Itajaí-Newport: navegar por el mito del Triángulo de las Bermudas

Un total de 6.387 kilómetros (5.500 millas náuticas). Esa es la distancia que navegarán los regatistas, que atravesarán distintos climas, pasando por el subtropical hasta las frías aguas del norte del atlántico. Los barcos, que habrán pasado un segundo mantenimiento en la ciudad sudamericana, deben de estar preparados para las corrientes marinas que recorren la costa del continente americano.

De nuevo las decisiones jugarán un papel fundamental en el desenlace de la travesía. Navegar por altamar puede suponer desviarse del trazado principal pero ganar velocidad, mientras que acercarse a la costa puede ralentizar a los veleros. En el ecuador de la vuelta al mundo, cualquier momento de la etapa puede resultar decisivo de cara a la final.

Es complicado no haber oído hablar de esta peculiar zona. Decenas de series, libros y películas alimentan el mito ya asentado en la cultura popular sobre este «triángulo maldito». Conocido por las repentinas desapariciones de barcos, esta área geográfica se localiza entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami, en Estados Unidos.

Con su mala fama, el Triángulo de las Bermudas será punto de paso de los equipos, que tendrán que romper con la maldición y cruzar una zona en la que las tormentas del sur y del norte se juntan con las que vienen desde el continente, formando un combo de olas gigantes y vientos huracanados. Sobreponerse al mito y su maldición es el gran reto.

La cuarta etapa hará que los regatistas deban llevar más cuidado que nunca con las corrientes. En una zona con condiciones tan cambiantes como es el Atlántico hay que sumarle las interacciones del agua del mar Caribe a mitad de recorrido.

La serpenteante y rápida corriente de agua caliente que se origina desde el Golfo de México pondrá en apuros a los navegantes. Por si fuera poco, este recorrido también estará marcado por la presencia de sargazos, unas algas enormes que forman bosques marinos superficiales. Su presencia puede ralentizar a las embarcaciones, que tratarán de sortear esta zona para poner la directa hacia el norte de Estados Unidos.

Esta etapa supondrá la última gran navegación en la que se cambie de hemisferio, ya que las últimas tres serán en el norte del globo. Debido a esta transición, los navegantes partirán de la sede brasileña en otoño y llegarán a Estados Unidos en primavera, donde descansarán antes de embarcarse en la gran travesía por el atlántico.