La ola contra Sánchez vuelca el mapa y enfila a Feijóo a la Moncloa

El cierre de la noche, con el escrutinio definitivo comunidad a comunidad, determinará hasta dónde puede llegar a barrer la corriente de las derechas el poderío territorial atesorado hasta este 28 de mayo por el PSOE y sus distintos aliados. Pero la envergadura del desplome para Sánchez se mide ya con cifras alarmantes para sus intereses electorales y la credibilidad de su Ejecutivo de coalición en lo que resta de legislatura. Los socialistas han pasado de ganar los comicios municipales de 2019, los que sancionaron la victoria de su líder en las primeras generales de aquel año y la inaugurales tras la moción de censura contra Mariano Rajoy, con millón y medio de votos de distancia contra el PP de Pablo Casado a que Feijóo le haya dado la vuelta a la sartén imponiéndose por 750.000 sufragios con mayoría arrolladora en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y mejorando resultados en el conjunto del país.

Los casi 1,8 millones de papeletas ganados por los populares se corresponden de manera casi mimética con los que atesoraba un Ciudadanos que queda sentenciado a muerte; un vaciamiento que permite al dirigente gallego interpretar que su apuesta por crecer en las urnas por el centro ha recibido la recompensa ambicionada. Y, sin embargo, el empuje del PP no ha frenado a una extrema derecha que cosecha 700.000 votos más que hace cuatro años y se afianza en los parlamentos regionales con opciones de condicionar al partido dominante de la derecha. Todo lo contrario que le ha ocurrido a Podemos, estrellado en su intento de aguantar en un escenario adverso por la fragmentación en las izquierdas y cuyo declive, unido al de otras formaciones como Más País y la decepcionante tercera posición de Ada Colau en Barcelona, comprometen la alternativa que pretende construir la vicepresidenta Yolanda Díaz ante las generales. Quienes sí se han beneficiado de sus acuerdos con el Gobierno en Madrid es EH Bildu, vencedora por primera vez en una plaza tan simbólica en Vitoria y al frente del escrutinio en la igualmente simbólica Pamplona.