochila electoral del PP de Moreno y Feijóo.

Insolvencia y mala fe

Tres meses después, la bandera del 'que viene la ultra' ha dejado de ondear –al menos con tanto brío– y Sánchez, incombustible, se ha afanado en dar la vuelta a la moral de los suyos y a las tendencias demoscópicas rescatando su papel en las primarias como adalid de «las clases medias y trabajadoras»; tirando de BOE –el presidente aceleró el segundo plan anticrisis tras el batacazo andaluz y lanzó el impuesto a las energéticas y la banca que compromete el relato del PP–; y pasando del desprecio al 'efecto Feijóo' a intentar desmontarlo como una suerte de hechizo construido sobre «la insolvencia» y «la mala fe».

Más allá de Olona y Vox, el 19-J desencadenó otros efectos orgánicos. Dos muy visibles: la remodelación de la ejecutiva del PSOE y la salida del Gobierno del líder del PCE, Enrique Santiago, fruto de la disensiones con Podemos por la desastrosa configuración de la candidatura andaluza y con el Sumar de Yolanda Díaz en el trasfondo.

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