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El presidente de China, Xi Jinping, está en Europa desde el pasado domingo. Hasta el viernes, visitará Francia, Serbia y Hungría, en el primer viaje que hace al Viejo Continente desde que estalló la pandemia del covid. Y mucho ha cambiado el mundo desde entonces. ... Han sido cinco años en los que el gigante asiático ha reducido sustancialmente su crecimiento económico y ha perdido el trono del país más poblado del mundo. De forma paralela, la imagen del público europeo sobre China ha dado un vuelco hacia el terreno negativo.
¿Qué opinión tienes del papel que China juega en el mundo?
— Zigor Aldama 齐戈 (@zigoraldama) May 3, 2024
En el último lustro, la Unión Europea ha echado el freno a la ratificación del mayor acuerdo bilateral para inversiones, Italia ha decidido salir de la Franja y la Ruta -el gran proyecto de Xi para vertebrar el mundo de forma diferente al de las antiguas potencias coloniales-, y las suspicacias sobre la sobrecapacidad industrial y el 'dumping' en productos como los vehículos eléctricos amenazan con abrir una nueva guerra arancelaria como la que inició Donald Trump.
Además, China se ha posicionado como líder en la sombra (moviendo los hilos sin mancharse las manos) del principal bloque autoritario del planeta, sirviendo de apoyo a países como Rusia -está siendo su salvavidas económico durante la invasión de Ucrania-, Corea del Norte o Irán. Como tal, ha endurecido su postura en zonas clave, como el Mar del Sur de China, provocando conflictos con vecinos como Filipinas o Vietnam. Y la tensión en torno a Taiwán, con la posibilidad de una invasión latiendo cada vez más fuerte, ha incrementado las fricciones militares con Estados Unidos, que en el terreno social libra también dos batallas clave: el fentanilo y TikTok.
Europa aboga por tener voz propia, pero, en un mundo cada vez más bipolar, se ve arrastrada a tomar partido por una u otra potencia. Su fragmentación tampoco ayuda. Por eso, muchos temen que Pekín juegue a dividir para vencer con el palo y la zanahoria. En esta coyuntura, hay quienes se hacen una pregunta: ¿Es China la mayor amenaza para el mundo occidental?
Por eso, hoy abordamos tres grandes polémicas relacionadas con el país.
El virus que salió de un laboratorio. O no.
TikTok: heroína geopolítica digital.
Los nueve trazos de la discordia.
El 31 de diciembre de 2019 publiqué un tuit aparentemente sin importancia que ha terminado incluso en las páginas de 'La seca', la última novela de Txani Rodríguez: «Se ha detectado un brote de neumonía atípica en la ciudad china de Wuhan y la gente está comenzando a preocuparse», decía.
Se ha detectado un brote de neumonía atípica en la ciudad china de Wuhan y la gente está comenzando a preocuparse.
— Zigor Aldama 齐戈 (@zigoraldama) December 31, 2019
Seis días después, en este periódico publiqué una de las primeras noticias en español sobre lo que luego sería el covid, y en la que ya trazaba paralelismos con la primera crisis del coronavirus, que también viví en primera persona en 2003.
Durante ese arranque de la pandemia, los propios chinos fueron los primeros que apreciaron una extraña coincidencia: la cercanía del brote inicial al Instituto de Virología de Wuhan y el laboratorio de alta seguridad en el que los científicos trabajaban con virus. Así, cuando se supo más claramente lo que estaba sucediendo, las dos primeras teorías dentro de China fueron el contagio por consumo de animales salvajes vendidos en un mercado de abastos de Wuhan y la infección accidental en el laboratorio.
Esa última hipótesis mutó cuando, ya en el extranjero, comenzaron a surgir teorías de la conspiración que veían en el covid una estrategia intencional de China para lograr la hegemonía mundial. Y apuntalaban esa 'conspiranoia' de un virus creado artificialmente con el reducido número de casos dentro del país más poblado, algo que para ellos resultaba totalmente ilógico. Muchos aún creen en esta posibilidad, aunque, a la postre, el gigante asiático ha sido un gran perjudicado por la pandemia, sobre todo a raíz de los masivos brotes de 2022.
No obstante, es cierto que, casi cinco años después de que se registrasen los primeros casos, el origen del SARS-CoV-2 aún no está claro. La comunidad científica apuesta mayoritariamente por una zoonosis natural con un murciélago como culpable, pero ni siquiera la OMS es capaz de descartar la posibilidad de que alguien en el laboratorio de Wuhan se contagiase accidentalmente y acabase extendiendo el virus.
Ahora, una investigación de Associated Press añade nuevas dudas razonables. La agencia de noticias destaca que las investigaciones sobre el origen del covid se han detenido en seco, que algunos laboratorios se han cerrado, y que diferentes científicos extranjeros han sido expulsados mientras otros locales tienen prohibido salir del país.
Según el estudio de miles de documentos, AP sostiene que ya el 6 de enero de 2020, cuando nosotros dimos la primera noticia del coronavirus, funcionarios de Pekín cerraron el laboratorio del científico Zhang Yongzhen, el primero que secuenció su genoma, y prohibió que se colaborara con él. Fue cuando las Autoridades optaron por el «aquí no pasa nada», hasta que se vieron obligados a decretar el que, hasta entonces, fue el mayor confinamiento de la historia. A partir de aquí, ya sabemos todos lo que sucedió.
La pandemia marcó un punto y aparte en las relaciones de China con el mundo. Quienes aún no entendían bien cómo funciona, sufrieron de primera mano las consecuencias del mundo globalizado: desde la propia extensión del virus, hasta la escasez de material sanitario. Y la opacidad de China en el manejo de la crisis disparó unas suspicacias que se mantendrán durante mucho tiempo. ¿Se puede confiar en que su gobierno actúe de forma responsable? La pandemia, sin duda, ha ahondado la brecha que separa el mundo en dos bloques.
La red social china Douyin ya era polémica antes de que se bautizase como TikTok a nivel internacional. Diferentes psicólogos y sociólogos chinos advirtieron de su enorme potencial adictivo y le dieron el sobrenombre de 'heroína digital'. Ahora, TikTok es la red de moda en todo el mundo, y muchos gobiernos comienzan a preocuparse. En primer lugar porque, efectivamente, absorbe el seso de niños y adolescentes hasta dejarlos enajenados. Pero también porque tiene capacidad para convertirse en un caballo de troya político y social.
Dos gráficos reflejan muy bien por qué. El primero recoge el porcentaje de estadounidenses que ven noticias de forma regular en TikTok. Entre los menores de 30 años ya es casi una cuarta parte. Y la progresión es muy rápida: en 2020 eran el 9% y en 2021 el 18%. Se trata de un avance lógico teniendo en cuenta el tiempo que los jóvenes pasan haciendo 'scroll', pero la preocupación viene por lo que muestra el segundo gráfico.
Refleja la aparición en TikTok de temas peliagudos para China en comparación con Instagram. Así, por cada cien 'posts' en la red americana acerca de las protestas prodemocracia en Hong Kong, en TikTok se encuentra menos de uno (0,7%). Algo parecido sucede con la Plaza de Tiananmen, que se menciona en la red china un 1% de lo que sale en la de Mark Zuckerberg. Los posts sobre Taiwán (7%), los uigures de Xinjiang (9%) o mensajes a favor de Ucrania (12%) e Israel (16%) también hacen entrever los intereses geopolíticos de China en el opaco algoritmo, por mucho que TikTok asegure que opera de forma totalmente independiente. Estados Unidos no se lo cree, y por eso obliga a la matriz Bytedance a venderla bajo la amenaza de prohibirla por completo.
Que China ponga el grito en el cielo por esta ofensiva resulta, cuando menos, cómico. Porque el país es líder en censura y la ha aplicado en todas las redes internacionales que han operado en su territorio antes de marcharse. Como muestra, lo que me sucedió en LinkedIn, que fue lo suficientemente honesta como para reconocer que el contenido que había publicado no se mostraría a los usuarios chinos porque estaba prohibido en el país. Finalmente, incluso LinkedIn ha terminado marchándose del país. ¿Es hora de invocar el principio de reciprocidad en todos los ámbitos de las relaciones con China? De momento, TikTok ha decidido pasar a la ofensiva y ayer se querelló contra el gobierno estadounidense.
Hay varias diferencias notables entre un mapamundi español y otro chino. La más evidente está en la zona que copa el centro: en el nuestro es Europa, en el chino es, obviamente, 'zhongguo' (China, en chino, quiere decir el reino del centro). Hay que agudizar la vista para apreciar otras dos no menos significativas, porque provocan una gran tensión militar, pero sí más sutiles. Una es que Taiwán aparece como parte de su territorio; otra es la línea de nueve trazos que abarca gran parte del Mar de China Meridional.
Esa es la superficie marina que China considera de su propiedad, aunque su punto más alejado quede a 2.000 kilómetros de Hainan, la isla más sureña del país. Pekín esgrime que «desde tiempos inmemoriales» esas aguas han quedado bajo su soberanía, aunque no hay documentos fiables que sostengan tal aseveración. Y, lógicamente, los países más cercanos niegan la mayor. Pero China ha ido tejiendo una red de infraestructuras militares en islotes previamente inhabitados, y la temperatura va en aumento.
Todos quieren acceso a caladeros de pesca y potenciales bolsas de hidrocarburos. Los choques más fuertes se están produciendo en las últimas semanas entre guardacostas chinos y filipinos. Los primeros atacan a los segundos con potentes cañones de agua que han dejado ya varios heridos. Los segundos piden la intervención de la comunidad internacional. Y ahí está, cerca, la flota estadounidense del Pacífico. Cualquier error de cálculo podría tener consecuencias graves, entre ellas que de las palabras se pase a los hechos.
Es todo por hoy. Espero haberte explicado bien algo de lo que está ocurriendo ahí fuera. Si estás apuntado, recibirás esta newsletter todos los miércoles en tu correo electrónico. Y, si te gusta, será de mucha ayuda que la compartas y la recomiendes a tus amigos.
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