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Rascacielos del distrito central de negocios, envueltos por la contaminación de aire pesado, en Beijing. Reuters
La contaminación engorda

La contaminación engorda

ODS 13 | Acción por el clima ·

Aunque no se puede reducir a una sola causa la subida del peso de la población, la polución no ayuda. Los estudios demuestran que es un factor más para acelerar el proceso

Raquel C. Pico

Lunes, 5 de febrero 2024, 07:01

La exposición a la contaminación es uno de los grandes problemas del mundo moderno y, aunque su grado depende de la zona en la que se habite, escapar a ella es para la ciudadanía casi imposible. Esto no es solo una cuestión de malos humos: ... los estudios científicos han ido demostrando que tiene efectos directos sobre la salud humana. De hecho, la tasa de mortalidad conectada es ya mayor que la que generan el sida, la guerra y el terrorismo. Causa problemas respiratorios, cardíacos o neurológicos. Además, engorda.

La idea de que la contaminación engorda puede parecer a primera vista sorprendente, hasta inesperada. Al fin y al cabo, las personas no se 'comen' de un modo literal las sustancias contaminantes. «No solo lo que comemos tiene un impacto en el peso», explica Sarah Warkentin, investigadora de ISGlobal. «El sobrepeso y la obesidad son condiciones multifactoriales y complejas, muchos factores tienen un papel en su desarrollo», apunta. La experta habla también de la dieta, la genética, la actividad física o el sueño.

La contaminación es un factor más y uno que, hoy en día, está por todas partes. «Todos respiramos contaminación», indica, y recuerda que estudios recientes han estimado que el 97% de la población urbana europea está expuesta a partículas dañinas.

Warkentin es, justamente, la autora principal de un estudio que ha medido los niveles de contaminación y su impacto en el índice de masa corporal (IMC) de niños y adolescentes, tomando como muestra a la población de Barcelona. Sus conclusiones conectan los niveles de polución del aire con el ganar peso.

Pero ¿por qué engorda la contaminación? Como explican en The Conversation las investigadoras Raquel Soler y Sabrina Llop, de la Universidad de Valencia y del Fisabio, la clave está en los obesógenos, las sustancias químicas que hacen que aumente el tejido adiposo solo con exponerse a ellos. Ya existen 50 productos químicos catalogados como tales y, además de en la contaminación, están presentes, advierten, en productos de uso diario muy integrados en nuestra cotidianidad. «Estas sustancias no provocan obesidad por sí mismas, sino que promueven el exceso de peso mediante diferentes mecanismos», señalan. Favorecen aquellos comportamientos de nuestro cuerpo que nos llevan a ganar peso o pueden afectar a la microbiota intestinal.

«La polución del aire lleva a la inflamación del tejido adiposo visceral, a la acumulación de líquido hepático, al decrecimiento del uso de glucosa por los músculos esqueletales o a la disrupción del sistema endocrino»

Existen muchas razones por las que la población, en general, puede ganar IMC, tanto directas como indirectas, responde al otro lado del correo electrónico Sarah Warkentin. «Como mecanismos directos, podemos mencionar que la polución del aire lleva a la inflamación del tejido adiposo visceral, a la acumulación de líquido hepático, al decrecimiento del uso de glucosa por los músculos esqueletales o a la disrupción del sistema endocrino, entre otros efectos que pueden aumentar el riesgo de obesidad», señala.

La contaminación también tiene efectos indirectos sobre comportamientos que llevan a ganar peso. Así, recuerda la experta, puede llevar a que se haga menos vida fuera de casa y, con eso, a reducir la actividad física. No hay más que pensar en qué se recomienda cuando se activan las alertas por niveles excesivos de polución: se pide a la población que intente exponerse en la calle lo menos posible.

Dado que algunos estudios ya han identificado factores que hablan de una divergencia en el acceso al exterior entre la infancia de unos barrios y otros —como la presencia o ausencia de zonas verdes—, ¿está esto acentuando la brecha social entre unos niños y otros? El estudio barcelonés no encontró un mayor efecto en el índice de masa corporal de la contaminación en la infancia de los barrios con menos ingresos. «El rol de las condiciones socioeconómicas en la relación entre contaminación del aire y salud es todavía poco claro en Europa, porque las áreas de menos ingresos no implican necesariamente que sean las más contaminadas, como vemos en otras partes del mundo como Estados Unidos», señala la especialista. Habría que analizarlo con «una base local», viendo caso por caso, para poder responder a esta cuestión.

El estudio liderado por Warkentin se ha centrado en la infancia y la adolescencia, pero los efectos de la contaminación en el peso también se pueden ver en adultos. «Otros estudios han observado que la fuerza de la conexión entre la exposición a la contaminación área y el peso varía según los diferentes tipos de contaminantes y edades, así que se necesita realizar estudios en profundidad destinados a comprender sus efectos en grupos de mayor edad», indica, apuntando que se ha establecido ya vínculos entre la contaminación y el desarrollo de enfermedades conectadas con la obesidad, como la diabetes.

Soler y Llop recuerdan en su análisis que incluso se han encontrado evidencias de que los obesógenos afectan incluso antes de nacer.

Reducir el impacto

Dado que la contaminación es un problema global, ¿está la población por tanto condenada a sufrir estas consecuencias? A nivel individual, Soler y Llop recomiendan adoptar ciertos patrones saludables, como no fumar o reducir el consumo de alimentos envasados, para intentar bajar la exposición a los obesógenos.

«La contaminación aérea relacionada con el tráfico es la causa de algunas de nuestras enfermedades más comunes»

«Cuando pensamos en la prevención de la obesidad y el sobrepeso, debemos actuar sobre el entorno, centrándonos en las características ambientales modificables», suma Warkentin.

En cierto modo, esta cuestión es la punta del iceberg. «La contaminación aérea relacionada con el tráfico es la causa de algunas de nuestras enfermedades más comunes», enumera la experta. No solo lleva a la población a ganar peso, también causa cáncer de pulmón, infartos o enfermedades del corazón, entre otras. «Más allá de la polución, los entornos urbanos en los que vivimos afectan directamente a nuestra salud y nuestro bienestar», concluye.

Si cada vez más personas van a vivir en las ciudades, cambiarlas para que sean más saludables es, por tanto, más importante que nunca. Esas ciudades más limpias, con más transporte público o movilidad alternativa y más zonas verdes no son solo una cuestión de urbanismo, sino igualmente una de salud colectiva.

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