El catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Alicante Javier García encara en 2023 su segundo y último año como presidente de la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC). Se trata del primer español en presidir una unión científica, que en sus ... más de 100 años de historia se ha encargado de definir, verificar y nombrar las sustancias químicas.
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Tras los primeros 12 meses en el cargo, García reconoce que uno de sus principales cometidos ha sido el de salvaguardar la unidad de la IUPAC, comprometida por el conflicto bélico en Ucrania. «La prioridad ha sido que la política no afectara a nuestro trabajo. Hemos querido que los científicos ucranianos gozaran de igualdad de oportunidades y recursos», asegura el investigador riojano, quien también ha comprobado durante su mandato la distinta percepción que se tiene de la química a escala internacional -diferenciando los países que producen materias primas y los que las transforman y generan valor-.
La geopolítica a la que alude García tiene una repercusión directa en la gestión de los recursos energéticos, un ámbito donde la química tiene mucho que decir. De hecho, una de las pretensiones que tiene la IPUAC es encaminar la economía hacia la sostenibilidad, un estadio donde las energías renovables (como el hidrógeno y amoníaco verde) reduzcan la dependencia del gas.
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El investigador recuerda que la química puede desarrollar nuevos materiales para que la energía renovable sea más eficiente. Entre ellos, paneles solares o turbinas eólicas cuya eficiencia permita abaratar el precio del kilovatio/hora. También remarca la importancia de fabricar baterías basadas en elementos más abundantes y que permitan almacenar mayor cantidad de corriente que las actuales. Para García, esto debería redundar en un «desacoplamiento suave entre la demanda y la oferta de energía», y, por tanto, en un incremento del uso de las renovables.
Una de las líneas en las que trabaja actualmente el sector químico es la conversión directa de dióxido de carbono en moléculas de alto valor añadido como el metanol (una potencial materia prima). El hidrógeno verde es otro de los senderos que promete transitar la transición energética en los próximos años.
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«Alicante y el conjunto de España podrían convertirse en la fábrica europea de electrones verdes», apunta el director del Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la UA, quien incide en que la producción y la aportación de valor a estos electrones debe hacerse íntegramente en nuestro país, sin depender así de potencias extranjeras que puedas encarecer el proceso.
En ese sentido, el presidente de la IUPAC pone en valor la industria química española, que contribuye al PIB nacional en un 5,3% y que da empleo de manera directa o indirecta a 700.000 personas. Su incidencia no es solo industrial, también lo es académica, y es que España es la novena potencia mundial en química en número de publicaciones y citas.
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Ese potencial debería, según el investigador riojano, reducir nuestra dependencia respecto al gas ruso, algo que ya está ocurriendo en el conjunto de la Unión Europea (con una bajada del 40 al 7%). La reducción del consumo de gas se está dejando notar en procesos de producción muy intensivos como el del amoníaco, un compuesto muy utilizado en la actualidad como fertilizante. De hecho, en España tenemos proyectos de envergadura en este ámbito, como la planta de amoniaco y fertilizantes verdes que Iberdrola y la multinacional Fertiberia inauguraron el pasado año en Puertollano, la cual producirá hasta 3.000 toneladas de hidrógeno renovable cada año.
Corredor de energía verde
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La otra gran pretensión de Javier García al frente de la IUPAC está siendo aunar la química y la Inteligencia Artificial (IA). La clave de esta futura comunión será un lenguaje químico que puedan entender las máquinas, un proyecto en el que está trabajando la Unión de Química y que han venido a bautizar como el International Chemical Identifier (InChI).
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Su desarrollo podría suponer uno de los grandes avances de la ciencia en el presente siglo, permitiendo el análisis de datos sin sesgo y un diseño más eficiente de experimentos. «La cantidad de artículos científicos que hay en la actualidad es apabullante. Solo mediante la Inteligencia Artificial podemos encontrar los patrones y tendencias derivadas de esa ingente producción».
Ese nuevo lenguaje basado en el sistema código está llamado a acelerar el progreso científico, y es que el que disponemos en la actualidad no puede ser procesado por una IA. «Con el InChI, las máquinas podrían minar información que les permitiría entender la composición de materiales y las reacciones químicas. La velocidad en que se harían los descubrimientos científicos una vez que eso ocurra es inimaginable».
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Siguiendo con el lenguaje, García también se ha propuesto reivindicar el castellano como lengua vehicular de la química. Es por ello que durante la primera mitad de su mandato ha conseguido traducir al idioma de Cervantes todos los textos normativos de la IUPAC (la nomenclatura de los compuestos orgánicos e inorgánicos, la tabla periódica, las magnitudes químicas…). «Ahora, todos los textos que se enseñan en el mundo educativo hispanohablante proceden de una misma traducción; revisada y aprobada por la IUPAC. En los últimos años, veíamos que cada editorial traducía de manera diferente el lenguaje químico, algo que generaba dispersión y confusión».
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