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La infernal sequía que azota no solo Alicante sino toda España pone en peligro el sector agrícola provincial, uno de los principales bastiones de la economía alicantina. Las previsiones meteorológicas, lejos de inducir esperanzas, apuntan a un anticipio de la época seca del verano. No ... en vano, el viejo dicho de «abril, aguas mil» se ha quedado antiguo. Este 2023 será el abril más seco desde que hay registros.
En estas circunstancias, la alerta ha cundido entre los agricultores. El Consell ya ha convocado para este próximo viernes la Mesa de la Sequía con tal de buscar soluciones a este problema. Pero la única respuesta verdadera es la llegada de agua a la provincia de Alicante.
Los acuíferos están exhaustos. Los agricultores los están utilizando desde que comenzara la sequía hace ya casi un año, en abril de 2022. Los más veteranos calculan que este período de escasez durará no menos de tres años. Y los pozos subterráneos necesitan respiro. Cabe recurrir, pues, a otros recursos como las aguas superficiales.
En este sentido, la Junta Central de Usuarios del Vinalopó va a pedir oficialmente al Ministerio de Transición Ecológica un acuerdo coyuntural para el trasvase de unos 20 hectómetros cúbicos de aquí a final de año que pueda salvar las cosechas de otoño. Este caudal tan necesario no se puede demorar mucho.
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El presidente de la Junta Central, Ángel Urbina, considera que el primer envío de socorro debe llegar como mucho «a mitad de junio para mantener el regadío del Vinalopó». Lo ideal sería que estuviera a finales de mayo, pero la campaña electoral puede provocar problemas políticos y es lo último que quieren los agricultores.
Ellos necesitan agua para «mantener la actividad económica» en el cauce del Vinalopó. De este suministro dependen cosechas tan importantes como la uva de mesa, alcachofa o cítricos. Productos emblemáticos para la economía alicantina que ahora están en riesgo.
El campo ya ha perdido las cosechas de cereales, cebada y forraje por la carencia pluviométrica. No cabe más solución que una aportación de emergencia desde otras fuentes, esta vez superficiales como es el trasvase Júcar-Vinalopó. Esta infraestructura minusvalorada no ha podido aportar hasta ahora todo lo que de ella se espera, pero sí ha permitido salvar cosechas con riegos de emergencia, como es el caso.
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José Vicente Pérez Pardo
Hasta ahora, los agricultores han sobrevivido con agua de pozo y embalsada. Ahora, es imprescindible un aporte extraordinario a través de trasvases. «No podemos mover acuíferos, hay que dejarlos para emergencias», ha explicado Urbina. Recalca la necesidad de «vincular el trasvase Júcar-Vinalopó para que los acuíferos se usen menos», caso que se pondrá en marcha con la próxima transferencia.
Este ejemplo debe ser un paso más hacia la necesaria combinación de recursos hídricos para solventar las sequías periódicas que afectan a la cuenca mediterránea. «La sequía se combate antes de la sequía», indica el presidente de la Junta Central, con un mix de depuración, pozos controlados y trasvases. «Con esta combinación, Alicante no debería tener problemas de abastecimiento ni de regadío», aclara Urbina, ingeniero de profesión.
Pone como ejemplo las obras realizadas por el Consorcio de Aguas de la Marina Baja, «que han permitido que Benidorm no tenga problemas de agua» para abastecer a una población tan numerosa durante la temporada alta vacacional. Con la experiencia que acumula la provincia en temas como la depuración «seríamos referentes mundiales».
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