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María G. Astorga
Martes, 11 de junio 2024, 15:42
El mundo es menos pacífico por duodécima vez en los últimos 16 años y empeora por quinto año consecutivo. Un panorama preocupante para la estabilidad mundial, ya que «estamos asistiendo a un número récord de conflictos, a un aumento de la militarización y a una mejor competencia estratégica internacional», señala Steve Killelea, fundador y presidente ejecutivo del Instituto para la Economía y la Paz (IEP).
El estudio del Índice de Paz Global (IPG) ha revelado que 97 países han empeorado sus niveles de paz respecto al año anterior y las condiciones que preceden a grandes conflictos son más críticas ahora que en cualquier momento desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
A pesar del rumbo bélico mundial, España se ha desmarcado de esta deriva. Desde la última edición, ha subido siete puestos, colocándose como el vigésimo tercer país más pacífico del mundo y el decimoquinto de Europa.
Steve Killelea
Fundador y presidente ejecutivo del IEP.
Al frente de la tabla, Islandia continúa un año más como el país más pacífico del mundo, posición que ha mantenido desde 2008, seguido por Irlanda, Austria, Nueva Zelanda y Singapur. Este último se coloca por primera vez entre los cinco primeros. En el lado opuesto, Yemen ha reemplazado a Afganistán como el país más peligroso, seguido de Sudán, Sudán del Sur, Afganistán y Ucrania.
Por regiones, Europa es la región más pacífica del mundo, aunque su puntuación final en el índice ha sufrido un deterioro del 0,24% con respecto al año anterior. Una caída que tiene su explicación, según los expertos del IEP, en el aumento de la militarización y el conficto armado entre Rusia y Ucrania, lo que ha llevado a muchos países de la UE a reevaluar su gasto militar y preparación para el combate. Oriente Medio y Norte de África (MENA), sigue siendo la región menos segura. A pesar de las tensiones, los Emiratos Árabes Unidos han registrado la mayor mejora en la región. Ha subido 31 puestos y ahora se coloca en el puesto 53.
En la actualidad, hay 56 conflictos activos en el mundo, la mayor cifra desde 1945. Estos conflictos han adquirido un componente internacional cada vez más alto, con 92 países involucrados en enfrentamientos fuera de sus fronteras. El grupo de expertos internacional del IEP indican que un aumento de conflictos menores eleva la probabilidad de que surjan conflictos mayores en el futuro.
Países como Ucrania y Gaza reflejan esta tendencia, ya que en 2019 fueron catalogados como confictos menores y en la actualidad suponen dos de los mayores focos de crisis humanitaria, por ello, «es imperativo que los gobiernos y las empresas de todo el mundo intensifiquen sus esfuerzos para resolver los numerosos conflictos menores antes de que se conviertan en crisis mayores», sostiene Killelea.
El informe también destaca el aumento significativo de las muertes relacionadas con conflictos. En el último año, se registraron 162.000 defunciones, la segunda cifra más alta de los últimos 30 años. Los conflictos en Ucrania y los ocurridos en la Franja de Gaza han sido responsables de casi tres cuartas partes de estas muertes, 83.000 y 33.000 respectivamente hasta abril de 2024.
Otro aspecto importante que destaca el IPG es el número de refugiados y desplazados. Hay más de 95 millones de personas que han tenido que huir de sus ciudades debido a conflictos violentos, y 16 son los países que acogen ahora a más de medio millón de refugiados. A mediados de 2023, más de la mitad de todos los refugiados bajo el mandato de ACNUR procedían de sólo tres países: Siria, Afganistán y Ucrania.
162.000 fallecidos por conflictos
en todo 2023
En los primeros cuatro meses de este año, se han registrado 47.000 muertes en todo el mundo relacionadas con conflictos, lo que, de continuar, podría marcar el año con el mayor número de muertes desde el genocidio de Ruanda en 1994, según el estudio.
La violencia y el miedo a ella tienen un impacto directo sobre la economía mundial. Generan costes relacionados con daños materiales, lesiones físicas y traumas psicológicos, lo que supone la reducción de inversiones y de consumo. El gasto en prevención, contención y tratamiento de las consencuencias de la violencia desvía recursos públicos y privados de actividades más productivas hacia medidas de protección.
La exposición a conflictos supone un riesgo importante para la cadena de suministro de los gobiernos y las empresas. A nivel global, el impacto económico de la violencia en 2023 fue de 17,5 billones de euros o lo que es lo mismo, 2.188 euros por persona. Un incremento de más de 145.000 millones de euros respecto al año anterior. Este aumento se debe en gran medida a un incremento del 20% en las pérdidas del PIB. Por su parte, el coste económico de la violencia en España asciende a 93.066 millones de euros, el 5,29% de su PIB.
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