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Da igual la orientación sexual, la pasta o los estudios que tengas. No importa que seas chico, chica o chique, que tengas 18 o 99 años o que seas un Gasol o un Torrebruno, del PP o de Podemos, en 'First Dates' cualquier alineación de estrellas es posible, llevan la inclusión y la naturalidad en el ADN, pero el éxito se resume en cuatro palabras. «Se han dicho sí».
Cuando eso sucede, la sala donde curran los encargados de buscar los emparejamientos perfectos, estalla en un grito triunfal, como esos de la Nasa cuando despega un cohete. Es la recompensa a largas horas de entrevistas, de cientos de llamadas y castings telefónicos para recolectar información y hacer un perfil de los 'daters' (como aquí llaman a los que acuden a buscar el amor al programa), y de analizar todos esos datos para 'maridarlos' con la persona idónea en su primera cita a ciegas. La mitad se dice sí y apuesta por un segundo cortejo, «un éxito, tal y como está el mundo», opina Yolanda Martín, productora ejecutiva del programa de galanteos, el más visto de Cuatro, 7,7% de share, y más de un millón de fieles de lunes a viernes.
Este martes de San Valentín los espectadores que se asomen a las 21.45 al icónico restaurante de 'First Dates' verán un menú salpimentado de 'síes'. Carlos Sobera, el 'maitre' con trabajo fijo en los siete años de emisión del formato, volverá a desplegar sus artes de celestino para brindar una oportunidad al amor. Por el arqueo de sus cejas han circulado casi 17.000 comensales... ¡y siete bodas! Sobera lo ha visto todo, pero asegura que todavía se sorprende. «Todos los días pasa algo».
Yolanda Martín, malagueña «salerosa» del 74, dirige un equipo de un centenar de trabajadores, entre ellos un ejército de periodistas que se dedica a seleccionar a los 'daters', a elaborar un perfil con sus gustos, su personalidad y sus expectativas, y a buscarles su media naranja, el ligue perfecto, el «match» (de hecho, ellos mismos se definen como 'matchers' o 'matcheadores'). Por temporada reciben miles de llamadas de solteros «en verano muchas menos», pero los redactores de casting también realizan una exhaustiva búsqueda por cuenta propia (desde residencias de mayores a centros juveniles de ocio) «para conseguir esa diversidad de comensales tan extraordinaria de nuestro restaurante», explica Yolanda.
Su mano derecha es Vanesa Ferreiro (Pontevedra, 43 años), directora de 'First Dates', que desde la sala de mandos y rodeada de un enjambre de pantallas, no pierde ojo al torrente de imágenes que recogen 35 cámaras robotizadas distribuidas por el restaurante. Ni un solo técnico pulula entre las mesas, sólo los comensales (con figurantes para 'llenar' el local) y el equipo de camareros. Un enorme trabajo de producción selecciona los detalles más relevantes de cada cita. Y, como insisten, no hay guión ni nada guionizado. Por no haber, no hay ni guionistas. «A nadie se le dice lo que tiene que hacer o decir», aseguran Yolanda y Vanesa.
1,07 millones de espectadores Desde su estreno el 17 de abril de 2016, se han emitido más de 1.600 programas. Casi 17.000 solteros han buscado el amor en el restaurante, que ha acogido más de 8.000 citas. El 60% dijo querer una segunda oportunidad y más del 90% volvería.
17.000 solteros Desde su estreno el 17 de abril de 2016, se han emitido más de 1.600 programas. Casi 17.000 solteros han buscado el amor en el restaurante, que ha acogido más de 8.000 citas. El 60% dijo querer una segunda oportunidad y más del 90% volvería.
90 euros Entre 90 y 100 euros es lo que el programa entrega a los 'daters' a modo de compensación por el día que dedican al programa. Muchos vienen de fuera de Madrid. Con ese dinero abonan también el menú, 20 euros o 40, si invitan a la pareja. «Ese momento de pagar nos da mucho juego porque ofrece claves», dicen en 'First Dates'.
Las grabaciones arrancan motores a las once de la mañana y terminan pasadas las tres de la tarde. De lunes a viernes se graban nueve cenas (nadie pone reparos a meterse entre pecho y espalda a esa hora dos platos y un postre que trae un cátering), aunque son solo cinco las que emiten en cada entrega. Cada encuentro dura una hora y veinte y el equipo de editores selecciona 20 minutos, de los que finalmente el público ve solo doce repartidos en bocaditos de dos minutos que van saltando de mesa en mesa «para hacerlo más ligero».
Yolanda cree que estos vídeos, «cortos como los de TikTok», funcionan muy bien. «Creo que el éxito de 'First Dates' reside en la sencillez del producto, en que cada noche la gente se asoma desde su casa a ver cómo dos personas tienen una primera cita, así de sencillo, no hay nada más». La audiencia de hoy (visitamos las instalaciones el pasado jueves) le da la razón: 9,7% de cuota de pantalla y 1,4 millones de espectadores. La ejecutiva está feliz y con ganas de conocer a una 'dater' de 88 años que se ha animado a ir al programa.
Para que salte la chispa y la cita no haga aguas resulta esencial el trabajo previo de los matcheadores. «Somos psicólogos de la vida», señala Amparo Feira, periodista al frente de un equipo de 'emparejadores' que opera en la verdadera 'cocina' del programa donde tratan de casar los ingredientes para que esa primera cena salga a pedir de boca. Es el objetivo último del programa: entretenimiento y amor, una fórmula poderosa que sigue seduciendo a la audiencia sin ofrecer señales de desgaste, 1.600 entregas después.
«La anticita no se busca», asegura la productora ejecutiva, a pesar de ese 50% de fracasos, algunos de espanto como el que se hizo viral hace poco cuando Med, un soltero arrogante y con cierto tufo machista, trató de dar lecciones a Luisa, una joven médico cubana. Pocos programas han vivido un momento tan tenso. Ni a propósito podía haber salido peor. «Si se ha hecho viral y sirve para que esos comportamientos no se repitan, estupendo», esgrime Yolanda, que prefiere quedarse con la «muchísima gente» que confía en 'First Dates' para encontrar el amor. «En estos siete años hemos adquirido tanta experiencia que podemos montar una agencia matrimonial», ilustra.
Cuando los 'daters' llegan a las puertas del restaurante, se sabe casi todo de su vida. Hay un trabajo anterior muy concienzudo para conocer sus aficiones, su profesión, su formación académica, si tienen hijos o los quieren tener, su pasado sentimental, cuál es su pareja ideal o sus gustos musicales favoritos. «Lo que intentamos es categorizar a esas personas para saber en qué ámbitos nos movemos. Y luego intentamos encontrar una persona que se encuadre en lo que ellos quieren. Si alguien te dice que le gustan los hombres con pelo largo, pues no le vas a poner un calvo. Si no quieres tener hijos no te vamos a emparejar con alguien que desea formar una familia», describe Amparo. A su entusiasta brigada de matcheadores los llaman los 'aquelarres', por aquello de que obran magia entre los 'daters'. «No hay una base científica, no hay laboratorio. Hay mucho de palpitación», apunta Amparo, que confiesa que cuando no surge esa magia se sienten «un poco fracasados».
Pero hay momentos 'aquelarres' que empañan cualquier fracaso. Cuando los 'daters' se dicen «sí» o sellan su primera cita con un beso, el personal de 'First Dates' lo celebra como un gol. «Ahí nos venimos arriba todo el equipo, es un subidón», describe Vanesa, testigo directo de ese instante decisivo a través de las pantallas. A veces no hace falta esperar al final de la cena para saber que esa pareja va a encajar como un guante. Basta el primer cruce de miradas en la barra para que todas las mariposas del estómago echen a volar y estalle el flechazo. «Hay veces que desde que entran por la puerta ya sabemos que va a funcionar. Es pura química. Es instantáneo, lo ves y zas», resume Vanesa. «Ves cómo les brillan los ojos y sabes que ya está hecho, todo fluye, se les ilumina la cara y no hacen falta más preguntas... Mira, mira... te lo cuento y se me ponen los pelos de punta», señala Yolanda mostrando la epidermis de su antebrazo. «Hay matches que nos superan, que están por encima de los mejores sueños. Yo siempre pienso que estaban predestinados a conocerse. La carambola del destino los ha traído a 'First Dates', pero podía haber sido en cualquier sitio», subraya.
Carlos Sobera (Baracaldo, 62 años) guarda grandes recuerdos de esos chispazos. Uno imborrable, el de una pareja con síndrome de Down que aterrizó en el programa en la segunda temporada. «En mi vida he visto una demostración de amor más sincera y espontánea, con una intensidad brutal. Ya la quisieran para sí los mejores guionistas de Hollywood».
A Sobera lo han llamado alcahuete, celestino... y él encantado. «Es lo bueno de este programa, que haces de celestina y de alcahuete, y eso te aporta un contenido fresco y te ofrece un canal de comunicación con la gente muy distinto». Y añade: «Aquí juegas con material sensible porque no han venido a ganar dinero o a pasar el rato, te cuentan cosas más profundas, cosas que les preocupa. Hay gente que viene con ganas de enamorarse, pero otros vienen exclusivamente a quitarse la soledad que tienen encima. Buscan a alguien con quien ir al cine o salir a cenar sin más compromiso, ni siquiera sexo».
A pesar de los siete años que lleva de 'maitre' («se me han pasado como un soplo de aire fresco»), a Sobera le siguen parando por la calle para preguntarle si los 'daters' son actores y pedirle consejos en el amor. «Cuando hacía concursos me pedían dinero y ahora me piden que les encuentre un novio o una novia. Eso te refuerza la credibilidad del programa. Unos lo ven para decir 'la madre que me parió cómo está el pueblo español', otros porque les enternece, otros por la diversión de apostar si se culmina la historia de amor, pero la gente lo ve porque se lo cree», opina Sobera, que compara 'First Dates' con un espejo «que te coloca frente al colectivo y aprendemos a saber cómo pensamos, cómo actuamos y cómo amamos. Es como un trozo de la vida real».
Lo cierto es que el público asiste cada noche a un curioso espectáculo de voyerismo en el que los 'daters', a veces con una naturalidad pasmosa, hablan abiertamente de sus gustos sexuales o reconocen que no han leído un libro en su vida... y lo hacen ante los ojos de un millón de personas. ¿Cotillas o románticos? «Nosotras creemos en el amor. Te lo digo totalmente convencida. Es lo que nos mueve», sostiene la productora ejecutiva.
Ella, como Sobera, opina que los 'daters' representan la pluralidad de la sociedad española y niega que se busquen parejas extravagantes para llamar la atención. «Por este restaurante pasan tu vecino, tu primo, tu amigo, el de la tienda de al lado… cualquier persona. Lo que pasa es que siempre te quedas con la más diferente, la que te llama más la atención… pero hasta el interventor de mi banco ha pasado por aquí», concluye Yolanda, con pareja estable desde hace 26 años, pero que también llamaría a las puertas del restaurante «si se diera el caso»... porque si algún día falta París, siempre nos quedará 'First Dates'.
¿Radiografía bien 'First Dates' el 'corazón' de la sociedad española? ¿representa con fidelidad el mosaico de relaciones en nuestro país? Luis Ayuso, catedrático de Sociología en la Universidad de Málaga y especialista en sociología de la familia, señala que el programa, efectivamente, recoge los modelos de pareja, pero llevándolos a los extremos «que es lo que da audiencia». Coeditor del estudio 'La gestión de la intimidad en la sociedad digital. Parejas y rupturas en la España actual', una exhaustiva investigación de casi 500 páginas publicada por la Fundación BBVA en la que identifican más de veinte tipos distintos de parejas, Ayuso recuerda que 'First Dates', por mucho amor que contenga, no deja de ser un programa de televisión, que busca, como todos, subir los audímetros. «Una cosa es el programa y otra la realidad», dice el catedrático, para quien el formato no refleja la realidad social sino parte de ella, «o si quieres la agranda», precisa. Ayuso, que reconoce a 'First Dates' el mérito de acercarse a la pluralidad de parejas de la sociedad española, opina, sin embargo, que una de las claves de su éxito es que en España funciona «muy bien» la idea del amor romántico. «Es una cuestión que nos diferencia de otros países europeos, somos una sociedad muy amorosa, que creemos mucho en esa idea del amor romántico. Ver cómo se forma una pareja y asistir al galanteo tiene impacto. Es lo mismo que las infidelidades, son dos formatos que se repiten una y otra vez porque dan audiencia».
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