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Los altos precios siguen haciendo mella en el comercio local. Pese a las regulaciones en el IVA de algunos productos, como alimentos, los pymes siguen acusando la creciente inflación, impulsada por una situación internacional muy compleja. Al final, la realidad lejana a miles de kilómetros ha acabado llamando a la puerta de algunos locales de Alicante.
Son los panaderos, carniceros y comercios con cámaras frigoríficas u hornos encendidos durante gran parte del tiempo, los que peor están llevando los grandes sobrecostes que ponen en jaque una situación delicada. Delicada porque acaba de terminar un problema (la pandemia) y comienza otra nueva crisis. Los comercios alicantinos no dan a basto.
El caso de los panaderos es especialmente preocupante. Grandes hornos se emplean con esmero durante practicamente todo el día para que las personas se puedan llevar un bocado de pan caliente. Los frigoríficos aguardan la masa que se utilizará durante las primeras horas de la mañana para seguir horneando.
Un modus operandi necesario que no hace más que agravar la factura de la luz. Panaderías del centro de Alicante aseguran que las subidas de la energía «les están ahogando». Algunas incluso han llegado a cuadruplicar su cuenta. «Pasé de pagar 600 euros en 2021 a 2.300 euros en julio», explican desde uno de los locales.
Facturas de comerciantes de barrio que rondan los 1.200 y que no ayudan a que el sector se pueda recuperar tras la pandemia. Desde la Ibense, una panadería del centro de Alicante que lleva casi 30 años abierta, lamentan la situación actual. «Estamos aguantando pérdidas y las continuas subidas no ayudan en la tarea».
«Los panaderos afrontan una situación de incertidumbre debido a la inflación», explican desde la Federación Alicantina de Comercio de la Pyme (Facpyme). Desde la asociación aseguran que las personas del gremio «están haciendo verdaderos malabares al tener que asumir costes que no pueden repercutir en el precio».
La falta de herencia en la profesión viene agravada, aun más, por la difícil situación que atraviesa la industria panadera. Ante la vulnerabilidad de los negocios, «la situación de que pase de padres a hijos ya no se produce», aseguran desde Facpyme.
Esto provoca que las panaderías más tradicionales cierren, jubilaciones anticipadas y que ya no haya una sucesión clara en los pequeños comercios. Una vivencia que pueden ser el principio del fin de este sector tradicional.
La agrupación alicantina remarca que sin soluciones inmediatas, el número de panaderías «continuará reduciéndose, irá en cadena y será irreversible». Para la federación de comercio local, la pérdida de estos establecimientos «supondría un grave impacto y repercusión a nivel económico y social para los barrios de nuestros pueblos y ciudades».
La dura situación con la factura de la luz no se ve apaciguada por las ayudas, al menos no por el momento. Panaderías locales de alicante no reciben ninguna subvención que vaya destinada a disminuir la presión.
«No recibimos ninguna ayuda», explica La Ibense, que además asegura que la situación es peor debido a la carga que viene arrastrándose desde la pandemia, por lo que todavía no se han llegado a recuperar del todo. Otros locales aseguran que debido a la anterior crisis están «endeudados», por lo que no se tienen en cuenta por la administración para recibir subvenciones.
En enero la inflación se situó en el 5,8%, un 0,1 más que la registrada en diciembre, de acuerdo a los datos hechos públicos por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una subida mucho mayor si se tiene en cuenta el IPC general acumulado, que ronda el 7,5%.
Las subidas de los alimentos están entre los mayores aumentos del mes. El precio del pan es un 15,4% mayor que en enero de 2022, mientras que otras materias primas que afectan a los panaderos como cereales o harina, superan dicha cifra.
Desde Facpyme explican que en otros países como Francia «ya se están tomando medidas para no perder a este sector tan importante ofreciendo ayudas a los comerciantes para soportar el recibo de la luz». Algo que no se hace aquí y que tiene a las panaderías «ahogadas».
Desde la federación de pequeños comercios y la Confederación de Comercio de Alicante, Castellón y Valencia, Confecomerç, piden que se incluya a la industria de la panadería dentro del listado de las empresas electrointensivas para que cuenten con «el apoyo necesario para el desarrollo de su actividad comercial y costear materias primas como la energía, imprescindibles en el sector».
Quien iba a pensar que algo tan lejano como la Guerra de Ucrania acabaría afectando directamente a esa panadería que hay en los bajos del barrio. La de toda la vida. Que ve cómo no puede seguir realizando un oficio familiar por una factura que se ha triplicado en el último año. El pan en Alicante se enfrenta a un duro futuro y nadie le tiende la mano.
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