Poner la lavadora contamina: así se evita enviar más plástico al mar

Bolsa amarilla para los envases, azul para el papel y cartón, otra bolsa para el vidrio, bolsas de tela para ir a la compra, cero plástico para comprar la fruta. En la calle, mejor transporte público que coche privado, el café del trabajo en vaso reutilizable… Son gestos que muchos españoles han incorporado en su día a día para ser más 'eco', aunque muchos no se dan cuenta que parte de la lucha contra la contaminación se les va por el desagüe con un solo gesto: poner la lavadora.

En Europa, en un año se ponen alrededor de 36 billones de lavadoras y por cada lavado, con una carga aproximada de 6 kilos, se desprenden unas 700.000 microfibras de plásticos que acaban en las profundidades marinas y oceánicas.

Estas partículas, que miden menos de 5 mm, provienen de una variedad de fuentes, pero la ropa, especialmente aquella hecha de materiales sintéticos como el poliéster, el nailon y el acrílico, es una de las principales. De hecho, el aumento de la moda rápida y la baja calidad de algunos textiles ha despertado la preocupación de ecologistas y de muchos fabricantes, ya que ni los filtros ni las depuradoras son capaces de capturar algo tan pequeño como estas microfibras. «Una sola empresa o industria no podrá resolver este problema», asegura BSH Electrodomésticos España, grupo que aglutina marcas como Siemens o Bosch.

Se estima que el 70% de estas micropartículas se quedan en el fondo marino, el 15% en la columna de agua y el 15% en la superficie. «Somos muy conscientes de este problema», señala Enrique Andrés Bustos, especialista de producto de gama blanca de LG.

Un libro blanco entregado a la Comisión Europea sostiene que los filtros para lavadoras son la única solución eficaz a corto plazo para reducir la emisión de microfibras al medioambiente y que su instalación debería ser obligatoria para el fabricante.

En febrero de 2020, Francia dio luz verde a una normativa que obliga a los fabricantes de lavadoras a equipar sus electrodomésticos con estos filtros y que entrará en vigor en un año. Estos dispositivos se conectan por un lado a la manguera de desagüe de la lavadora y por otro al desagüe de la red. No necesitan alimentación eléctrica, ya que el filtrado se produce por la presión del agua.

En algunos productos en el mercado ya se incorpora. «Nosotros llevamos ya tiempo ofreciendo esta solución, incluso la hemos puesto a disposición del resto de fabricantes», destaca Manuel Royo, director de marketing de Beko. «Creemos que es nuestra responsabilidad con la sociedad».

Su sistema se incorpora en el cajón y «es capaz de capturar el 90% de las microfibras de plástico que se desprenden de las prendas sintéticas durante un lavado», afirma Royo. Esta 'barrera' evita que los microplásticos viajen a través de las cañerías y se quedan recolectados en la lavadora. «Ahora estamos trabajando en una tecnología que permita no tener que cambiar el filtro cada cierto tiempo».

Otra solución es vigilar el funcionamiento de la lavadora. «Hemos hecho 20.000 tipos diferentes de lavado con todas las combinaciones posibles», apunta Bustos. La surcoreana LG, en su caso, ha echado mano de la tecnología.

Con el estudio de los diferentes lavados, prendas y carga, LG ha conseguido desarrollar, gracias al uso de la inteligencia artificial, un programa que «reduce el desgaste de la ropa un 10%», señala el especialista de producto de gama blanca de la compañía. «Es un programa predeterminado y no hay que hacer nada más que elegirlo», asegura. Además, a partir de marzo, las lavadoras de la compañía incorporará un ciclo especial de lavado que «permite reducir un 60% la emisión de microplásticos», detalla Bustos. «Nuestras lavadoras no usan correas de transmisión y el motor mueve el tambor y así permite aplicar ciertos movimientos que reducen ese desgaste», explica.

En el caso de Samsung, han apostado por el uso de burbujas para ayudar a disolver y absorber el detergente. «Se requiere menos calor y energía para lavar la ropa, lo que produce una menor fricción que, a su vez, evita la emisión de microplásticos», comenta la firma surcoreana. Además, el año pasado -aseguran- incorporaron un filtro «compatible con cualquier lavadora» que reduce hasta el 98% de las emisiones de microfibras plásticas durante los ciclos de lavado.

Menos tecnológico, pero también efectivo es la propuesta de la estadounidense Rachael Miller. Apasionada por la ciencia y el medioambiente, Miller desarrolló Cora Ball, una pequeña bola capaz de capturar las fibras que se desprenden de las prendas en cada lavado.

El dispositivo filtra el agua del mismo modo que lo hacen los corales y con unos pequeños ganchos recolecta las fibras y pelusas dentro de la bola para que puedan recogerse y tirarse en la basura, en lugar de ser vertidas en el desagüe. A pesar de su sencillo mecanismo, un estudio independiente muestra que Cora Ball reduce en un 30% la contaminación del agua por microfibras.

A pesar de las soluciones existentes en el mercado y a la espera de una regulación sobre los microplásticos y las lavadoras, hacer la colada es una tarea doméstica inevitable e inexcusable.

Los fabricantes de estos electrodomésticos ya aplican modelos matemáticos para ahorrar energía, agua y detergente. «Al fin y al cabo todo es sostenibilidad y a largo plazo es rentable para el consumidor», destaca Royo. Los programas predeterminados permiten la reducción de estos microcontaminantes, «las temperaturas de lavado más frías también pueden reducir la cantidad de microplásticos liberados al medioambiente», aconsejan los expertos de BSH Electrodomésticos España.

Un estudio apunta que lavar la ropa a 15 grados durante 30 minutos conseguía una reducción del 30 % de la cantidad de microfibras emitidas (si se compara con un ciclo al uso de 85 minutos a 40 grados). Las investigaciones en este ámbito afirman que si todos los hogares de Europa adoptaran esta medida, se podrían llegar a eliminar 3.800 toneladas de microplásticos al año.

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