Alicante exhibe tres atractivos que en España resultan bien conocidos: sus playas, sus palmeras y su equipo, que es el mejor. Así reza el himno del Hércules Club de Fútbol, la centenaria escuadra que luce el blanco y azul de la bandera de la ciudad. Quizás el cántico se quedó corto y una cuarta podría unirse a esta enumeración: la gastronomía. No en vano, Alicante ha sido elegida capital gastronómica de España 2025 por múltiples razones.
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Célebres son los arroces de Alicante, que nada tienen que ver con la paella valenciana, salvo en el ingrediente principal. Aquí hay tantas variedades de arroces como hogares alicantinos y épocas del año en los que se cocinen, según los productos de temporada. Los hay de pescado, desde los más sencillos como el del 'senyoret' (normalmente con sepia y gambas peladas, de ahí el nombre de 'señorito') hasta de langosta; de pollo, conejo y caracoles hasta el de verduras, no solo para vegetarianos, sino para todos en Cuaresma, donde no se podía comer carne. Más de cien variedades, cuentan las guías más eruditas.
Pero Alicante es mucho más. No solo de arroz vive el alicantino. La 'millor terreta del món' constituye una depensa de inagotables productos tanto del mar Mediterráneo como de su fértil huerta. Estos productos se traducen después en elaboraciones celebérrimas como el turrón de Alicante, dulce hecho de almendra y azúcar, o los salazones, pescado curado en sal que se hacía en la antigüedad para que no se pudriera y que ahora es alabado por 'gourmets' y 'foddies' en general.
Además, la calidad de vida de Alicante, con sus 320 días de sol al año, la convierten en una de las mejores ciudades para vivir, según Forbes. Su luz y el estilo de vida mediterráneo tan pegado a la calle invitan durante todo el año a disfrutar de sus plazas, bares y rincones en terrazas.
El picoteo alicantino, reconvertido en tardeo, es todo un arte en esta ciudad. La ruta comienza normalmente en el Mercado Central de Alicante, la lonja principal de la ciudad, bien en la plaza 25 de Mayo o en los cada vez más numerosos puestos 'gourmet' del interior.
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Son muchos y muy buenos. De entre todos, podríamos destacar El Loco del Mar (puesto 120), que como su nombre indica está dedicado en exclusividad a los productos del Mediterráneo, reinterpretados de manera magistral. Una de las mayores sorpresas es El Palé (puesto 133).
Aquí se vienen a comer los ahumados que Daniel, su propietario, prepara de manera artesanal. Tienes los de mar (emperador, atún) y los de carne (pato, presa ibérica). Lo ideal es combinarlos para tener y mar y montaña maravilloso. Para acompañarlos, El Palé ofrece una buena selección de cervezas artesanas y vinos diferentes.
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La zona más popular para salir es la calle Castaños, bajando desde el Mercado Central por la avenida de la Constitución, ahora totalmente peatonalizada. Muy cerca, en la calle Villegas, está un templo de la gastronomía alicantina: el Nou Manolín. Celebérrima es su barra, modelo en el que se inspiró el mítico Joël Robuchon para sus ateliers.
Cuenta con los mejores productos de temporada, espectacular marisco de las lonjas de Dénia, Santa Pola o Villajoyosa y salazones de Vicente Leal, del Mercado Central de Alicante. Lo ideal es dejarse llevar por los productos frescos de temporada, pero no perderse tampoco los montaditos hechos al momento como el Sento o Piripi.
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En la calle San Fernando, muy cerca del Ayuntamiento, se encuentra La Taberna del Gourmet, de la chef María José San Román. Aquí se puede degustar una ensalada alicantina (con tomate, bonito seco, ahumados y encurtidos); la ensaladilla rusa, que en Alicante aderezan con encurtidos; alcachofas con sepia y gambas. Para terminar, los montaditos como el Taberna o el Gourmet, pero, sobre todo, la premiada torrija.
Otro clásico del tapeo alicantino es El Cantó (calle Alemania, 26), ubicado como su nombre valenciano indica en una esquina, es un lugar pequeño de tamaño, pero grande de cocina. Aquí se puede degustar cocina alicantina 100% según la época del año como el cocido con pelota en invierno. Imprescindibles aquí sus canapés de embutidos de Pinoso y salazones.
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José Vicente Pérez Pardo
Para quien prefiere la evolución de la gastronomía alicantina, fusión de productos o elaboraciones autóctonas. Detrás del Mercado Central, en lo que los alicantinos llaman La Ruta de la Madera por su proliferación de pubs estilo inglés, se encuentra El Tremendo Bar (calle Manuel Antón, 21). Ana, su propietaria, es todo un torbenillo de buen rollo y su cocina es, como ella, eléctrica y desenfadada. Unen conceptos como los fartones (una especie de bollos dulces para mojar con la horchata), que rellenan con pulpo o chistorra.
Con el mismo concepto, el Restaurante Gema Penalva, en la coqueta plaza de Balmis, evoluciona la cocina alicantina de picoteo con las cocas de mollitas típicas de Alicante con salazones picados, salmón y eneldo o Restoburger. Aquí también hacen un fartón relleno de carrillera con salsa de horchata que es una delicia. De postre, texturas de chocolate de La Vila. Javi, además de 'maitre' es un experto en vinos con una gran colección de Alicante, la DOP más antigua del mundo.
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Son todos los que están, pero no están todos los que son porque Alicante es una ciudad con un amplio abanico gastronómico, de los que no se acaban nunca. Por eso, ha obtenido el título de Capital Gastronómica de España 2025, un buen argumento para apuntarlo en los planes del próximo año y conocerla.
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